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    El aullido de Basquiat

    Como decía Luca Marenzi: “Basquiat fue la respuesta del arte a Jimi Hendrix y Charlie Parker”. El neoyorkino creó en 1982 esta agresiva composición que licita Sotheby’s el 18 de mayo en Nueva York, en un momento en que era prácticamente un desconocido en el mundo del arte. El cuadro fue exhibido sólo en una pequeña colectiva titulada Fast en la galería Alexander Milliken de Nueva York, entre junio y julio de ese mismo año. Dos años después, entró en la colección de sus actuales dueños, que la adquirieron en subasta por 19.000 dólares. Hoy, treinta y tres años más tarde, podría adjudicarse por encima de los 55 millones de euros En todo este tiempo no ha vuelto a ser expuesta al público por lo que su salida al mercado es más notable en tanto en cuanto sólo era conocida por una pequeña foto reproducida en el catálogo razonado del artista. Este óleo monumental fue ejecutado el mismo año de sus primeras exposiciones individuales en las galerías Annina Nosei de Nueva York y Gagosian de Los Ángeles. Rabiosas capas de óleo, acrílico y pintura de spray de un espectro cromático eléctrico ejemplifican el singular talento de Basquiat como colorista y dibujante. Esta explosión de color es un torrente de energía gestual que supone una de las primeras incursiones de Basquiat en el graffiti, la pintura que abrió nuevas sendas en el arte figurativo. En los años 80, la incapacidad de los jóvenes creadores para acceder al sofisticado circuito del arte del SoHo alentó la transformación de esta zona de Manhattan en un improvisado centro de arte, poblado por veinteañeros que trataban de hacerse un nombre. Basquiat era un asiduo de clubes nocturnos como el Mudd y el CBGB. Incluso fue miembro de una banda, Gray, que tocaba esporádicamente, además de cultivar sin complejos cualquier forma de irreverencia. Recordando el año 1982, el propio Basquiat reconoció los conflictos que sentía entre sus humildes comienzos como artista del graffiti y su ascenso meteórico para convertirse en el “chico maravilla” de la escena artística neoyorkina. «Conseguí algo de dinero. Hice las mejores pinturas de mi vida, era un ser solitario, trabajaba mucho, tomaba muchas drogas, y era horrible con la gente». Marc Mayer, antiguo director del Brooklyn Museum, dijo: “Basquiat fue un artista sofisticado y reflexivo, con grandes dotes de concentración, poseído por una inusual inteligencia pictórica y un extraño sentido de la narración. Fue un prolífico portavoz de la juventud: insaciablemente curioso, incansablemente inventivo, inocentemente autocensurado, celosamente independiente y típicamente decepcionado por el mundo heredado.”
     
    Basquiat

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