Se levanta la cortina y atisbamos a una hierática dama que sostiene un álbum con la efigie de su amado, también a un cuarteto de mujeres en duelo que dan la espalda al espectador, así da comienzo este viaje al universo de la emoción concebido por la Galería Tournemire, dirigida por Lara Tournemire y Juan Manuel Jurado que, en mayo, cumple un año de su apertura en el madrileño barrio de Justicia, y lo hace con La emoción secuestrada una exposición de la pintora Cristina Toledo (Las Palmas, 1986) que puede visitarse hasta el 13 de abril.
«Mi obra parte de un interés por la transformación de la imagen fotográfica en imagen pictórica -explica la artista- Mi trabajo consiste en rescatar material fotográfico de cualquier procedencia (red, prensa, archivos familiares….) y elaborar otras representaciones que propicien nuevas lecturas». Apoyándose en la imaginería victoriana, ha recreado escenas que giran en torno al dolor y la pérdida, pero lo hace escenificando momentos en los que los sentimientos, obligados a aflorar, pueden ser artificiales, de ahí que el matiz emocional del sufrimiento quede anulado por el hecho mismo de la pose. Estos “anti-retratos”, en tanto en cuanto algunos de sus modelos, de actitud contenida e inescrutable, ocultan sus rostros, se basan en antiguas fotografías que han inspirado a la autora composiciones pictóricas que narran historias oscuras y misteriosas. Desde un punto de vista formal, tanto en la velada paleta de grises como en la pincelada resuelta pueden encontrarse ecos de la pintura de Luc Tuymans, las fotografías de Barbara Kruger o los dibujos de Marcel Van Eeden. Interesada desde el principio de su carrera por el papel de la mujer, Toledo abre aquí una ventana indiscreta a un mundo que ya no existe en su apariencia exterior pero cuya esencia permanece.
