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    La abstracción tropical de Beatriz Milhazes

    “Creo que lo que caracteriza mi obra es la libertad con la que combino diferentes conceptos, imágenes, colores, abstracción y figuración, todo ello dentro de una pintura muy racional y geométrica. Mi forma de trabajar consiste en utilizar la libertad con el orden” explica Beatriz Milhazes (Río de Janeiro, 1960) sobre su idiosincrasia artística. En 2012 la brasileña marcó un hito al vender en subasta un cuadro por más de dos millones de dólares entrando en el panteón de las artistas vivas más cotizadas del mundo. Representada por la poderosa galería Pace (la misma de David Hockney), sus obras tienen una lista de espera de varios años. Conversamos con la famosa artista carioca con motivo de la publicación por la editorial Taschen de una monografía sobre su carrera (un volumen de casi 500 páginas y más de 11 kilos de peso), a cargo de Hans Werner Holzwarth, de la que se han editado un millar de ejemplares firmados y numerados por la autora y cuyas páginas nos trasladan a su luminoso taller con vistas al Jardín Botánico. [Vanessa García-Osuna. Modinha, 2007. Foto: Beatriz Milhazes Studio, Rio de Janeiro ©Taschen]

    ¿Cuál fue su primera experiencia memorable con el arte? Hasta 1985, cuando empecé mis estudios de arte, mi contacto con las grandes obras de arte y los artistas internacionales a quienes admiraba, se producía exclusivamente a través de los libros. Fue durante un viaje a Europa ese año cuando tuve la oportunidad de ver esas obras en directo por primera vez. Y eso cambió mi vida para siempre. El impacto que produce ver una obra de arte en vivo es algo que nunca me ha abandonado. 

    Su primera vocación fue el periodismo, ¿qué le hizo cambiar de idea? En el mismo momento en que entré en la Escuela de Arte Parque Lage de Río de Janeiro, supe que aquel era mi sitio, que había encontrado mi camino. 

    Su estudio está al lado del Jardín Botánico de Río. ¿Necesita la cercanía de la naturaleza? Soy una artista de estudio. Mi taller es el alma de mi proceso creativo. Necesito sentir como mío el espacio en el que voy a trabajar, que tenga la atmósfera idónea y estar rodeada de naturaleza es parte de ello. En el caso de que suceda algo, tiene que ser en el estudio. Además, siempre me ha interesado la relación entre la naturaleza y las matemáticas. 

    ¿Los colores y el paisaje de Brasil son indisociables de su obra? Las combinaciones cromáticas son la esencia de mi trabajo. Si no siento que la construcción del color está bien dispuesta, no puedo decir que un cuadro esté terminado. Mi obra plantea múltiples preguntas sobre el color. Crea un sistema conceptual que también tiene que ver con el rigor, la belleza y el placer. 

    ¿Ha cambiado el uso que hace del color con los años? Sí, los colores han ido evolucionando al mismo tiempo que lo hacía mi lenguaje pero también en función del medio en el que trabajo en cada momento. He pasado del sentimiento más bien melancólico que dominó mi paleta de los años 90 hasta los fuertes contrastes cuando el color se encontró con la geometría y la óptica, pasando por el diálogo poético con el arte popular y la historia del arte. La pintura es un medio, pero el color es un poder de la naturaleza. Un poder infinito que tiene que ver con la propia vida. 

    En su obra se aprecian diferentes referencias: desde el modernismo brasileño, pasando por Matisse o Mondrian. ¿Quiénes han sido sus grandes influencias? Como bien dice, me he mirado en el modernismo brasileño que floreció en los años 30 con Tarsila do Amaral y también en el europeo, encarnado en las figuras de Matisse y Mondrian. Ellos han sido la fuente de la que beben mis conceptos y han configurado mi manera de entender la pintura. Soy una artista del trópico y el contexto en el que he crecido, vivo y trabajo me hace pensar de forma diferente. El barroco, el arte popular, el desfile de Carnaval, la naturaleza y todas las fuentes de contraste y belleza que se pueden encontrar en Río de Janeiro. Mis intereses abarcan des- de artistas como Bridget Riley, Ione Saldanha, Sonia Delaunay, Djanira, Wlademar Cordeiro, Luiz Sacilloto o Cruz-Díez, hasta el arte indígena, la cultura pop, pasando por la moda, el diseño de joyas y la geometría. 

    Las flores son un motivo típico de su obra. ¿Qué le seduce del universo floral? Las flores son un campo infinito de investigación y ofrecen innumerables posibilidades para la composición ya sea como tema, por sus formas o sus colores. Tengo un inventario de mis dibujos de flores. Algunas las he utilizado en el mismo formato y colores. Otras cambian según las necesidades de la composición. Al ponerlas cada vez de forma diferente, creo reacciones con los otros elementos con los que trabajo. En el proceso pictórico las flores deben funcionar como forma y color, pero su representación va más allá. Forman parte de diferentes rituales de la vida. Están asociadas a momentos felices y tristes. Las artes decorativas y aplicadas, el arte popular, el arte indígena, todos se han centrado en la observación de las flores. Las flores tienen una relación espiritual con los seres humanos, y eso me interesa. 

    ¿Cómo crea sus pinturas? ¿Su proceso pictórico está conectado con los conceptos del collage? Sí, desde el principio el collage ha estado conectado, conceptualmente, con mi práctica de estudio. En 1989 desarrollé una técnica de transferencia con pintura acrílica que llamé “monotransfer”. Este procedimiento me permitió construir mi lenguaje pictórico y traducir con más fidelidad mis pensamientos. La descubrí experimentando con una técnica de grabado, el monotipo, que me permitía pintar en láminas de plástico como si fueran una “segunda piel”, que luego pegaba a los lienzos. Una vez secos retiraba el plástico dejando la pintura adherida al lienzo. Lo bueno de esto es que pude seguir explorando las posibilidades del collage pero des- de una perspectiva puramente pictórica. Para mi la parte técnica del proceso creativo es muy importante. ¡Me siento como una científica!. Mi trabajo consiste en introducir nuevos elementos en mis cuadros y observar las reacciones que generan. A partir de ahí, a veces se evoluciona hacia algo nuevo, se da un paso más allá que nos permite seguir explorando. 

    Usted se ha reivindicado en la escena internacional utilizando técnicas tomadas de la artesanía y las artes decorativas, tradicionalmente desdeñadas por el mercado Soy una artista muy comprometida con la práctica artesanal. Todos los tipos de arte que requieren el uso de las manos me motivan. Sinceramente, me siento orgullosa de haber sido capaz de desarrollar un lenguaje propio que incluye desde el llamado “arte menor” hasta la pintura, considerada “arte elevado”. Hay arte bueno o malo, pero nunca superior e inferior. Ha sido un largo camino y un enorme desafío llegar a ser reconocida como una artista seria. No sólo he tocado temas “peli- grosos” como pintora, sino que soy mujer, y sudamericana, lo que hace todo eso aún más difícil… Creo que introduje cosas nuevas en los significados internacionales del arte abstracto. Como le dije a Iwona Blazwick [directora de la Whitechapel Gallery de Londres]: “Con la herramienta de la geometría pude organizar mi imaginación”. 

    Dice que sus obras son como ecuaciones matemáticas de fantasía. ¿Qué quiere decir? Me interesa la relación entre la naturaleza y las matemáticas. Mi proceso creativo es muy racional, con una lógica imaginaria, construida como si fueran ecuaciones, pensando en la estructura de la naturaleza y la historia del arte. 

    Sus cuadros tienen una lista de espera de varios años. ¿Cuál es su producción anual? ¿Cómo es su relación con el mercado? La relación entre los artistas y el mercado es un proceso de aprendizaje. Desde mis inicios en el arte, allá por los años 80, comprendí inmediatamente que quería trabajar con una galería. Esa fue una decisión temprana que me ayudó mucho cuando mi carrera y mi mercado despegaron a nivel nacional e internacional. Diría que mantengo una relación sana con las galerías que me representan. Se trata de un diálogo. Lo más im- portante es mantenerte apartada de las dinámicas del mercado, la galería debe entender el tiempo que necesitas para mantener la calidad de tu trabajo. 

    ¿Cómo cambió su vida después de convertirse en una de las artistas mujeres vivas más cotizadas del mundo? ¿El éxito le da libertad o es un condicionante? Tengo una posición interesante, especialmente porque he conseguido conciliar la crítica, las instituciones y el mercado. De hecho, esto le sucede a un grupo muy restringido de artistas, al margen de su nacionalidad, pero el hecho de ser brasileña y mujer lo hace todavía más valioso. Es estupendo tener éxito, pero no creo en él. Creo en el poder de mi trabajo. 

    ¿Ha dejado de pintar alguna vez? Sí. Pintar es duro y cada vez lo es más con el paso del tiempo. Exige mucha energía y necesito tomarme algunos descansos del pincel. Pero tengo la suerte de trabajar también otros medios como el collage, la serigrafía, los murales, los tapices y las esculturas. También he hecho escenografías para la compañía de danza de mi hermana [Marcia Milhazes Companhia de dança]. El diálogo entre los medios ha sido una maravillosa fuente de investigación para mis pinturas y viceversa. La pintura tiene sus propios tiempos y es importante escucharlos y respetarlos. 

    ¿Cómo ha afectado esta “nueva realidad” que estamos viviendo debido a la pandemia a su obra? El aislamiento forma parte de la rutina de un artista. Lo que fue nuevo, pero muy positivo, es que estuve trabajando en mi casa y no en el estudio durante unos tres meses. Y eso propició mi encuentro con el dibujo como parte de mi práctica pictórica. ¡Un gran logro! 

    ¿Piensa en la posteridad? Sí que lo hago. Y creo que los artistas deberían pensar en ella, porque tenemos obras, colecciones, libros, inventarios, estudios, etc. Muchas cosas de archivo. Es mejor que lo organices en lugar de fingir que no tienes esta responsabilidad. Es un proceso largo y lento y hay que con- centrarse y conseguir el apoyo adecuado. Es un trabajo de toda una vida y también una esperanza.  

    modinha-beatriz-milhazes

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