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    Alberto García-Alix, revelar la vida

    Su fotografía es directa y cruda como la realidad misma. Alberto García-Alix (León, 1956), Premio Nacional de Fotografía 1999, descubrió un mundo propio con su cámara, con “la libertad de decidir cómo y dónde mirar”. Empezó a exponer en 1981 en la Galería Buades, cuando la joven galería, que se había fundado en 1973 y por donde pasaron obras de Warhol en 1977, se estaba convirtiendo en el centro de la modernidad con el impulso de la libertad que auguraba la transición, siendo uno de los puntos de encuentro de la Movida madrileña, donde se exponían las nuevas tendencias: figuración, abstracción, arte conceptual, junto a cortos de Pedro Almodóvar y películas de Bigas Luna. García-Alix retrató esa época y sus artistas. Pero de eso hace ya muchos años, su trayectoria ha estado colmada de premios y reconocimientos; es uno de los fotógrafos más relevantes, ha expuesto por todo el mundo y su obra está en grandes colecciones Internacionales como la del Museo Reina Sofía, los Fonds Nationales d’Art Contemporain en Francia, o la colección de la Deutsche Börse en Alemania. Pero no sólo es fotógrafo, sino también cineasta, escritor y editor y acaba de presentar Madrid. Libro de libros, en colaboración con el escritor Jorge Carrión, un volumen que forma parte de la serie Cities de Ivorypress, que explora la visión de un lugar a través de las palabras de un escritor y la mirada de un artista. [Marga Perera © Alberto García-Alix]

    A propósito de la publicación de Madrid. Libro de libros, ¿qué ha descubierto de la ciudad? Realmente, lo único a descubrir en Madrid durante la elaboración del libro fueron los lugares donde fotografié esa pulsión literaria que pertenece a nuestra ciudad. Como pueden ser el archivo Menéndez Pidal o el despacho de Ramón Gómez de la Serna, sitios a los que, si no es por este trabajo, no hubiese ido ni conocido. 

    ¿Cómo llegó a la fotografía? Por accidente. Mis padres me regalaron unas navidades una cámara de fotos. Ese mismo año me hice amigo de un muchacho y nos fuimos a vivir juntos al Rastro. Él montó, en un mini cuarto de la casa, un laboratorio fotográfico al que comencé a entrar por buscar una disciplina y la fotografía me sedujo. 

    ¿Cuándo empezó a sentirse fotógrafo profesional? Fotógrafo me sentí desde los primeros momentos, pero fue una pasión de aficionado hasta 1986, cuando me profesionalicé. 

    Formó parte de la Movida madrileña, ¿qué significó para usted y para los artistas de su generación? ¿Podría ambientarnos aquellos años? Para mí supuso iniciación, agitación, convulsión, frenesí y aprendizaje… ¿Ambientaros?.. La mejor manera posible sería mostrándoos mis fotos de aquella época. Llevan implícita la atmósfera, la pulsión y los actores de aquel momento. 

    También es escritor y se han publicado libros con sus textos, ¿qué relación tienen con su propia experiencia vital? Mis textos en general son autobiográficos y se nutren de mi experiencia vital. Escribir no me resulta fácil, me fuerza a un ejercicio de concentración donde las palabras reverberan y se colocan buscando resonancias que alimenten la narrativa propia… La ficción no es lo mío. 

    ¿Qué vínculos establece entre la palabra y la imagen? Nada hay mas creíble que la imagen. Pero nada que no haga visible la palabra. 

    La fotografía contemporánea española cuenta con grandes exponentes, entre los que se encuentra usted. ¿Cree que el medio tiene el reconocimiento que merece? El institucional es escaso y mezquino. Los fotógrafos hemos sido, y quizás aún somos, los patitos feos de las artes. Llevamos años pidiendo a las administraciones públicas un centro nacional de la fotografía. Es una demanda necesaria y vital para el desarrollo de la fotografía española. Mil veces lo han prometido y luego, donde dije digo, digo diego. 

    ¿Qué es lo que más le atrae de su trabajo? El diálogo que establezco con lo que miro por cámara es lo que hoy más me atrae. Es una íntima conversación con camino de ida y vuelta. 

    ¿Qué considera esencial en una fotografía? La emoción o poesía que desprenda. En otro orden de factores, también son im- portantes su intención, sinceridad y composición. 

    ¿Cuáles han sido sus experiencias más excitantes como fotógrafo? Mirar y decidir qué quiero ver es lo más excitante. A lo largo de cuarenta años hay muchas anécdotas, pero son sólo eso, anécdotas. 

    ¿Qué busca en el retratado? Atraparle en su expresividad y en la mía. 

    ¿Cómo es una sesión fotográfica para usted y para el protagonista? Para mí es tensa y lo justo es que también lo sea para el modelo. Retratar es un enfrentamiento, en el que fotógrafo y modelo sostienen un singular pulso. 

    ¿Alguna vez ha soñado con una fotografía que no ha podido ser? Soñado no, pero sí hay fotos que, por los motivos que fueran, no pude hacer y aún así, más que si las hubiese hecho, persisten en mi recuerdo. 

    De los personajes que ha podido retratar, ¿quiénes le han dejado huella? Los irreductibles al desaliento y los que encuentran excusas a su fracaso. 

    Usted ha creado imágenes icónicas, ¿podría comentar una que considere sintetiza su espíritu? ¿Sólo una?.. De cada década podría elegir varias. Sirva Lo que dura un beso como ejemplo. Besaba a una mujer frente al paisaje nocturno de un edificio y dejé el obturador de la cámara abierto. Serían tres o cuatro segundos. El resultado fue excelente y valió la pena. 

    ¿Qué maestros del pasado le inspiran? ¿con qué artistas de otras épocas siente afinidad? En general, todos los grandes maestros inspiran y estimulan nuestras emociones. Como creador, no soy ajeno a esas influencias. Últimamente voy mucho, por trabajo, al Museo del Prado y debo decir que el Barroco me deslumbra. La afinidad es más compleja pues implica re- conocer o encontrar similitudes de otros creadores con la propia obra. Ahora no se me ocurre ninguno. Nuestros gustos son cambiantes. Por poner un nombre de antaño, la fotógrafa Diane Arbus. 

    Como gran lector que es, ¿qué lecturas o autores han sido una presencia constante a lo largo de su vida? En 1976 leí por primera vez El viaje al fin de la noche de Louis-Ferdinand Céline y aún sigue siendo mi libro de cabecera y el que más me ha influido. 

    Garcia-Alix

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