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    Tom Sharpe: «Me gusta retratar a desconocidos»

    Tom Sharpe

    Vamos a hablar del fotógrafo Tom Sharpe (Londres, 1928) y no del novelista. Es la misma persona, simplemente esta faceta suya, es la menos conocida. Y eso que hubo una época, hace de esto mucho tiempo, en que fue fotógrafo profesional. Los dos tienen el mismo humor, la misma mirada directa y a la vez sutil sobre la sociedad, la misma sinceridad. Tom Sharpe nos habla, desde su retiro en Llafranc, en Cataluña, en donde reside la mayor parte del año, porque como él dice “aquí está mi médico”. Sus respuestas son pausadas, de alguien que está convaleciente. “Mi estado de salud no es bueno, apenas puedo caminar”, nos dice.

    Como verdadero artista, escritor, fotógrafo que es, a Tom Sharpe no le gusta hablar de sus obras. Prefiere que las lean y que las miren. No acude a actos sociales por problemas de salud, y no pudo asistir a la inauguración de su reciente exposición Fotografías. Cambridge años 60 en La Taché Gallery de Barcelona.

    Sin pretender contar nada ni transmitir nada, Sharpe empezó en el mundo de la fotografía por placer. Cuando daba clases en un internado en Sudáfrica en los años 50, un profesor, antes de marcharse, le dejó una cámara de plástico. En cuanto pudo, Tom Sharpe la cambió por una Leica y se hizo con todo el equipo que le permitiría revelar las fotos él mismo: una cubeta de revelado, los productos químicos y los recipientes para hacer copias y, por último, una ampliadora.

    En África, sacó 36.000 fotografías. Se recorría los suburbios. Captaba la vida de una población desprotegida, hundida en el hambre y viviendo en pésimas condiciones. En cuanto se descubrieron, las fotos fueron destruidas por el régimen del apartheid y Sharpe tuvo que volver a Cambridge. Afortunadamente, se salvaron 6.000 placas que el escritor había depositado en casa de un amigo.

    Las treinta fotografías que se han expuesto en La Taché Gallery corresponden a ese momento de regreso. En Cambridge años 60 las imágenes cuentan, tanto como muestran. Fotografías inéditas, en blanco y negro, de cada una de ellas, no cabe duda, se podría sacar una historia. Del policía. De la viejecita inglesa paseando a su perro. Del hombre con bastón. De la monja. De la señora leyendo un libro. Del vagabundo con su birrete. Personajes, clásicos ingleses, pero que con los gestos y posturas que exhiben, revelan un pasado, una cultura, una familia, una vida. Para Tom Sharpe, una historia que contar. Allí se quedó una década, como profesor en la Escuela de Artes y Tecnología de Cambridge.

    Usted que es un fotógrafo autodidacta y que se considera realmente escritor, ¿puede decirnos qué artista o fotógrafo le ha influenciado más que nadie?
    Yo creo que el francés Henri Cartier-Bresson es el artista con quien me siento más cercano dentro del mundo de la fotografía.

    En su exposición, todas las fotografías captan gestos, momentos vividos por personas. ¿Le hubiera gustado retratar a alguien en concreto, a un artista por ejemplo, a un escritor que haya conocido?
    La verdad es que no. Lo que me gusta es retratar a personas anónimas, a desconocidos, gente de la calle, de la vida diaria. Jamás a alguien en particular.

    Las fotografías que expone en La Taché Gallery muestran a personajes comportándose de forma algo ridícula. Como en sus novelas, -me refiero a Porterhouse Blue, por ejemplo-, ¿busca también a través de ellas una mirada divertida del espectador o más bien una crítica de la sociedad?
    No busco ni una cosa ni otra. Cuando salía con mi cámara por las calles de los diferentes lugares en los que he vivido, lo hacía exclusivamente por placer y cuando veía alguien, un momento que captaba mi atención, lo sacaba. Pero no iba detrás de nada en concreto. Buscaba a las personas y sus momentos.

    Sus fotografías muestran momentos de la vida real inglesa. ¿Piensa usted que la fotografía es una reescritura de la vida misma?
    Es difícil de contestar. Cuando fotografío, todo es vida real, ¿pero luego? En cierta manera es una forma artística de retratar la vida.

    La mirada de un escritor se parece a la de un fotógrafo?
    No sabría decirle. De lo único que me doy cuenta ahora es que a todos los sitios a los que he ido y que han sido muchísimos, siempre he querido fotografiarlo todo. Creo que en eso he sido mejor fotógrafo que escritor.

    En África pensó en abandonar la enseñanza y convertirse en fotógrafo profesional. ¿Cuáles fueron las razones de este cambio?
    De eso hace ya mucho tiempo. Ahora soy escritor.

    ¿Es más fácil aproximarse y entender una fotografía que un texto?
    Pienso que leer lo que escribo es más importante. Me siento escritor solamente.

    Sus años en África no solo le convierten en fotógrafo sino que escribe dos novelas sobre sus experiencias: Reuniones tumultuosas y Exhibición impúdica. ¿España le ha inspirado o abierto puertas creativas de algún modo similar?
    Aquí vive mi médico y la medicina es la razón principal por la cual estoy aquí. Pero sí, a veces salgo de casa con mi cámara y saco fotografías. De hecho, creo que lo voy a hacer hoy mismo. ¡No!. Es una broma. No trabajo así. Sobre España solo he escrito un episodio.

    ¿Tiene usted obras de otros artistas?
    Sí, tengo obras de arte y fotografías de otros artistas pero esta todo en Cambridge, en donde vive mi mujer. Aquí en Cataluña, o en España como usted dice, lo que tengo son mis fotos. Las exponen muy bien. En Inglaterra no tengo muchas ganas de hacer una exposición. Francamente, no me gusta Inglaterra. No vuelvo casi nunca, solo porque debo. Mi mujer vive allí, es una mujer maravillosa.

    Jacinta Cremades
    Foto: Jamima Sharpe

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