François-Xavier Lalanne se trasladó a París a los 18 años y alquiló un estudio al lado de Constantin Brâncuși, a quien solía agasajar con vodka y cigarrillos. El gran escultor lo introdujo en el círculo de los surrealistas que tuvieron una gran influencia en la obra del joven artista. Antes de ser reconocido, Lalanne se ganaba la vida como guarda en el Louvre, donde pasaba horas estudiando la colección de animales de arte egipcio cuya influencia sería evidente en toda su obra escultórica. Sus famosas esculturas de ovejas, ahora conocidas como Mutones de lana, se presentaron por primera vez con el título Para Polifemo, en referencia a un pasaje de La Odisea de Homero en el que Ulises y sus camaradas cegaron al cíclope Polifemo, y escaparon de su cueva camuflados con las pieles de sus ovejas gigantes. La que se ofrece hoy en Phillips Londres, realizada en bronce patinado, cobre y piel de oveja, sale a pujas entre 170.000 y 220.000 euros.
