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    Pérez-Mínguez, revisitar la Movida

    Pablo Pérez-Mínguez o P.P.M., como le gustaba firmar sus trabajos (1946-2012), Premio Nacional de Fotografía 2006, fue uno de los artistas y fotógrafos más relevantes del último cuarto del siglo XX en España, cuando a partir de 1975 se inicia una transición política y cultural radical de la que él forma parte protagonista.

    Pablo Pérez-Mínguez, Divina May,1982 © Pablo Pérez-Mínguez
    Pablo Pérez-Mínguez, Divina May,1982  © Pablo Pérez-Mínguez

    El Centro de Arte de Alcobendas (Madrid) acoge hasta el 28 de julio en el marco de PHotoESpaña, la exposición Retratos. La Movida revisitada, que reúne algunos de los trabajos más emblemáticos del artista.

    Pablo Pérez-Mínguez, Fabio agente secreto. 1982 © Pablo Pérez-Mínguez
    Pablo Pérez-Mínguez, Fabio agente secreto. 1982        © Pablo Pérez-Mínguez

    En palabras del comisario de la muestra, José Tono Martínez, “P.P.M. fue antes que nada un gran retratista y así se sentía él, y me siento feliz de haber podido interpretar su legado como retratista de una época irrepetible y contundente, pues no hay nada más detestable que aquel que trata de corregir o enmendar lo que el artista que se ha ido quiso y defendió. Como asiduo visitante que era del Museo del Prado admiraba y evocaba en sus retratos la contundencia de las escenas, los juegos de luces y la verticalidad de los grandes retratistas del barroco. Así, por tanto, como retratista, es como a él gustaba verse y pensarse.

    Pablo Pérez-Mínguez, Fotobsesión. P.P.M., Guillermo Pérez Villalta y Santiago Auserón. 1985 © Pablo Pérez-Mínguez
    Pablo Pérez-Mínguez, Fotobsesión. P.P.M., Guillermo Pérez Villalta y Santiago Auserón. 1985 © Pablo Pérez-Mínguez

    Para Pablo, fotografiar era participar de una ceremonia de posesión articulada en torno a “un poder hipnótico” que le permitía producir el retrato. Pablo disfrutaba de ese “fantástico poder de fascinación” con el que desnudaba el alma de aquellos que se ponían a su disposición. Porque para P.P.M. la fotografía era vida, happening, algo antiestático y mágico que convertía a su famoso estudio de la calle Monte Esquinza en »una mezcla de Freud y de Cabaret». Su lema favorito era »Hay que vivir la fotografía».

    Pablo Pérez-Mínguez, Torero Cordero. Ignacio Gómez de Liaño, Nueva Lente. 1972 © Pablo Pérez-Mínguez
    Pablo Pérez-Mínguez, Torero Cordero. Ignacio Gómez de Liaño, Nueva Lente. 1972 © Pablo Pérez-Mínguez

    Los años del cambio político en los 70, con sus esperanzas, su destape y su desencanto; los felices años 80 y lo que luego se llamó La Movida, de cuyo ambiente festivo y transgresor fue el mejor cronista y partícipe; la irrupción de la Generación Y del Milenio lanzada sobre un Fin de Siglo que se lo prometía todo, sin saber lo que venía después: todo ello pasa por el estudio de P.P.M. Hace muchos años escribí una frase que se hizo viral: “Si viviste los Ochenta y te acuerdas, es que no los viviste”. Gracias a P.P.M. el retrato personal y colectivo de aquellos años ha quedado fijado en el tiempo, y lo podemos recordar, y las futuras generaciones, como ya lo hacen hoy, tendrán que venir a bucear entre sus miles de negativos para entender aquel periodo mágico de creación y transgresión que cambió la vieja imagen casposa de aquella España rancia y cateta que el franquismo nos había dejado como legado.”

    Pablo Pérez-Mínguez, Pedro Almodóvar y Fabio McNamara. 1981© Pablo Pérez-Mínguez
    Pablo Pérez-Mínguez, Pedro Almodóvar y Fabio McNamara. 1981© Pablo Pérez-Mínguez
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