La pintoresca localidad medieval de Sant Martí d’Empúries, en la Costa Brava, es donde pasa el confinamiento el pintor Gino Rubert. Hijo del filósofo catalán Xavier Rubert de Ventós, Gino Rubert nació en 1969 en México D.F. El artista, que presentó sus últimas creaciones en el stand de la galería Senda en la pasada edición de ARCO, reparte su tiempo entre Barcelona y Berlín. Su obra, a menudo en clave autobiográfica, explora el interior del individuo, introduciéndonos por la ruta natural de pensamiento-emoción-reacción, y así poder reflexionar sobre uno mismo y sobre nuestro estar en el mundo.
¿Cómo está viviendo esta crisis? No me quejo. Estoy en Sant Martí d’Empúries, donde tengo mi estudio, confinado con mi novia.
¿En qué ocupa su tiempo durante estos días de confinamiento? Poniendo orden en la casa, en el archivo, comunicándome mucho por teléfono y videoconferencia con familiares y amigos…
¿Qué lecturas, películas o música le ayudan a sobrellevar la situación? Hasta ahora he estado muy pendiente de las noticias y de mis familiares; lecturas y películas, pocas.
¿Está trabajando en estos momentos? Me ha costado, pero finalmente me he puesto a ello. En cosas nuevas… Algo en el aire me hace difícil continuar, o retomar las cosas o proyectos en los que estaba antes de la aparición del “bicho”.
¿Cree que esta experiencia tendrá reflejo en su obra de alguna forma? Seguro. No sé en qué forma o medida.
¿Cuál sería el primer museo que le gustaría volver a visitar en cuanto sea posible? Probablemente, el Museo de Antropología de Ciudad de México…
