Miembro de una de las dinastías españolas de mayor solera en el mundo de la interpretación, Carlos Bardem (Madrid, 1963), parecía decidido, sin embargo, a buscar su sitio lejos de los focos. Tras licenciarse en Historia en la Universidad Autónoma de Madrid y diplomarse en Relaciones Internacionales, empezó la carrera de Historia del Arte. En 1999 publicó su primera novela, Muertes ejemplares que obtuvo una mención especial del jurado en el Premio Nadal, y sin dejar de lado su vocación literaria, comenzó a hacer incursiones en la gran pantalla que culminaron con una candidatura al Goya como mejor actor secundario. Los proyectos se le acumulan ahora a Bardem: acaba de presentar su cuarta novela, Mongo Blanco (Plaza & Janés) sobre un malagueño que llegó a ser el mayor negrero de su época, participa en la comedia A pesar de todo, producida por Netflix, en la que encarna a un extravagante pintor, y está pendiente del estreno en cines del thriller Adiós de Paco Cabezas. En esta entrevista cambia de registro para hablar de su curiosidad por la figura excesiva de Caravaggio, su fascinación por el arte político de George Grosz o de cómo encuentra inspiración tanto en el Museo del Prado como en la calle “generadora de arte vivo”. [Foto: Chris Esqueda]. Raquel García-Osuna
