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    ‘Perrotin le magnifique’

    Nacido en el seno de una familia de clase media, Emmanuel Perrotin demostró pronto unas inquietudes infrecuentes en un adolescente. Quien hoy es uno de los galeristas más poderosos del mundo, con espacios en París, Nueva York, Hong Kong y Seúl, es de formación autodidacta. A los 17 años, con su título de bachillerato bajo el brazo, se presentó en la galería del marchante parisino Charles Cartwright quien, cautivado por su carisma y disposición, lo fichó como asistente; el joven ayudante absorbía como una esponja los intríngulis del negocio y antes de un año ya se había convertido en director de la galería, abriendo, a los 21 años, su propio espacio expositivo… en el salón de su casa. Siendo ya un galerista conocido, no dudó en aceptar el reto que le propuso el artista Maurizio Cattelan de pasar una semana disfrazado de pene gigante, ni tampoco cuando Paola Pivi le invitó a convertirse en un personaje de su instalación de osos polares de colores. Hoy su “escudería” incluye 40 prestigiosos artistas entre los que encontramos celebridades como Murakami o KAWS y autores de corte más intelectual como Sophie Calle y Michael Sailstorfer; aunque le hizo una exposición al fotógrafo Javier Vallhonrat, hoy no hay ningún español en su nómina de autores, aunque, Perrotin habla con entusiasmo de uno de sus descubrimientos: el joven artista colombiano Iván Argote, una de sus apuestas más personales. Nuestra conversación con el reputado galerista parisino tiene como pretexto su participación en Art Cologne, la feria de arte moderno y contemporáneo más veterana del mundo, que este mes celebra su 50º aniversario. [Retrato de Emmanuel Perrotin. Instalación de Paola Pivi, ¿Quién dijo que los hombres blancos no podían saltar?, 2013. Foto: Guillaume Ziccarelli. Cortesía Galerie Perrotin]. Vanessa García-Osuna

    ¿Recuerda su primera experiencia memorable con el arte? De niño viajé por Europa en auto- caravana con mi familia, y visitamos iglesias, museos… Para hacer que las vacaciones fueran más divertidas, me inventé un juego: ver quién era capaz de reconocer desde lejos un Watteau, un Rembrandt, un Brueghel, un Dalí. Así es como aprendí a identificar el estilo pictórico de estos pintores. Vermeer era mi favorito, y también el de mi padre, que se propuso no dejar sin ver ni una sola de las pinturas del artista que había desperdigadas por el mundo. Las vio todas, e incluso más, pues algunas se revelaron finalmente como falsificaciones, aunque en aquella época no lo sabíamos. Vermeer parece el Stanley Kubrick de la pintura; en realidad, pintó 45 cuadros en 20 años, de los que 11 han desaparecido. ¿Sabía que en mi galería de París, en 2013, presenté la instalación de Claude Rutault titulada El arte de la pintura – el taller – Vermeer / el arte de la pintura – el estudio – Vermeer? ¡Todo coincide!.

    Su carrera ha sido meteórica: abrió su primera galería con 21 años y ahora cuenta con 4 espacios en 3 continentes. Comencé como asistente del galerista Charles Cartwright a los 17 años, y en 1989 abrí mi propia galería en mi apartamento. Desde entonces, he tenido más de 15 espacios tratando siempre de proporcionar los contextos más estimulantes y adecuados a los artistas que represento. De hecho esta primavera inauguraremos un nuevo espacio de 180 metros cuadrados en Seúl con una exposición de Laurent Grasso. Esta oficina/sala de exposiciones tendrá una librería para mostrar los libros y ediciones publicadas por la galería. Estará ubicada en la planta baja del Edificio Sami, donde tiene su sede Christie’s, en el número 5 Palpan-gil, en el distrito de Jongno-gu, el corazón del barrio de galerías y museos, cerca del Museo Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo, frente a la Casa Azul, la residencia oficial del presidente, y el Palacio Gyeongbok.

    Sam Keller, director de la Fundación Beyeler dice que usted ha “reinventado el métier de galerista”. ¿Cómo concibe su profesión? No sé si he reinventado el oficio pero desde el principio, mi objetivo ha sido acompañar a los artistas para hacer realidad sus sueños –los más increíbles e insólitos. Además, he tratado de tender un puente para hacer más pequeña la brecha que existe entre el arte y otros ámbitos creativos, como la música, la moda y el diseño. [La Galerie Perrotin es conocida por sus glamurosas cenas y fiestas nocturnas frecuentemente acompañadas de una sorpresa como un concierto del cantante francés Sébastien Tellier o de la banda inglesa Massive Attack; el cantante Pharrell Williams ha diseñado, en colaboración con la galería, una edición limitada de sillas].

    Con la perspectiva que le da este cuarto de siglo en el negocio. ¿Cuáles son los cambios más significativos que ha percibido en el mercado? El mercado se ha desarrollado particularmente en Asia y han surgido nuevas ferias en Hong Kong, Singapur, Taiwán, etc. Ha emergido una gran cantidad de artistas, o han sido descubiertos por el mercado del arte occidental, como el movimiento coreano Dansaekhwa (pintura monocroma) fundado a principios de los 70, con artistas como Park Seo-Bo y Chung Chang-Sup, a quienes represento. Además, se han inaugurado infinidad de museos en Corea, China, etc. Creo que este es uno de los cambios principales y yo quería ser parte de esta ola; por eso abrí una filial en Hong Kong en 2012. Por supuesto, América Latina es otro polo artístico vibrante. Precisamente vamos a organizar una exposición sobre la escena mexicana en nuestra galería de París este verano. Internet nos da la posibilidad de estar en todas partes en el mismo momento pero nada puede sustituir a la experiencia de ver las obras in situ. Es por eso que, paradójicamente, la apertura de nuevos espacios sigue siendo notable.

    Usted ha sido instrumental en el lanzamiento de las carreras de artistas como Maurizio Cattelan, Takashi Murakami, Elmgreen & Dragset y JR. ¿Cuáles son sus mejores vivencias con ellos? Conocí a Takashi Murakami en 1993, en la Nippon International Contemporary Art Fair de Yokohama, y comencé a colaborar con él. Expuse por primera vez su obra en la feria que se celebra en el Gramercy Park Hotel de Nueva York en 1994. En aquel momento, ninguno de los dos hablaba demasiado bien el inglés y Takashi se comunicaba conmigo mediante dibujos. Desde entonces, le he organizado 9 individuales en mi galería; la próxima se inaugurará en nuestra sede parisina en septiembre de 2016. Me enorgullezco de haber estado a cargo de la organización de algunas de sus exposiciones más prestigiosas como la celebrada en el Palacio de Versalles en 2010, en Doha (Qatar) en 2012 y la que ahora tiene lugar en el Mori Art Museum de Tokyo.

    ¿Es cierto que Cattelan le hizo disfrazarse de pene? Sí, fue en 1995, con la obra Errotin el auténtico conejo, y gracias a ello disfruté de un reconocimiento internacional [dice riendo]. De hecho llevé puesto ese traje de conejo con forma de pene ¡durante seis semanas!. Su retrospectiva en el Guggenheim de Nueva York en 2011 fue memorable. Todas las obras [una mesa, una silla, un esqueleto de dinosaurio, burro…], colgaban suspendidas en el óculo de la arquitectura espiral, revelando múltiples perspectivas de cada pieza de una forma muy cinematográfica.

    ¿Cómo consiguió ‘fichar’ a la huidiza Sophie Calle? En 2001, intenté convencerla para que trabajara conmigo durante un periodo de dos años. Dos décadas después de su proyecto La sombra, donde se hizo seguir por un detective privado durante todo el día, le ofrecí volver a interpretar el papel. Aceptó, pero no quiso asumir un compromiso a largo plazo. El día-D, me invitó a un almuerzo con su madre y me entregó una tarjeta postal en la que había escrito “Sí”. Ese fue el comienzo de nuestra colaboración. Y aquel día se convirtió, paradójicamente, en una obra de arte, en la pieza Veinte años después.

    ¿Cómo conoció al ‘fotógrafo clandestino’ JR? Le conocí cuando tenía 27 años y decidimos de inmediato trabajar juntos. Yo era un admirador de su obra y su ingenio y un día, mientras conducía por una autopista de Shanghai, reconocí una de sus fotos gigantescas a lo lejos, en el paisaje de la ciudad, sobre una torre de agua. Yo desconocía que había un proyecto suyo en Shanghai. La forma en que JR deja su firma en diferentes ciudades de todo el planeta es fascinante. Tiene la energía y la capacidad de reunir a la gente para producir proyectos fabulosos. ¡Incluso recibió el Premio Ted en 2011!

    ¿Qué le atrajo de la pareja artística Elmgreen & Dragset? Su universo es único, reflexivo y de alguna manera alienante, en el buen sentido, algo situado entre la ficción y la realidad. Me encanta la forma en que transforman los espacios de la galería cuando exponen conmigo: en París convirtieron la sala en una morgue que exhibía el cadáver de su personaje Sr. B.; en Hong Kong recrearon una mansión dentro de un moderno rascacielos, mientras que en Nueva York reconstruyeron el apartamento de su personaje Norman Swann. Recientemente, el museo Plateau/Leeum Samsung de Seúl se convirtió en un aeropuerto y el Centro de Arte Contemporáneo Ullens de Beijing, en una feria de arte.

    ¿Cuál fue la primera exposición trascendente de su carrera? Por supuesto, las primeras que hice con Takashi Murakami, en 1993 y Maurizio Cattelan, en 1995, fueron hitos por muchas razones. Ellos y yo hemos ido evolucionando juntos y aquellas colaboraciones fueron especiales y valiosas. Además, monté la primera muestra comercial individual de Damien Hirst Cuando muere la lógica, en 1991. ¡Tuve que transportar las obras en el coche de mi madre!. La galería fue mi propio apartamento en ese momento y me vi obligado a vivir rodeado de fragmentos de cuerpos muertos. Trabajar con artistas me permite compartir aventuras maravillosas con ellos.

    ¿Recuerda la emoción que sintió al ‘descubrir’ a un artista? Iván Argote me envió un enlace a su página web cuando todavía era un estudiante a punto de diplomarse en la Escuela de Bellas artes de París. Yo le llamé para conocerle y hacerle una exposición. Fue así de sencillo. Visitar el estudio de un artista por primera vez es siempre una experiencia inolvidable y profunda. Se accede al lugar de inspiración y experimentación, que es al mismo tiempo un sitio bastante íntimo, incluso los estudios más grandes. Son momentos, por desgracia, raros…

    ¿Ha trabajado con algún artista español? Sí, en una ocasión. Organicé una exposición individual de Javier Vallhonrat en 2002.

    ¿Qué aspectos contribuyen hoy al éxito de un artista? Hoy en día, no podemos negar que el hecho de que un artista sea visible y activo en las redes sociales puede acrecentar su audiencia y le permite comunicarse directamente con ella de una manera eficiente. Sus obras se pueden ver al instante, simultáneamente, en todo el mundo. Daniel Arsham, JR, KAWS han comprendido este potencial y el poder de los nuevos territorios de Internet. De cualquier forma, los medios tradicionales, como las exposiciones en museos, las críticas, los libros, siguen siendo, sin duda alguna, determinantes.

    ¿Es coleccionista? Lo cierto es que no colecciono. No pude permitírmelo durante una gran parte de mi vida. He conservado algunas obras de arte, pero a menudo le he dado prioridad a los coleccionistas. Una y otra vez, he logrado reunir un conjunto de piezas que no imaginé poseer en mis comienzos, aunque nada comparable
    a las colecciones de los grandes marchantes del siglo XX.

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