Rose Wylie (Kent, 1934) lleva viviendo y trabajando en la misma casa, un cottage de ladrillo rojo del siglo XVII, más de medio siglo. Su taller, una instalación artística en sí misma, parece un campo de batalla. En el suelo se acumulan montañas de papeles de periódicos y hay pilas de botes de pintura por todas partes. Hasta su reciente operación de cadera Wylie caminaba por encima de sus lienzos extendidos por el suelo de su estudio. Sus gatos solían pisarlos sin pudor y ella, encaramada a sus tacones de aguja (que perforaban las telas) dejaba caer la ceniza de sus cigarrillos. El CAC de Málaga acoge la primera exposición en nuestro país de la artista británica, representada por el poderoso David Zwirner, a la que la fama le ha llegado cuando menos lo esperaba.
