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    Entrevista a Sam Merrin

    En la exclusiva Quinta Avenida de Manhattan, la calle más famosa de Nueva York, conocida también como la ‘avenida de los millonarios’, tiene su sede The Merrin Gallery, un paraíso para el amante del arte clásico. Desde 1987 está al mando de esta renombrada firma Samuel Merrin quien tomó el relevo de su padre, Edward Merrin, fundador de la galería. Ed Merrin comenzó su carrera profesional en la joyería familiar pero ‘descubrió’ el arte precolombino durante su luna de miel en México y comenzó a coleccionar arte del Nuevo Mundo. Al principio, exponía estos objetos en su tienda con fines exclusivamente decorativos, hasta que un día, un cliente, en lugar de interesarse por una alhaja, le preguntó el precio de una de estas singulares antigüedades. Se encendió entonces una bombilla en la mente de Ed que encontró la auténtica vocación de su vida. Desde sus humildes inicios, compartiendo el local con la joyería, la galería se trasladó a su ubicación actual y se convirtió en una de las firmas más renombradas de arqueología con un prestigio incontestable como expertos en arte precolombino. Samuel Merrin, que este mes participa en la feria BAAF de Bruselas, desvela en esta entrevista las ventas y hallazgos más memorables de su carrera.

     Lleva toda la vida vinculado al arte antiguo. ¿Cómo recuerda sus primeras experiencias en la galería paterna?
    Crecí rodeado de obras de arte olmecas, mayas, y de otras culturas precolombinas, así como de antigüedades egipcias, griegas y romanas, y también pinturas modernas. Somos cuatro hermanos y mi padre se esforzó por llevarnos a cada uno de nosotros, por separado, a viajes de negocios por Europa para que aprendiéramos la profesión y a tratar con clientes y comerciantes. Aquellos viajes, y también los que hacíamos por Estados Unidos, siempre incluían visitas a museos. A mi padre le encantaba señalar los objetos que había vendido. De niño yo pensaba: «¡Me encantaría hacer lo mismo!”. Me enamoré de los objetos egipcios de la XVIII dinastía, así como de la escultura maya del periodo clásico.

     ¿Qué le impulsó a seguir la senda familiar?
    Desde niños mi hermana y yo mostramos una inclinación por el arte mayor que mis otros dos hermanos. De adolescentes, los dos disfrutábamos echando una mano en la galería familiar. Por mucho que mi padre afirmara que nunca trató de influir en mi trayectoria profesional, vio a un espíritu afín en mí y tomó especial cuidado en compartir conmigo su amor por el arte. En la universidad, fui alumno de la gran especialista en Arte Medieval de la Universidad de Tufts, Madeline Caveniss. Desde la primera clase, caí rendido ante la estética, la exquisita artesanía, el simbolismo y la historia de los objetos medievales. Mi primer trabajo, recién salido de la facultad, fue en los Claustros, el área dedicada al arte medieval del Metropolitan de Nueva York.

    Sam Merrin
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