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    Un mundo ideal

    La representación del paisaje en el arte moderno es la sugerente propuesta del Espai Carmen Thyssen de Sant Feliu de Guíxols con la muestra Un mundo ideal, de Van Gogh a Gauguin y Vasarely, que podrá visitarse hasta el 15 de octubre. Pilar Giró, comisaria de la exposición, nos aproxima a este mundo utópico creado por pintores que plasmaron en imagen sus pensamientos y emociones frente al paisaje.

    ¿Con qué criterio ha escogido los artistas y las obras? La selección se ha realizado de forma cuidadosa para tejer un discurso en el que se vean reflejadas las inquietudes del momento en el que fueron creadas las obras, pero mostrando a su vez la vigencia de esas miradas, la fuerza de la perpetuidad que la pintura otorga a la imagen proyectada. Ese mundo ideal que existe en nuestra consciencia y en nuestro deseo, que a menudo sólo parece habitable desde el concepto, la pintura lo convierte en el placer de tornar visible lo imaginable.

    ¿Cómo evoluciona ese mundo ideal representado en la exposición? Se ha procurado poner en primer plano el vínculo del individuo con el entorno, en relación a las inquietudes de cada contexto histórico. Ya en el renacimiento el mundo dejó de ser el símbolo de representación de Dios y en el romanticismo la exaltación de la relación sacra del hombre con la naturaleza es explorada casi hasta la sensación de abismo. Por eso esta muestra se inicia en el naturalismo, como un período de equilibrio, de aproximación a un mundo objetivable. Un mundo que se desea conocer, comprender, aprehender su belleza múltiple, a menudo desde entornos sencillos, humildes, poniendo de relieve el nexo laboral del individuo con la naturaleza, espacios naturales humanizados, las construcciones de molinos, las playas con barcas de pesca, los campos labrados… El impresionismo cambiará la representación de esa naturaleza que acoge al individuo para analizarla desde un punto de vista científico, de ahí que las obras seleccionadas en este apartado sean una lección de articulación cromática, de las sensibilidades que pueden despertar las distintas incidencias de la luz sobre un mismo paisaje. Ver y mirar la naturaleza como un jardín, como un espacio amable sobre el que el artista tendrá como reto atrapar y perpetuar el instante: la siembra, la siega, el florecimiento, el paseo, el instante vivido en relación con el mundo. En la sección de las vanguardias se hace hincapié en la multiplicidad de mundos ideales que conviven desde la transgresión de los cánones plásticos establecidos. Para ello se han elegido obras cubistas, constructivistas, op art, novecentistas, neosurrealistas… que abren la ventana a imaginar que cualquier mundo capaz de ser soñado puede llegar a ser real.

    ¿En qué punto del recorrido el artista se libera de la representación? En la última parte de la muestra el espectador encontrará todo un universo simbólico que libera al artista de la representación dérmica del mundo. La multiplicidad de miradas que el cubismo pone sobre un mismo plano rompe con el sentido de perspectiva desarrollado desde el renacimiento. Ya no será la mirada del ojo la que proyecte un mundo ideal, sino la del alma. El lenguaje constructivista de Torres-García, de signos ancestrales como el pez, el reloj, el templo… acerca la pintura al espacio del relato, el relato de cómo pueden ser las almas que habitan un mundo ideal. O Vasarely, cuyas obras trasladan al espectador del mundo al universo para escuchar la música de las esferas y volver a la tierra sobre un espacio de armonía geométrica. La llegada de las vanguardias no significo el abandono de la representación figurativa del mundo, como ilustramos con obras sobre el mundo ideal que buscó el novecentismo en Cataluña o el onírico del neosurrealismo.

    ¿Cómo ha conectado el camino entre Van Gogh y Gauguin a Vasarely?
    De hecho quien conecta a Van Gogh, Gauguin y Vasarely en esta exposición son sus contemporáneos. Entendiendo la pintura como un camino de lazos entre pasado y futuro, entre memoria y sueño. Uno de nuestros objetivos es crear un relato que permita contemplar los cuadros como una continuidad hermenéutica de la existencia humana. Los artistas citados en el título lo están porque la obra seleccionada para la exposición es claramente representativa de cada uno de los tres períodos por los que discurre: Van Gogh representa el naturalismo desde el realismo de la dureza del trabajo en el campo; Gauguin exalta la luz y la libertad de la pincelada que busca el impresionismo y Vasarely, considerado el padre del op art, nos acerca a una nueva realidad alejada del referente figurativo. [Imagen: Joan Llimona i Bruguera. Paisaje con flamenco. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza]

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