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    La colección de Yannicke y Wilfried Cooreman

    Un antiguo proverbio chino dice que, cuando tienes treinta años, necesitas ochenta líneas para dibujar un pez; con sesenta años, te bastan dieciocho líneas, y con ochenta años, puedes dibujarlo con una sola línea. Los Cooreman pueden confirmar la sabiduría que contiene este refrán pues su pinacoteca privada permite comprobar la evolución que han seguido afamados artistas a quienes descubrieron cuando éstos daban sus primeros pasos en el proceloso mundo del arte. Estos distinguidos mecenas, buenos conocedores del arte español, se lamentan de la mercantilización del arte. “El mercado es ya más importante que el arte en sí mismo. Vivimos una auténtica fiebre del oro que impide que un joven coleccionista pueda hacer varias adquisiciones al año”. Los Cooreman, que empezaron a comprar arte muy jóvenes con su primer sueldo, se rebelan contra la idea de que dinero y calidad sean sinónimos y que solo el arte caro sea el arte bueno. Vanessa García-Osuna

    ¿Cómo llegó el arte a sus vidas? El arte llegó a nuestras vidas muy pronto, primero en forma de literatura y teatro. De jóvenes, tanto Yannicke como yo vivíamos en el campo, y eso nos obligaba a viajar si queríamos ver arte. Entonces no había revistas como ahora. Tampoco existía una red de galerías e instituciones. Conseguías la información de publicaciones especializadas. Después de nuestro compromiso empezamos a visitar exposiciones en museos vecinos, y en 1967 viajamos a Holanda para ver una muestra dedicada al Bosco. Conocíamos el trabajo de muchos artistas por las ilustraciones que veíamos en los libros, pero el anhelo de querer contemplar las obras en persona, era un deseo que no dejaba de crecer. A mediados de julio de 1968, nos fuimos de luna de miel a Praga. Allí conocimos por casualidad a un anciano que al parecer había descubierto una pintura de Tiziano. ¡Fue un encuentro excitante y a la vez misterioso!. En una vieja librería, adquirimos dos dibujos de un maestro antiguo llamado Vaclav Manes (1793- 1858). Con la perspectiva que nos dan los años, vemos que aquel viaje determinó nuestras elecciones posteriores tanto en la vida como en el arte. Otro acontecimiento decisivo fueron nuestras visitas a Pierre Caille, pintor, ceramista, grabador y diseñador de joyas belga, gran amigo del pintor surrealista Paul Delvaux. En 1978 Joel Fisher celebraba una exposición en el Museo Stedelijk de Amsterdam. Ese mismo año habíamos adquirido una obra suya y cuando Joel expuso en Ámsterdam se alojó en nuestra casa.

    ¿Cómo empezaron a comprar arte? Nunca nos planteamos formalmente iniciar una colección, fue algo que surgió de manera natural. La primera obra que conseguimos fue el regalo de boda de un amigo nuestro, era un paisaje de un pintor local. Yo hablaba de arte sin cesar en la oficina, relatando nuestras visitas a exposiciones, y qué muestras veríamos el jueves o el viernes o en el fin de semana, así que todo el mundo conocía nuestro interés. Pero el cuadro que nos regaló aquel amigo fue la primera obra. Hicimos nuestras primeras compras cuando teníamos 24 o 25 años que es justo cuando empiezas a ganar tu primer sueldo. ¿Gastarse el sueldo en cosas que uno no necesita para vivir? Hay cosas de primera necesidad como un apartamento, un frigorífico, etc. Pero el arte nos atraía. A aquella primera compra le siguieron otras de artistas de nuestra misma generación como Thomas Schütte, Juan Muñoz, Jean-Marc Bustamante, Franz West, Reinhard Mucha, Harald Klingelholler, Tony Cragg, Alan Charlton, etc. También coleccionábamos obras de artistas belgas como Jan Vercruysse, Raoul De Keyser, Jan van Oost, Lili Dujourie, etc. En los años 80 eran figuras muy destacadas. Nos atrajo también la generación más joven como Paulina Olowska, Lucy McKenzie, Thomas Zipp, y artistas actuales como Simon Denny, Steven Claydon, Alex Dordoy, Josh Smith, Victor Man, Wade Guyton… Siempre tratamos de estar en los inicios de la carrera de un artista, a veces incluso cuando son todavía desconocidos. «Comprar jóvenes» significa que su obra aún es asequible y que estás apoyando a un joven creador a iniciar su carrera.

    ¿Qué debe tener una obra para que deseen incluirla en su coleccion? No vamos con una idea fija cuando visitamos una galería o una feria de arte. Nuestra colección es ecléctica. Pero es que la vida también es ecléctica. ¡No hay dos días iguales!. Tenemos esculturas, pinturas, vídeos, dibujos, e instalaciones. En 2009 mostramos parte de nuestros fondos en el Museo Dhondt-Dhaenens de Deurle. El título de la muestra era Cuando el humor golpea. Cuando adquirimos una pieza, queremos sentirla y ver cómo nos responde.

    ¿Cómo les ha influido vivir rodeados de arte? Siempre tuve obras en mi despacho, y éstas solían ser un buen tema de conversación y propiciar animadas discusiones. El arte siempre ha tenido un gran impacto en nuestras vidas. Aumenta tu capacidad de comprensión y mejora la vida. Te ayuda a entender la realidad del mundo y a imaginar el futuro. El arte nos ayuda a comunicarnos y a mostrar nuestras emociones. Aguza la creatividad. A menudo la gente nos pregunta acerca del sentido de coleccionar. ¿Por qué coleccionan arte? Creemos que así formamos parte de nuestro tiempo. Es una necesidad intelectual, o dicho en otras palabras, “es un alimento para la mente”. Si hubiera que buscar alguna razón para coleccionar sería probablemente la de poder proclamar al final de nuestras vidas que hemos vivido. Hemos conocido a muchos artistas, estamos rodeados de arte, es decir, participamos del arte… Tratamos de atrapar el espíritu cultural de nuestra época. Aunque ya estoy jubilado, el arte sigue teniendo un impacto muy fuerte en mí, además soy miembro de patronatos de varios museos e instituciones.

    ¿Cómo describirían sus intereses como coleccionistas? ¿Tiene un tema su colección? El hilo conductor que vemos en nuestra colección es que refleja temas como la arquitectura, la literatura, la política, la música, el humor, la sociología y la psicología. No está especializada en un tema concreto como el land art o el arte abstracto. Tampoco es preciso que nosotros seamos capa- ces de comprender la obra a primera vista. Una pieza se convierte en una obra de arte cuando nos interroga y cuando tenemos que consultar e investigar su significado. Aunque no exista una respuesta. Si hay respuesta, no hay arte.

    ¿De qué obra no querrían separarse nunca? Esta es la pregunta más difícil. Sentimos mucha afinidad y respeto por todas nuestras obras, incluso las más pequeñas. Una por la que sentimos especial cariño es Quodlibet de Lucy McKenzie.

    ¿Qué obras, o artistas, han sido particularmente inspiradoras para ustedes? Conocemos personalmente a casi todos los artistas de nuestra colección. Por ello todas las obras tienen una importancia especial y muchas poseen su propia historia. Compramos su primer trabajo a Wade Guyton en 2004, cuando ni siquiera tenía galería. Adquirimos la obra directamente de su estudio. En 2003 compramos una pieza de un joven creador que estudiaba en la Rijksakademie de Amsterdam. Posteriormente, el artista nos contó que gracias a ello había podido hacerle un regalo de Navidad a su madre.

    ¿Qué piezas consideran las piedras angulares de su colección? Es difícil decir. En nuestra colección están representadas diferentes generaciones de artistas. La clave está en que abarcamos varias décadas. Nuestra colección comenzó en el momento en que las tendencias y movimientos de vanguardia como el arte pop, el conceptual, el arte povera o el minimal estaban en su apogeo. A partir de los años 80 la producción artística se diversificó y fragmentó. El artista se volvió libre y soberano. Al principio nos fijamos en los artistas de nuestra generación, así que poseemos una excelente panorámica del arte de los años 80, en especial del europeo. Luego hemos seguido coleccionando artistas jóvenes en sus comienzos, justo antes de su eclosión internacional.

    ¿Cómo ha evolucionado el mercado del arte? “El mercado” ha acaparado toda la importancia. Las ventas de más de un millón de euros son reseñadas puntualmente en los medios de comunicación, pero nunca van acompañadas de una explicación sobre su significado. Los inversores persiguen a los artistas muy populares y los grandes nombres, únicamente como inversión. Eche un vistazo a las revistas. Cuando un artista es publicitado por revistas y galerías, atrae a los inversores para adquirir sus obras. Ya no hay intercambio de ideas ni encendidas discusiones entre artistas, coleccionistas y críticos que estimulan y benefician el desarrollo del arte. Las galerías ahora se clasifican en mega-galerías, inmersas en un vertiginoso plan de expansion internacional, y galerías de nivel medio, que no dejan de cerrar. Esto tendrá un efecto también sobre los coleccionistas a quienes puede aplicarse esa misma clasificación. Los ingresos de los más ricos (el 1%) crecieron un 11,2 %, mientras que los ingresos del 99% restante disminuyeron un 0,4 %.

    ¿Puede hoy alguien con un sueldo normal iniciar una colección de arte contemporáneo? Las casas de subastas, por ejemplo, están vendiendo obras realizadas en 2010, 2011 e incluso 2012, de artistas de 30 años o incluso más jóvenes. Con la pintura todavía húmeda, y la obra aún sin terminar. Los trabajos de artistas jóvenes se venden por 140.000 o 180.000 euro. ¿Qué pasará con sus carreras? ¡Hay una fiebre del oro!. Las obras cada vez son más caras. ¡Intente encontrar una a un precio razonable!. Artistas jóvenes sin currículo recién salidos de la facultad piden cifras de cinco o seis ceros. Resulta muy difícil para alguien con un sueldo medio comenzar una colección. En febrero de 2012, intenté adquirir una obra de un joven pintor americano de treinta años en su galería de Nueva York. Costaban 25.000 dólares y no había ninguna disponible. Un año más tarde pedían 40.000 dólares por una pieza suya en una exposición colectiva en Bruselas. El 7 de marzo de 2013 una casa de subastas de Nueva York remató en 60.000 dólares una obra suya de 2010.

    En los años 80 ustedes coleccionaban obras de jóvenes promesas como Thomas Schütte, Franz West o Jean-Marc Bustamante, que ahora son artistas de renombre. ¿Cuáles han sido los “descubrimientos” más emocionantes? A finales de los años 70 y principios de los 80 la red de galerías y ferias de arte era inexistente. Los descubrimientos los hicimos en galerías, alguna ya desaparecida, como Philip Nelson (Villeurbanne), Durand-Dessert (París), Konrad Fischer (Düsseldorf) Art & Project, (Ámsterdam), y Marga Paz (Madrid). También durante nuestras visitas a Sonsbeek, Skulptur Projekte Münster, Chambres d’amis y la Documenta. Un hallazgo es siempre excitante. En 2010 durante un viaje a Atenas, vimos una exposición en el Museo Benaki de Arte Islámico de la artista Anna Boghiguian. Nacida en El Cairo en 1946, ha vivido en Montreal y Toronto, y ahora se reparte entre El Cairo, la India y Europa. Estudió arte y música en la Universidad Concordia de Montreal y Ciencias Políticas y Economía en la Universidad Americana de El Cairo. En Atenas exponía dibujos y acuarelas que retrataban la vida y la obra del poeta griego Cavafis. Boghiguian no ‘ilustra’ simplemente la vida del poeta sino que traslada al papel la obra de Cavafis utilizando imágenes inspiradas en la reinterpretación de los grandes temas de la tradición helenenista (Marco Antonio, los mitos de Dionisio y Adonis).

    ¿Cuáles son sus mejores recuerdos con artistas? Thomas Schütte diseñó el tarjetón con el que anunciamos el nacimiento de nuestro primer nieto, y Cristina Iglesias y Juan Muñoz hicieron lo mismo cuando nació nuestro nieto Fridtjof. Mantuvimos una relación especial con Franz West. Conocemos a casi todos los artistas de nuestra colección. Atesoramos vivencias maravillosas de todas nuestras visitas, encuentros y conversaciones. Tras más de treinta y cinco años en el mundo del arte, creo que valdría la pena escribir mis memorias.

    Como asiduos visitantes de ARCO. ¿Qué les interesa del arte y los artistas españoles? En 2007 comisarié El hilo conductor en el CAB de Burgos. En aquel momento yo dirigía el Initiatief Beeldende Kunsten (IBK) y sugerí a Emilio Navarro montar esta exposición. Flandes mantenía muchos intercambios comerciales con España en aquella época. Hemos visitado ARCO desde que Rosina Gómez-Baeza era su directora. En 1987 fuimos los primeros coleccionistas de Cristina Iglesias. Tenemos también obras de Juan Muñoz, Alicia Framis, Jesús Palomino y Secundino Hernández, entre otros. Conocemos personalmente a mucha gente de sus museos e instituciones.

    Coleccion Cooreman

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