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    Johnny van Haeften, cita con el destino

    Johnny van Haeften, aunque de origen holandés, nació y se educó en Inglaterra. Trabajó en Christie’s hasta 1977, cuando fundó la empresa Johnny van Haeften Limited abriendo su propia galería en 1982, en el número 13 de Duke Street, en el corazón del distinguido barrio de St. James, en Londres. Durante treinta y tres años se ha empeñado en contagiar su pasión por la pintura de los maestros holandeses y flamencos del siglo XVII y ahora es el único anticuario londinense especializado en este área. Es cofundador de la feria Tefaf Maastricht, de la que es expositor y miembro del comité ejecutivo. El reconocido experto nos concede una entrevista exclusiva en nuestro número de marzo, y del que ofrecemos un extracto:

    Comenzó su carrera en el departamento de sellos de Christie’s, siendo casi adolescente. ¿Qué aprendió allí que le resultara útil para su carrera posterior?
    Di mis primeros pasos en el departamento de Filatelia cuando tenía 17 años, porque en aquella época pretendía hacer carrera en el mundo de los sellos. Esa experiencia me enseñó a apreciar el trabajo minucioso y detallista que empleaban los maestros antiguos para retratar en ‘alta resolución’ las naturalezas muertas y los interiores. Cuando estudias de cerca los sellos, y los pones bajo la lupa, aprendes a distinguir las diferentes impresiones, entiendes la complejidad de la pintura holandesa y por consiguiente, puedes valorar la calidad y la condición.

    ¿Cómo nace su afinidad con la pintura holandesa?
    Estar en Christie’s me permitió entrar en contacto con todas las demás disciplinas, desde la plata y la porcelana hasta la pintura antigua y me empecé a sentir cada vez más y más seducido por este área. Del departamento de sellos pasé al de relaciones públicas que también me interesaba y eso me acercó un poquito más a mis adorados maestros antiguos, aunque, después de siete años de intentos fallidos, ¡nunca conseguí entrar en el departamento de pintura!. Esto explicaría mi afinidad con los maestros antiguos holandeses a los que comencé a estudiar a fondo mientras daba vueltas por la sala de ventas cada noche, cuando todos se habían marchado ya a sus casas, aferrado a un catálogo y, literalmente, dándome clases a mi mismo sobre las pinturas. En mi hora libre para el almuerzo solía acudir a la National Gallery donde comía mis sandwiches mientras estudiaba la Escuela holandesa; a veces bromeo diciendo que esta inclinación por la pintura antigua holandesa se debe a una resaca que heredé de mis antecesores y que aún me dura. De hecho, tengo un antepasado, Nicolaes van Haeften, que fue un pintor muy mediocre, activo entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, pero cuya obra me he dedicado a coleccionar con fruición pues ¡nadie más la quiere!. No ha habido ningún otro marchante de arte en mi familia, nunca.

    Johnny van Haeften
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