Picasso (Málaga, 1881- Mougins, 1973) conoció a Françoise Gilot por casualidad una noche de mayo de 1943 en el café Le Catalan, que estaba al lado de su estudio en Grands Augustins. Inmediatamente cautivado, la invitó a visitar su estudio y un año después comenzarían una relación sentimental. Sin embargo, no fue hasta 1946 cuando Gilot entró oficialmente en la vida del genio y al hacerlo, su juvenil vitalidad propició un periodo de intensa creatividad y felicidad personal para el malagueño tras los traumáticos años de la guerra. A ojos de Picasso, su nueva musa (que desplazó a Dora Maar) era la encarnación misma de la primavera: «Su juventud y vivacidad, sus ojos castaños y su actitud solemne e inteligente le daban una presencia a la vez arcádica y terrenal», escribió Roland Penrose. Robert Capa inmortalizó a la feliz pareja en 1948 en un icónico retrato del que se vende una copia tasada entre 5.800 y 8.000 euros en la venta Picassomania que celebra Bonhams el 25 de marzo.
