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    Nasser David Khalili. El embajador cultural del Islam

    «Dios es hermoso y ama la belleza», reza uno de los hadith del Profeta Muhammad favoritos del profesor Nasser David Khalili, coleccionista judío de origen iraní propietario de una de las más importantes colecciones privadas de arte islámico del mundo. El profesor Khalili apuesta por el arte como lenguaje universal y a través de su Fundación Maimónides promueve la armonía entre judíos y musulmanes.
    Sus cinco colecciones [de arte islámico, arte japonés, tejidos suecos, damasquinados españoles y esmaltes] se han expuesto en 35 museos de todo el mundo y su catalogación ha ocupado 32 volúmenes aunque el resultado definitivo alcanzará los 52 tomos.
    Khalili nació en 1945 en Isfahán en el seno de una distinguida familia de anticuarios perteneciente a la activa comunidad judía de Irán cuyas raíces se remontan a la conquista de Babilonia por el rey persa Ciro el Grande en 538 a.C. Al coleccionista persa le gusta recordar que cuando apenas contaba catorce años, y ya viviendo en Teherán, tras discutir con un maestro escribió un peculiar libro glosando las vidas de 225 genios de la historia. Esta anécdota revela esa capacidad de trabajo extraordinaria que le ha llevado a triunfar en el mundo de los negocios.
    En 1967, tras cumplir el servicio militar, se trasladó a Norteamérica donde estudió ingeniería informática y empezó a dar sus primeros pasos en el mundo del arte. Allí conoció a la que sería su mujer, una inglesa con la que se marchó a Londres donde reside desde entonces. En la capital del Támesis, Khalili continuó con sus estudios obteniendo un diploma en Laca Persa en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres.
    El señor Khalili, con quien Tendencias del Mercado del Arte ha tenido el privilegio de conversar, sostiene que “coleccionar es algo similar a una sinfonía. Entre mis cuatro colecciones poseo cerca de 25.000 obras de arte y todas ellas ocupan su lugar como si fuesen instrumentos de una orquesta”.

    La suya está considerada la más importante colección privada de arte islámico del mundo, y usted ha sido definido como el ‘embajador cultural’ del Islam por su contribución al entendimiento entre culturas. ¿Cómo afronta este compromiso?
    Siento una enorme alegría al poder desempeñar un papel significativo en el entendimiento entre las diferentes naciones con el arte como lenguaje universal.

    En cierta ocasión usted dijo que no se considera ‘propietario’ sino ‘custodio’ de sus obras de arte…
    Siempre he sentido que todo en nuestra vida pertenece al Todopoderoso y cada uno de nosotros, como creaciones suyas, desempeñamos un papel. Creo que lo importante es que dediquemos algo de nuestro tiempo a tratar de mejorar en lo que podamos las vidas de los demás. Al final del día, la verdadera realidad es que nada pertenece a nadie, y el dueño último de todo es Dios. Así que somos meros custodios temporales de nuestros bienes.

    Usted nació en un país musulmán [Irán] y creció rodeado de arte islámico. ¿Qué supuso crecer en el Irán de los años 50 y 60? A pesar de proceder de una familia judía, ¿heredó de su familia su amor por el arte musulmán?
    Aunque nací en un país musulmán, mi niñez y adolescencia, en los años 50 y 60, fueron increíblemente armónicas y guardo infinidad de recuerdos felices de aquellos días. No conozco otras religiones que tengan la misma raíz como sucede con el Judaísmo y el Islam que comparten al profeta Abraham.

    “Cuando empecé a coleccionar era un soñador. Comencé con una especie de ‘bolsita de semillas’ pensando que tal vez algún día tendría un bonito jardín. No sospechaba que éste fuera a convertirse en un frondoso bosque” dijo usted una vez. Después de toda una vida coleccionando siempre hay satisfacciones y contrariedades. ¿Cuáles han sido las más significativas?
    Mis únicos disgustos tienen que ver con no haber podido conseguir alguna pieza importante para mi colección. Afortunadamente esto no me ha sucedido demasiado a menudo, y en cuarenta años he sido capaz de dar forma y contenido a mis cinco colecciones.

    ¿Recuerda cuál fue el primer objeto que entró en su colección?
    Un precioso y rarísimo estuche para pluma de principios del siglo XIX que, debo reconocer con orgullo, ¡aún conservo!.

    Usted posee otras cuatro importantes colecciones, aparte de la islámica: la japonesa, la sueca, la española y la de los esmaltes. ¿Por qué no ha coleccionado nunca arte hebreo?
    Antes de empezar estas colecciones me di cuenta de que existían ya demasiados coleccionistas de arte hebreo así que una nueva colección realmente no hubiera aportado gran cosa a lo que ya existía.

    Lo que convierte a su colección de Arte Islámico en única es su extraordinaria amplitud y profundidad. Cronológicamente abarca desde el siglo VII hasta principios del XX, y su radio geográfico incluye todo el globo. ¿Cuál es la filosofía que le ha inspirado?
    Detrás de cada una de mis colecciones reside una visión muy simple: cuando voy dándoles forma pienso en una orquesta y quiero que cada instrumento tenga un papel clave que ofrezca una armoniosa sinfonía que todos puedan disfrutar. Cada una de mis cinco colecciones son las más extensas del mundo en su ámbito, y eso es el fruto de haber sabido tocar las notas adecuadas componiendo una sugerente melodía.

    ¿Le interesa el arte islámico contemporáneo?
    A estas alturas de mi vida siento que ya es demasiado tarde para involucrarme en otra área diferente. Obviamente, disfruto con algunas de las cosas que veo en el arte contemporáneo, pero únicamente colecciono con el objetivo de apoyar a un artista concreto y exponer luego sus obras en mis casas y oficinas.

    El Islam tiende a ser percibido por los europeos como una fuerza hostil y amenazadora hacia la civilización occidental. Una vez usted declaró que “la única arma de destrucción masiva es la ignorancia”. ¿Cómo podría cambiar esta percepción?
    Mi afirmación debería ser tenida en cuenta muy seriamente, porque la auténtica fe del Islam se ha visto desvirtuada por la ignorancia, y se ha minusvalorado la importantísima contribución que el arte y la cultura islámica han tenido en el resto del mundo durante siglos. Ahora es el momento de que los medios de comunicación y quienes toman decisiones en el mundo dejen de decir falsedades y den a conocer la verdad del Islam.

    El arte islámico ¿es más profano que religioso?
    A diferencia del arte cristiano, que el 90% es religioso, el islámico es profano en ese mismo porcentaje.

    El reducido tamaño del mercado del arte islámico se traduce en que un puñado de grandes coleccionistas –entre ellos usted- ejercen una influencia determinante en los precios. ¿Cree que el arte islámico sigue infravalorado en comparación con otras áreas del mercado?
    Los días en los que veíamos cómo el arte islámico más extraordinario estaba subestimado hace mucho tiempo que pasaron… Hoy en día existe un enorme interés por parte de los países musulmanes y sus jóvenes emprendedores son un grupo heterogéneo muy sofisticado vivamente interesado en adquirir obras de arte islámicas representativas y valiosas. Aunque cada año salgan al mercado entre cinco y siete obras de calidad internacional museística existen diez veces más de coleccionistas haciendo cola para comprarlas. Y por cuanto sé, esto es sólo el principio. El arte islámico aún tiene un largo recorrido por delante para desplegar todo su potencial.

    La Colección Española
    ¿Cuál es su interés principal en relación con el arte español?
    El damasquinado es una manifestación artística muy antigua que tiene su origen en lo que ahora son tierras islámicas. El exquisito damasquinado español me enamoró especialmente por la inequívoca influencia de Persia. Después de su presentación oficial en el Museo Victoria & Albert de Londres en 1997, cuando su director, Alan Borg las describió como “un hito en el estudio de las artes decorativas españolas del siglo XIX “ hemos expuesto esta colección en España en el Museo de Bellas Artes de Bilbao [Arte y Tradición de los Zuloaga: Damasquinado Español de la Colección Khalili 2000]; en el año 2001 se expuso en la Alhambra de Granada y en la Real Fundación de Toledo.

    ¿Cree que España asume su herencia islámica sin complejos?
    La influencia islámica en España ha sido siempre visible y los españoles son plenamente conscientes de la contribución del Islam a la cultura de España. La Alhambra es el mejor ejemplo de esa influencia y sigue siendo uno de los monumentos más emblemáticos y visitados del país.

    El Arte del Islam
    El Instituto del Mundo Árabe de París acogerá desde el 6 de octubre hasta el 14 de marzo, la exposición El Arte del Islam que reúne parte de los fondos de la Colección Khalili. Allá por los años 70 el profesor Khalili empezó su aventura coleccionista que le ha llevado a atesorar más de 20.000 objetos que documentan la producción artística en tierras musulmanas durante un periodo que abarca 1.400 años y comprende extraordinarias muestras de caligrafía, miniaturas y manuscritos iluminados además de cerámicas, textiles, cristal y objetos de metalistería.
    Entre las obras maestras destaca un Corán de 1552, uno de los más valiosos manuscritos safávidas que se conservan y que aún luce el sello de la biblioteca del emperador. Aunque llegó a ser propiedad del emperador mogol Shah Jahan, el que construyó el Taj Mahal, originariamente había sido creado para el más bibliófilo de los reyes persas, Tahmasp I.

    La Colección Japonesa
    En los años 50 del siglo pasado, Japón sufrió una transformación radical pasando de ser un islote feudal a convertirse en una potencial mundial. Las artes tradicionales parecían condenadas a la extinción mientras el país se lanzaba a una carrera frenética hacia la modernización industrial, sin embargo, después de que el joven Emperador Meiji ascendiera al trono en 1868, los nuevos líderes de Japón comprendieron que las artes tradicionales podrían jugar un papel clave para competir en los mercados internacionales. Las obras maestras del arte Meiji, poseen un estilo único surgido de la fusión del diseño tradicional y el virtuosismo de la artesanía, lamentablemente, en los últimos tiempos han experimentado un cierto abandono por parte de los estudiosos y coleccionistas.
    Al señor Khalili le gusta reconocer que si bien el arte islámico era su herencia natural, descubrió el arte japonés por pura casualidad. La fecha clave es 1974 y el sitio, la galería londinense Spink & Sons donde había acudido buscando piezas islámicas, y vió una pareja de exquisitos armarios Edo que le abrieron los ojos a las delicias del arte japonés del periodo Meiji [1868-1912]. El profesor Khalili ha conformado la más importante colección de artes decorativas Meiji del mundo que integra cerca de 1.000 obras de los maestros artesanos más reputados desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX.

    Esmaltes del mundo 1700-2000
    “Veo cosas maravillosas” fueron las palabras que el arqueólogo Howard Carter acertó a pronunciar al ver por vez primera el interior de la tumba del faraón Tutankamón …y una sensación parecida experimentará el visitante del Museo Hermitage de San Petersburgo cuando pasee por las salas que exhiben en primicia [desde el 8 de diciembre hasta el 24 de marzo] una fastuosa muestra sobre valiosos esmaltes de la Colección Khalili.

    La Colección Sueca
    A lo largo de la historia numerosos pueblos han expresado su arte y cultura a través de los tejidos. Durante casi 100 años, desde mediados del siglo XVIII, un arte poco conocido y visualmente sugestivo floreció en Escania, la región más meridional de Suecia que se expresó en la forma de pequeños paneles textiles hechos fundamentalmente para ceremonias nupciales. El interés del profesor Khalili por estos tejidos tradicionales suecos fue inicialmente espoleado por sus llamativos dibujos cuyas concomitancias pueden hallarse con el arte asiático, romano y bizantino.
    Esto no puede considerarse algo sorprendente, pues este tipo de tejidos con diseños eran habituales en la ancestral Ruta de la Seda desde hace más de 2.000 años; los diseños eran copiados por los suecos que comerciaron con los pueblos mediterráneos durante gran parte de este periodo.

    Vanessa García-Osuna

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