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    Degas entre bambalinas

    «Uno de los grandes placeres de mi trabajo es que me permite pasar tiempo a solas con obras de arte sensacionales que normalmente están colgadas en las paredes de los museos. Poder ver de cerca el modelado y la pincelada de artistas como Picasso, Monet o Renoir permite adentrarse en la mente y la imaginación de estos grandes artistas – asegura India Phillips, Directora del Departamento de Arte Impresionista y Moderno de Bonhams en un artículo que publicamos en nuestro número de febrero-. Además, cuando la obra está fuera del museo y la tengo entre mis manos, puedo descubrir en ella las pistas más maravillosas y los rastros de su historia: los nombres de las personas que la han poseído, las etiquetas de las galerías y las exposiciones por las que ha pasado… Soy muy afortunada de ofrecer una auténtica obra maestra en la venta de Arte Impresionista y Moderno que Bonhams celebra el 3 de febrero en Londres: un óleo sobre lienzo de Edgar Degas, Escena de ballet, datado en 1885, cuya estimación es de 3,3 a 4,6 millones de euros. Como uno de los adalides del movimiento impresionista Degas se sentía fascinado por el ballet clásico y lo utilizó como pretexto para sus investigaciones sobre nuevas técnicas y temas. Esta obsesión por las bailarinas cristalizó en centenares, si no miles, de obras inspiradas en el ballet, entre ellas, el precioso trabajo que Bonhams saca a pujas. En Escena de ballet, Degas plasma no sólo una fila de bailarinas que están sobre el escenario, al fondo de la composición, sino también a las muchachas que están entre bastidores, haciendo estiramientos y charlando, y a las que sitúa en primer plano. El artista procuró cubrir todos los aspectos del ballet clásico, de los ensayos iniciales y los preparativos hasta las luces brillantes y la emocionante actuación final. El ballet se convirtió para Degas en una lente a través de la que experimentar con la luz, el color y el movimiento, observando y documentando al mismo tiempo el ambiente social de la época. Los espectáculos propiciaban que se juntaran distintas clases sociales, proporcionando un corte transversal de la sociedad. Degas captó los rostros demacrados y ojerosos de las bailarinas, quienes por lo general procedían del área más empobrecida de la ciudad, junto a los numerosos abonados, que rondaban cual depredadores entre bastidores para hacer proposiciones a las muchachas. Esta escena, que captura la actividad que se desarrolla detrás del telón, comparte algo de la crítica social presente en las pinturas más tempranas de Degas, sobre la cultura de los cafés y burdeles, que cimentaron su fama. Pero esta semejanza temática desdice la diferencia significativa que existe entre esta pintura de 1885 y las que vinieron antes. La mitad de la década de 1888 fueron años cruciales para el desarrollo de Degas. Antes, el artista había estado trabajando en un estilo ajustado, preciso, fundado en una exquisita ejecución gráfica. Hacia 1885, sin embargo, había desarrollado un lenguaje nuevo, del que esta obra es un notable exponente- más suelto, más brillante, y más abstracto en sus formas. Los tutús, las caras y los cuerpos de las bailarinas son evocados con nubes de pigmento, mientras que el fondo del escenario es recreado usando capa sobre capa de pintura aplicada directamente por el artista con sus pulgares. Vemos, también, los comienzos de una paleta restallante – ultramarinos, turquesas, bermejos, rojos cardamomo, rosas palo y destellos del amarillo más brillante- por la que fueron tan celebradas sus crepusculares bañistas y bailarinas. Sólo un año después de que Degas pintara Escena de ballet, participó por última vez en la exposición del grupo impresionista, comenzando su retirada de la esfera pública del arte – así que ver esta obra en toda su gloria, y saber el momento tan especial que representa del artista, es un increíble privilegio.»

    Degas

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