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    Meissen. La reina de las porcelanas

    En Europa, la reina de las porcelanas es Meissen, la manufactura más antigua del Viejo Continente. Fue a principios del siglo XVIII, cuando el alquimista alemán Johann Friedrich Böttger fue llamado a palacio por Augusto el Fuerte para convertir el metal en oro; no logró oro, pero sí una fórmula para hacer porcelana, y en 1708 se producía la primera pieza en Meissen.
    Los expertos en porcelanas de varias casas de subastas europeas nos explican qué es lo que más aprecian los coleccionistas y qué hay que tener en cuenta para valorar una pieza.

    La porcelana de Meissen hasta 1756 es la más apreciada por los coleccionistas, así como las piezas pintadas con chinoiserie hasta 1735 o la porcelana que procede de colecciones célebres.
    Existe gran interés por las esculturas de animales de 1730-1735 manufacturadas por Augusto el Fuerte”, dice la experta de Dorotheum-Viena, Ursula Rohringer. «El mercado de la porcelana se ha disparado en estos últimos años -apunta Nette Megens, experta de Bonham’s Londres-. A principios de los 90 se consiguieron precios muy altos para piezas Meissen del siglo XIX debido a la pujante demanda de los compradores japoneses, pero parece que la serenidad ha vuelto al mercado.
    No obstante, siguen pagándose cifras muy elevadas para la mejor porcelana de Meissen del siglo XIX. Por ejemplo durante las tres sesiones en las que se dispersó la Colección Hoffmeister (2009-2010) salieron a pujas más de 300 lotes procedentes del Museo de Artes Aplicadas de Hamburgo y se consiguieron cifras extraordinarias.
    En aquellas subastas encontramos nuevos clientes en Italia muy interesados por las excepcionales piezas heráldicas de la colección Hoffmeister, tal como un pote para café realizado para el Papa Benedicto XVI y piezas concebidas como regalos diplomáticos de la corte de Sajonia a las familias venecianas que alojaron al Príncipe Friederich Christian y su hermana, la futura Reina de Nápoles».
    Para los coleccionistas es muy importante conocer la historia de la pieza.
    «Ciertamente, los coleccionistas de porcelana se vuelven locos cuando llegan al mercado piezas de origen reconocido, como sucede con el arte chino, la procedencia puede marcar una gran diferencia. Pudimos comprobarlo el pasado diciembre, con motivo de la venta de una colección de Meissen restituida a los herederos del banquero judío Gustav von Klemperer y su esposa Charlotte.
    Probablemente fuera la mejor colección de antes de la guerra y había sido publicada en un catálogo en 1926», añade Nette Megens.

    LA MARCA MÁS IMITADA
    A lo largo de la historia de Meissen ha habido una evolución en las marcas de la base, y uno puede preguntarse si estas diversas marcas, como indicadores de distintas épocas, influyen en la calidad de las piezas.
    ¡Una pregunta difícil!, -afirma Nette Megens- la respuesta obvia es: lo último que hay que mirar cuando se valora una porcelana de Meissen son las marcas. ¡Probablemente sea la marca más imitada de la historia de la porcelana europea!.
    Aún en el siglo XVIII ya se usaban las famosas espadas cruzadas. En el XIX el copista más famoso fue Edmé Samson, que incluso adquirió modelos reales Meissen como ejemplos.
    Una forma sencilla de discernir si una pieza es del XVIII o del XIX es buscar un largo número grabado, que empieza usualmente por una letra. Estas combinaciones de código son una señal típica de Meissen desde la segunda mitad del XIX, y corresponden a los números de modelo publicados por la factoría Meissen. La fábrica aún añade el número de modelo a sus piezas, ahora prensados en lugar de grabados».
    Ursula Rohringer opina que «las distintas marcas en la base no suponen ninguna diferencia en la calidad de las piezas, la excepción es la segunda, tercera o cuarta calidad, que puede ser reconocida por marcas especiales, llamadas Schleifstriche» [tiempo de molienda; a más tiempo más finura en la pasta].
    «La factoría de Meissen es más conocida por las marcas con espadas azules cruzadas, tomadas del escudo de armas de los Electores de Sajonia. Las piezas más antiguas habitualmente no están marcadas. Se usaron varias marcas entre 1720, 1730 y 1740; por ejemplo, la marca de Augustus Rex or AR, empleada en las piezas hechas por Augusto el Fuerte o su hijo, Augusto III, o piezas que fueron marcadas con otras iniciales, como KPM o KPF, indicando la Real Factoría de Porcelana. A los coleccionistas también les seducen las primitivas marcas, como las grabadas del Palacio Japonés en piezas para la mesa del Comedor Real y marcadas KHC (Koeniglische Hof Conditorei). Hay que recordar que Meissen fue la primera factoría de porcelana genuina en Europa y por ello fue muy imitada, la marca de las espadas cruzadas en una de las más copiadas», sostiene Rodney Woolley, jefe del departamento de porcelana de Christie’s Londres.

    Cotizada elegancia
    Las piezas de Meissen se caracterizan por un engobe blanco y cristalino (las zonas sin barniz tienen un aspecto yesoso) y, en su decoración, por un turquesa grisáceo y lechoso, un amarillo muy limpio y unas pinturas nítidamente delineadas. Uno de los motivos decorativos favoritos era un tipo de pintura de flores muy estilizado, fuertemente coloreado y de formas lineales; se basaba en fuentes orientales y se le conocía como indianische Blumen. En 1726-1727 se introdujeron los fondos con color y, a partir de 1721, se hicieron experiencias usando un azul bajo el barniz.
    Hacia 1740 hubo una creciente dependencia de fuentes francesas (Watteau, Greuze y Pater) siguiendo con el naturalismo y el empleo de escenas de batallas. Durante la guerra de los siete Años, los prusianos ocuparon Meissen en 1756; aunque la factoría volvió a fabricar en 1763 nunca volvió a recuperar su esplendor. A finales del siglo XVIII sus porcelanas iban decoradas en un estilo neoclásico copiado de sêvres.

    Modelistas y coloristas
    En la década de 1720, en Meissen predominaron los coloristas; en la siguiente, les llegó el turno a los modelistas. El más grande de todos fue J.J. Kändler. Una de sus obras maestras, realizada con la ayuda de J.F. Eberlein, fue el servicio del cisne: el más fastuoso del siglo XVIII que tenía 1.000 piezas. Antes de morir, Kändler hizo más de 900 modelos, de los que posiblemente los más famosos fueron los de la serie de figuras de la commedia dell’arte.

    Los más deseados
    “Creo que debería decir los grupos de figuras. Debe ser una tendencia internacional porque tenemos coleccionistas rusos, norteamericanos y japoneses -detalla Nette Megens- Todo depende de la rareza del objeto, pero si estamos hablando del más raro y el mejor, ¡el límite es el cielo!. sin embargo, puede coleccionarse porcelana de Meissen del siglo XVIII aunque se disponga de un presupuesto modesto.”
    “Las piezas de Meissen anteriores a 1740 son las más apreciadas por los coleccionistas -explica Ingrid Gilgenmann, de Lempertz, Colonia-. si se posee una pieza del primer período Meissen, lo ideal sería que tuviera también una marca como AR o caduceo o K.P.M., aunque la calidad de la pintura es siempre lo más definitorio. La pieza ideal es antigua, con una delicada pintura y una marca rara. Las figuras del primer período Kändler con pinturas y los grandes jarrones de la corte real de Dresde son los objetos más deseados”.
    “El siglo XVIII es el período más valorado por los coleccionistas, en particular las piezas datadas entre 1710 y 1745 cuando el más prestigioso decorador, J. G. Höroldt, y el más reputado modelador, J. J. Kändler, estaban en la cima de sus carreras. Mientras que en los siglos XVIII, XIX y XX, las piezas y las formas decorativas realizadas en la factoría eran de fina calidad y reflejaban la moda de su tiempo, las piezas primitivas revisten mayor interés para los coleccionistas. La mayoría persigue las primeras piezas producidas por Böttger, el arcanista que descubrió el secreto de hacer pasta dura o verdadera porcelana. Algunos son diseños para primitivas decoraciones; en particular, la asociada a la chinoiserie con Höroldt y sus seguidores, es muy distintiva y vivaz, así como piezas decoradas a partir de originales chinos y japoneses”, dice Rodney Woolley.

    No apto para especuladores
    “La porcelana es una buena inversión con tendencia a subir, siempre que sea de la mejor calidad y se halle en perfecto estado”, afirma Ursula Rohringer. “Al no existir demasiado coleccionismo de porcelana en España, los precios no son altos, y puede haber piezas buenas a partir de 300-500 euros”, dice Jordi Carreras.
    “Un plato de la Compañía de Indias se puede encontrar a partir de 200 euros. Por supuesto, la porcelana es una buena inversión si es una pieza interesante y está bien conservada”, explica Paloma Díaz de Aguilar.
    “La porcelana de Meissen ha sido coleccionada y valorada desde los primeros días de la factoría y sigue siendo una de las más solicitadas por los coleccionistas. Las mejores piezas suelen ser objeto de intensas disputas en las subastas por los coleccionistas ricos y bien informados. Las más caras vendidas hasta la fecha fueron dos grandes modelos de grullas modelados por Kaendler para el menaje de porcelana del Palacio Japonés. se vendieron en Christie’s Paris en 2005 por 5.160.000 euros”, explica Rodney Woolley.
    La opinión de Nette Megens es que “como en todo, si se compra con cabeza, no se corre un gran riesgo. se puede empezar a coleccionar porcelana Meissen del XVIII a partir de una suma sorprendentemente modesta. Aparte de la satisfacción que proporciona el coleccionismo, la porcelana Meissen mantendrá siempre su valor, por ser un campo potente de coleccionismo internacional. No es un mercado especulativo como el del impresionismo o el arte contemporáneo. Los precios no están tan inflados. El mercado de la porcelana, así como el de la plata, se mantuvieron estables sin grandes variaciones incluso durante la crisis de 2008. No hemos notado caídas en el interés ni en los precios. si quiere una ganancia rápida, tendrá que comprar y vender y ¡hacerse distribuidor!”

    Aún asequible
    “si realmente se desea formar una colección, deberá asumir algún riesgo: los coleccionistas a veces pagan grandes cantidades por cosas sin las que no pueden pasar, pero cuyo precio no podrán recuperar cuando las vendan -opina Nette Megens- sin embargo, usualmente, los precios pagados quedan compensados por otras rarezas y ‘hallazgos’ que se pueden hacer cuando se entiende de la materia o se cuenta con un buen asesor. La excitación de la ‘caza’ es una parte esencial del placer del coleccionista. Se ha detectado una fuerte subida en los precios debido a la pujanza de coleccionistas rusos, pero ¡imaginemos lo que pasará cuando los chinos descubran la belleza de la porcelana Meissen!”

    Las subastas españolas
    “Las factorías de porcelana más frecuentes en las subastas españolas son las alemanas, sobre todo de sajonia; francesas, especialmente sèvres y Limoges; e italianas, especialmente Capodimonte. Lo habitual es que sean del siglo XIX o del primer tercio del siglo XX. Es raro, aunque no imposible, que salgan piezas en Barcelona del siglo XVIII -dice Jordi Carreras de Subastas Balclis, Barcelona- y generalmente las más valoradas son los grandes jarrones de sèvres con monturas en bronce. Jarrones, cajas y piezas “contenedoras”, suelen gustar más que los típicos grupos de figuras”. Paloma Díaz de Aguilar, directora de Subastas Ansorena, Madrid, amplía el repertorio: “son las alemanas como Meissen, Plaue, Volkstedt-Rudolstadt; las francesas, sèvres, Limoges, Viejo París, y la oriental, china y japonesa, Compañía de Indias, Imari, Cantón, satsuma. La más valorada es la española del siglo XVIII, Moncloa y Buen Retiro, principalmente las figuras de bulto redondo, y la oriental antigua”.

    Anna Camp

    Meisen 2

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