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    Pedro J. Ramírez. Pasión por la Revolución Francesa

    Periodista revolucionario porque contribuyó a innovar el género en nuestro país y porque le apasiona la etapa de la Revolución Francesa y el convulso París de finales del siglo XVIII, el director del diario El Mundo, Pedro J. Ramírez, posee, probablemente, la mejor colección privada española de libros sobre la Revolución Francesa. En esta entrevista nos desvela sus secretos de esta absorbente pasión a la que dedica la mayor parte de su tiempo libre.

    El político

    El periodista nos recibe en la puerta de su casa, una vivienda amplia decorada por Agatha Ruiz de la Prada, su pareja desde hace más de veinte años. En la planta baja muestra una de sus colecciones, compuesta fundamentalmente por libros sobre historia americana y anglosajona del siglo XX en la que destaca un nutrido grupo de volúmenes sobre Churchill, Stalin, Lincoln y Kennedy (uno de sus preferidos es One Brief Shining Moment: Remembering Kennedy que le regaló su amiga Pilar Miró, kennediana como él).

    ¿Cómo describiría su colección de libros?
    Tengo una colección de Historia General que comprende unos 2.000 o 3.000 volúmenes, que están en una finca cerca de Madrid. Es una buena colección, pero supongo que como hay otras tantas, algunos libros son antiguos, pero la mayoría son modernos. Y luego, sí, tengo una segunda colección más singular, que puede comprender 3.000 volúmenes sobre la Revolución Francesa. Me interesa sobremanera la Revolución porque creo que es el momento de la historia en el que en un periodo de tiempo muy concreto – cinco años- y en un ámbito geográfico que básicamente se circunscribe a la ciudad de París, se plantean todos los grandes debates que desde entonces han venido marcando la agenda de la historia contemporánea: las relaciones ciudadano-Estado, el juego de los distintos poderes en la democracia, el papel de la violencia, el rol social del periodismo, etc…

    Son muchos libros. ¿Están catalogados o clasificados?
    Parte de la colección está en la finca en una librería de espacio rectangular con unas vistas al campo con dos paneles de libros. En uno está la Historia Universal, y en el otro la Historia de España con un añadido en el que tengo libros sobre periodismo, principalmente anglosajón. Tengo la historia del Times completa en 8 o 9 volúmenes. En mi casa de Madrid tengo a Churchill – entre 150 y 200 volúmenes – por simpatía personal. Escribí el prólogo para la Historia de la II Guerra Mundial que publicó El Mundo.
    También he adquirido la colección completa de la revista más especializada en los debates del periodo revolucionario, Annales historiques de la Révolution français de la Sociedad de Estudios Robespierristas, que se vienen publicando desde 1908 trimestralmente.

    El humanista

    Accedemos a la planta de arriba donde dice que están “las cosas más interesantes” entre ellas Cartas desde España, una primera edición de 1822, de [José María] Blanco White, escritor y periodista español, con una carta manuscrita dirigida a un amigo. Su etapa histórica española preferida son los siglos XVIII y XIX, principalmente la Guerra de la Independencia y el liberalismo español, que revolucionó la política española del siglo XIX.

    ¿Comparten en su casa la pasión por los libros?
    A mis hijos les gusta la historia pero no de una manera fanática. Agatha también es muy lectora aunque picotea mucho más. Yo sólo leo ensayo o historia.

    Los libros ocupan mucho espacio, ¿cómo se las arreglan?
    Hace poco hicimos una reforma en casa. Estuvimos 6 meses viviendo en unos apartamentos y uno de los motivos fue precisamente buscar espacio a los libros y hacer más estanterías. Procuro que tengan un cierto orden, siempre dejo un espacio en el que se acumulan los libros que están pendientes de ordenar. Ni siquiera les he puesto el exlibris que me regaló Ymelda [Navajo], editora de la Esfera de los Libros, y amiga de toda la vida. Es la máscara de Agamenón, me encanta, ¡pero nunca encuentro el momento para ponerlo!

    El investigador

    Unos escalones más y rebasamos la entrada de su despacho biblioteca donde atesora su colección sobre la Revolución Francesa. La colección está subdividida en tres espacios: biografías sobre personalidades del periodo revolucionario; publicaciones, biografías generales y testimonios de la época y las colecciones de periódicos, obras generales y panfletos de la época. Mientras nos ilustra con profusos detalles sobre cada uno de los ejemplares de fondo se oye la Manon de Massenet que nos hace evocar el París del siglo XVIII. Allí está Maria Antonieta, sus últimos 76 días en la cárcel y un precioso libro en el que su modista relata todo lo que compraba para la reina y otras nobles, con cuidadosas ilustraciones. Biografías de Luís XVI y documentación de la huida a Varennes de los monarcas cuando intentaban escapar de Francia; la historia de Madame de Sombreille, la heroína que se tuvo que beber un vaso de sangre para salvar a su padre de la muerte. Atesora buenas ediciones sobre las memorias del criado de Luís XVI hasta la muerte en la guillotina del monarca, libros de los debates en la Convención sobre la muerte del rey, escritos de Madame Roland, de Danton y de todos los personajes capitales que participaron en la Revolución.
    “Tengo la sensación de estar descubriendo cosas, es una continuación en el túnel del tiempo en el periodismo de investigación” reconoce.

    ¿Por qué le interesa tanto la Revolución Francesa?
    No sé cómo surgió. Es un interés reciente, no más de 12 años y básicamente la colección la he forjado en los últimos cinco años. Obsesionado por el periodismo de investigación quería conocer la verdad de acontecimientos históricos controvertidos en relación a la etapa de la Revolución. Esta curiosidad me ha llevado a bucear en las fuentes primarias y a adquirir libros de finales del siglo XVIII. Tengo varias colecciones de periódicos, toda la colección de Le Révolution de París, un semanario que tenía entre 16 y 32 páginas tamaño cuartilla que abarca toda la etapa de la Revolución; también la colección completa de los periódicos de Marat, los que publicó Robespierre, y los de Camille Desmoulins, mi periodista favorito de la época. De Desmoulins, que publicó varios diarios, poseo la colección completa de Le Vieux Cordelier y Le Révolution de la France et de Brabant.

    Tengo entendido que el periodo napoleónico también le interesa…
    Tengo la correspondencia completa – entre 300 y 400 volúmenes- pero no soy un especialista en Napoleón, en la Revolución -como amateur- en cambio, sí lo soy. Me atraen los meses posteriores a la ejecución de Luís XVI, cuando la Convención, la Asamblea Parlamentaria ya no tiene la coartada de que hay un tirano, no hay nadie que sirva de chivo expiatorio. Ese periodo que va desde comienzos de 1793 hasta el primer Golpe de Estado contra los girondinos (un semestre) es apasionante. Tengo todos los libros de sesiones, todas las actas de las sesiones del Parlamento y de la Comuna de París.

    El coleccionista

    ¿Cómo adquiere sus libros, se asesora o se guía por su intuición?
    Compro en internet y en media docena de librerías de Londres y París como Maggs, Clavreuil, Picard o Arnoud Gerits de Ámsterdam donde conseguí la colección de Tableaux Historiques de la Révolution Française con las estampas históricas de la Revolución. Yo tengo una edición de 1802 conservada extraordinariamente.

    ¿Compra en subastas?
    No mucho, la mayor parte de mis libros proceden de librerías anticuarias. De la colección de Paul Barbier Mueller, subastada recientemente, he comprado media docena de documentos relacionados con la Revolución y una carta muy interesante de Tallien, el marido de Teresa Cabarrús. Siempre me interesó la relación de España con la Revolución y, en concreto, el tema de Teresa, porque además un amigo mío es descendiente de ella. Es una historia muy interesante que Carmen Posadas ha reflejado muy bien en su libro La cinta roja (Espasa).

    ¿Por qué compró la carta de Tallien?
    Es una misiva dirigida a Laya, un dramaturgo que, a principios de 1793, estrenó la obra de teatro L’ami des loies, [El amigo de las leyes]. En París cosechó un tremendo éxito entre la burguesía moderada porque se consideraba que incluía una parodia de Robespierre y Marat. Tallien era un jacobino muy próximo a Danton y estuvo mucho tiempo ‘bailándole el agua’ a Robespierre, le escribió esta carta a Laya diciéndole que había oído de su obra y que le encantaría reunirse con él para comentarla. Seguramente no tenía ni idea de que criticaba a Robespierre. ¡El día que escriba un libro sobre todo eso!.

    ¿Cuánto ha llegado a pagar por un libro?
    Por alguna colección de memorias históricas he pagado 10.000 euros, pero la inmensa mayoría me cuesta muchísimo menos. No busco tanto el fetichismo del coleccionista como el valor documental. Yo esta colección no la tengo por un sentido de ir almacenando, sino que la consulto muchísimo y le dedico la mayor parte de mi tiempo libre. Tal vez porque hace tiempo que he llegado a la conclusión de que no hay ningún placer, intelectual equiparable a la lectura. De los deleites reservados al ser humano no hay nada como la lectura.

    El periodista de La Revolución

    Pedro J. enseña con especial delectación lo que el llama ‘el rincón de Teresa’, la Cabarrús, la española que fue capaz de mandar a la guillotina a Robespierre de quien tiene todas las obras publicadas. De Robespierre, sus mejores biografías, sus obras completas y dos ediciones distintas de los documentos que encontraron en su casa cuando le guillotinaron y finalizó la época del Terror. Una de esas ediciones es una de las joyas de su colección, editado en el año III de la República, y en él hay un documento sobre el arresto de Teresa, y la orden de su encarcelamiento por orden de Robespierre. En la balda inferior están los de la extrema izquierda: los cordeliers, los sans-culottes y los documentos de las resoluciones aprobadas por el Club de los Cordeliers, los más radicales. Su despacho, desde el que se divisa una magnífica panorámica de Madrid, está presidido por una mesa diseñada por Norman Foster, y una librería testigo mudo del quehacer diario de Pedro J. Los libros reflejan, como bien dice Eduardo Martínez Rico en su libro, Pedro J. Tinta en las venas (Plaza & Janés), su auténtica personalidad, y casi todos lucen anotaciones, post-its y subrayados. La Societé des Jacobins, de Alphonse Aulard, casi inencontrable; El Boletín del Tribunal Criminal Revolucionario; Les Révolutions de París que transcribe el interrogatorio a María Antonieta… Nada se le escapa, aunque lamenta no tener tiempo para estudiarlos en profundidad.

    ¿Durante esa época se publicaron muchos periódicos y panfletos?
    Sí, tengo todos los periódicos del momento, en su mayoría de la época, otros son facsímiles. Fue una etapa en la que emergió el periodismo de opinión, incluso hay una anécdota, y es que en ese momento, cuando se envió desde la embajada de España una lista de palabras nuevas, para recogerlas en el código de comunicación con la Corte de Madrid, una de ellas era ‘journaliste’.
    ¿Por qué?, porque el concepto del periodismo no existió hasta que se produjo esa explosión de libertad política que luego originaría convulsiones terribles.

    Memorias, periódicos, crónicas. ¿Tendrá algún final esta colección?
    En el caso de la Revolución, tengo casi todo lo importante publicado y realmente me queda poco por comprar. Ahora lo que hago es adquirir lo nuevo y por eso estoy empezando a comprar algún documento.

    ¿La razón última esta colección será escribir un libro algún día?
    Sí, pero para eso tengo que dejar el periodismo…

    Lorena Mingorance

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