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    El insólito bestiario de Walton Ford

    Inspirándose en la obra del pintor y naturalista John James Audubon, Walton Ford imbuye la flora y fauna de sus acuarelas y grabados de sexo, violencia y melodrama para satirizar la historia del colonialismo, la esclavitud y demás formas de opresión. Su simbolismo y humor feroz emparenta también con los surrealistas al tiempo que coquetea con los criterios del kitsch. Por los temas que aborda, su obra se inscribe en una corriente cultural muy actual que cuestiona las fronteras entre el hombre y el animal. Considerado uno de los creadores más singulares del arte actual, sus obras son codiciadas por una legión de admiradores entre los que se encuentran celebridades como el actor Leonardo di Caprio y los Rolling Stones, quienes le encargaron el diseño de su logo. Tendencias del Mercado del Arte ha tenido la oportunidad de entrevistar a Ford con motivo de su exposición en el Museo de la Caza y la Naturaleza de París, situado en el corazón del histórico barrio del Marais. Este curioso museo, cuyas colecciones – más de cuatro mil obras de arte antiguo, moderno y contemporáneo- se despliegan en sendos hôtels particuliers de los siglos XVII y XVIII, acoge la primera muestra del artista en Francia que estará abierta hasta el próximo 16 de enero. “No me interesan las mascotas que eligen vivir en compañía de los humanos –dice Ford- Me atraen aquellos animales que han decidido guardar la distancia con nosotros. Aquellos que cuando nos ven llegar, huyen o se nos echan encima para devorarnos, pero que no aceptan vivir en nuestras ciudades y hogares ni compartir nuestra comida. Son las bestias salvajes, y son más numerosos que los animales domésticos, pero los hombres y sus mascotas invaden el planeta.” [Walton Ford, La tigresa, 2013
© Christopher Burke Studio / Cortesía Walton Ford y Paul Kasmin Gallery]. Vanessa García-Osuna

    Su personal estilo ha sido definido como ‘un cruce entre John James Audubon y El Bosco’, pero también le han llamado “el menos moderno de los artistas modernos”. ¿Cuáles son sus referentes? Mi obra tiene un estilo deliberadamente anacrónico, como usted apunta. Me fijo en creadores como Audubon y en otros artistas de la historia natural como Edward Lear y Jacques Barraband así como en El Bosco, Brueghel y los primeros pintores del Renacimiento. Aunque mi trabajo no abre nuevos caminos estilísticos, admiro a artistas contemporáneos como Charles Ray, Chris Ofili, Neo Rauch, Peter Doig, Kara Walker, Marlene Dumas y Louise Bourgeois. Me he sentido también profundamente influenciado por artistas del cómic alternativo de los años 60 y 70 como Robert Crumb así como las primeras películas de fantasía y terror como King Kong.

    ¿Cómo conquistaron su imaginario estos animales tan humanos? El antropomorfismo es una de las estrategias que utilizo en mis pinturas, pero, en realidad, la meta de mi trabajo es desarrollar una especie de historia de la cultura de los animales salvajes. Algunas de las narrativas se plantean desde el punto de vista del animal y otras son puntos de vista totalmente humanos. Llevo dibujando animales desde que puedo recordar. El primer dibujo que hice, y que aún conservo, fue un circo con elefantes, jirafas, cebras, etc. Lo pinté cuando tenía cinco años.

    Sus obras cuestionan las fronteras entre el hombre y el animal. ¿Cómo es su conexión con los animales? ¿Le gusta estudiarlos en vivo? Mi estudio de los animales está vinculado principalmente a mis visitas a los museos de historia natural. Y en mi estudio atesoro una amplia biblioteca de historia natural. Ha habido épocas en mi vida en las que he pasado mucho tiempo en la naturaleza con breves interacciones con los animales salvajes. Pero el trabajo que hago en el estudio se basa en la investigación.

    Su obra combina un insólito detallismo con formatos monumentales. ¿Qué importancia tiene la escala? Pinto mis animales a tamaño natural. He tomado como referencia a artistas de historia natural como Audubon. En su obra Aves de América de formato monumental, pintó todas las aves de América del Norte a escala natural. Esto crea una intimidad entre el espectador y el animal y una especie de shock.

    Solo pinta a la acuarela y graba aguafuertes, ¿por qué? Las técnicas que utilizo son tradicionales de la historia natural, pero quería emplearlas para contar historias que nunca antes hubieran sido contadas por las fuentes que me inspiraron.

    Háblenos de su proceso de trabajo En un año puedo hacer unas seis obras grandes y varios trabajos más pequeños. Trabajo despacio y a solas. Cada obra exige una increíble cantidad de investigación y preparación.

    Casi todas sus obras deben su concepción inicial a un fragmento de texto. ¿Qué lecturas avivan su imaginación? Una que no deja de inspirarme es Vida campestre y trucos del trampeo, un libro escrito hacia 1880 para los niños estadounidenses que querían ganarse un dinerillo extra atrapando animales utilizados para peletería y aves para la diversión y la venta. Está repleto de ilustraciones que enseñan trampas tortuosas, a veces sádicas, y se acompaña de un texto alegremente brutal que me parece infinitamente fascinante. Y acabo de descubrir un libro infantil descatalogado, un clásico de 1935, que estoy a punto de encargar. Se trata de El pequeño chimpancé y el niño humano y hace un estudio comparativo entre las emociones y la inteligencia del niño y el mono. Fue escrito por una científica rusa, N.N Kohts, y contiene infinidad de fotografías y dibujos de la elegante señora Kohts y sus ‘objetos de estudio’. Ése es el tipo de cosas que me paso la vida buscando.

    ¿Cuáles han sido sus viajes más memorables? Precisamente acabo de regresar de mi primer viaje a Rusia. He tenido la oportunidad de visitar numerosos museos de historia natural, que parecían estar congelados en el tiempo. Ha sido increíble estar en un sitio que está cambiando a tal velocidad. Podías percibir una sensación parecida a la del Tercer Hombre.

    Usted tiene una legión de coleccionistas y está representado por la galería Paul Kasmin que exhibe sus obras en ferias como Art Basel y Tefaf Maastricht. ¿Siente la presión del mercado de alguna forma? Lo único que quiero es que el mercado del arte me proporcione suficiente dinero para que mis proyectos puedan llevarse a cabo. Tengo algunos planes ambiciosos en mente así que las consideraciones mercantiles entran dentro de los asuntos prácticos de mi estudio por esa misma razón.

    ¿Colecciona algo? Tengo un interés relativo por coleccionar, aunque me permito ciertos caprichos. Poseo algunos grabados de historia natural, algunas estampas de William Hogarth, una notable colección de libros… nada súper valioso ni recopilado de forma exhaustiva.

    La veintena de obras que se exhiben en el Museo de la Caza y la Naturaleza condensan quince años de carrera. ¿Ve alguna evolución? ¿Le interesaría explorar nuevos soportes o técnicas? Mi obra ha cambiado de alguna forma que, tal vez, yo sea el único en percibir. Ahora mismo tengo ideas para hacer una gran instalación y también una novela gráfica, pero no quiero hablar demasiado de estos proyectos hasta que no estén algo más avanzados.

    ¿Qué podría contar de las piezas concebidas específicamente para esta muestra parisina? Son diez obras que evocan un episodio ocurrido en la Francia del siglo XVIII. Agresiones de animales que se achacaron a una criatura imaginaria que pasó a ser conocida como la Bestia de Gévaudan. Aquellos ataques a jóvenes pastorcillas, obra sin lugar a dudas de los lobos, se incorporaron con el tiempo al folclore francés. Mis pinturas exploran la histeria que rodeó el suceso. Se ha publicado un estupendo catálogo coeditado por Flammarion en el que expongo mis tesis pero, resumiendo, he descubierto que los ataques de los animales coincidieron con los conflictos entre el campesinado y la aristocracia surgidos en vísperas de la Revolución Francesa.

    Walton Ford

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