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    Artemisia Gentileschi. Una visión feminista del arte

    Aparte de su presencia en la vida política española, Carmen Romero es licenciada en filología hispánica, profesora y traductora. Recientemente presentó en el Círculo Ecuestre de Barcelona el libro que ha traducido y que acaba de reeditar Ediciones Alfabia: Artemisia, una novela de Anna Banti sobre la pintora barroca Artemisia Gentileschi (Roma 1593- Nápoles 1652) hija del también pintor Orazio Gentileschi. Se atrevió a pintar desnudos femeninos a sus 16 años, como Susana y los viejos, y fue pintora de heroínas bíblicas, dando una terrible visión de Judit decapitando a Holofernes; otra de sus impresionantes pinturas es Jael y Sísara, con Jael clavándole cruelmente un clavo a Sísara con un martillo en la cabeza, pinturas muy relacionadas con las experiencias que ella vivió como mujer. Su obra maestra, Judit y Holofernes, podrá verse en el Museo Thyssen de Madrid gracias a la gestión de Diana Zaforteza, directora de Ediciones Alfabia, proyecto que comparte con su socio, el coleccionista y mecenas Lluís Coromina.

    ¿Quién llegó antes a usted, Artemisia Gentileschi o Anna Banti?
    Anna Banti, porque era su escritura lo que me interesaba, y su manera de relacionarse con el personaje de Artemisia. Por entonces yo no conocía nada de la pintura de Artemisia pero me despertó el interés por conocer su verdadera biografía porque, en realidad, su libro es una recreación. Cuanto más se profundiza en la vida de Artemisia y en su pintura, queda patente que aún no se la ha reivindicado por completo, por ejemplo, su relación con Galileo Galilei o con algunos de los grandes pintores de la época. En las vidas clásicas de los pintores se decía: “Artemisia Gentilleschi, hija de Orazio Gentilleschi y violada por Agostino Tassi”… claro, parecía que era una referencia demasiado mezquina para una persona que había dedicado toda su vida al arte. Su pintura, su iconografía y la relación con sus mecenas era un tema muy interesante pues no deja de ser insólito ver a una mujer del siglo XVII enfrentada a aquel mundo de hombres pintores.

    Cuando Artemisia pinta la Magdalena, no elige la tipología de la penitente derrotada, sino la perfumista, que indica un punto de superación de la mujer, el momento de un cambio positivo en su vida…
    La aportación de Artemisia, aparte de la belleza de sus Magdalenas, es su visión de mujer; es interesante cómo rescata las figuras históricas bíblicas, hay muchas versiones en la historia del arte del episodio de Susana y los viejos pero pocas que reflejen ese acto esquivo frente al acoso de los hombres; y en el caso de Judit, lo que más destaca -lo apunta Roland Barthes- es la complicidad entre las mujeres y su manera de mostrarla en la decapitación de Holofernes; Artemisia elige como protagonistas a mujeres que han sido heroínas, no víctimas, las que han tomado el destino en sus manos, y va trabajando esa iconografía bajo la visión de una mujer. Y la Magdalena, sobre todo la de la Catedral de Sevilla, tiene un complemento un poco nostálgico y a la vez nuevo en las Magdalenas.

    Y esa pintura en que Jael está martilleando la cabeza de Sísara, imagen del padre de Artemisia, hace pensar en la rebelión edípica freudiana de “matar al padre”, al super-yo, para ser uno mismo…
    La pintura de Artemisia se presta a muchas interpretaciones porque su padre era la figura de Sísara y es también la figura del padre y de Lot en el cuadro de Lot y sus hijas.
    El vínculo con su padre es clave porque mantienen una relación de discípulo y profesor pero también de padre e hija, de mutua admiración; además, el hecho de que la violación la cometiera un amigo de su padre es un dato determinante … aunque Anna Banti entra un poco de puntillas en este asunto porque no sabe cómo abordarlo, ¿será verdad que era muy joven? ¿será verdad que tenía trece años como entonces ella pensaba? Porque entonces los datos sobre su nacimiento no eran seguros, ¿será verdad que consintió? ¿era en realidad la amante de Tassi?…

    Pero hay documentos donde Artemisia explica cómo la violó…
    Se conservan las actas del proceso donde se explican todas las razones, las de Artemisia, las de Agostino Tassi y las de los testigos. Tassi fue condenado, aunque no cumplió la condena; según el código penal de la época, el estupro era castigado simplemente con un exilio durante un cierto tiempo o con una indemnización, no tenía la categoría de delito mayor.

    ¿Qué podemos aprender de la fuerza de esta mujer? Porque todo lo que hizo en su vida fue como una superación.
    Si uno se enfrenta a una pasión propia debe hacerlo con toda la fuerza de que es capaz, y en Artemisia esa motivación era la ambición. Es como decir, yo quiero pintar, pero no bodegones ni retratos de cámara sino temas heroicos, que son los que pintan mi padre y sus amigos; tenía 16 años cuando pintó Susana y los viejos, lo que revela su postura de no querer hacer temas menores. No sé si habría muchas mujeres pintoras en aquella época, seguramente quedan muchas por descubrir…

    Algunas pintaban a la sombra de un hombre…
    Exactamente, y ése es el gran trabajo pendiente, la recuperación de las mujeres que han tenido importancia en su vida y en su obra, y cuyas obras a veces están perdidas o falsamente atribuidas. Es lo que decía Anna Banti cuando afirmaba: “las mujeres mueren”; nos falta esa segunda memoria, recuperar a todas esas mujeres que han sido valiosas y que no hemos conocido o que no hemos conocido sus obras o que no han sido reivindicadas porque han sido falsamente atribuidas… tampoco ha habido investigación ni documentación.

    Si no hubiera sido violada, la pintura de Judit quizás no hubiera sido tan brutal…
    ¡Ésa es la pregunta!… porque ese cuadro está pintado en Nápoles en 1612, el año de su violación, está pintado en caliente, cuando se ha celebrado el proceso, no es un cuadro en el que haya el paso del tiempo, está pintado en el momento.

    Anna Banti habla de la superación de la mujer, dice de Artemisia: “su actitud frente a la adversidad es un ejemplo para mí”; ¿sugiere también su propia relación con su marido, Roberto Longhi. Nuevamente sale la superación de la mujer frente al hombre?
    Lo que más me impulsaba a conocer la figura de Anna Banti como escritora es su aportación; ella era ensayista de arte, como su marido, fundó la revista de arte Paragone con su marido, y hacía también estudios y ensayos sobre pintores, pero al mismo tiempo tenía una vocación literaria y por la ficción, que la desarrolló cuando empezó a dar un punto de vista sobre la obra de arte diferente al de su marido.
    Roberto Longhi era un representante de la corriente formalista en la crítica de arte porque por aquel entonces estaba vigente la tendencia que consideraba que la historia del arte es el producto de la evolución de las formas artísticas y que no influyen en nada las circunstancias de la vida de los pintores.
    Y cuando Roberto Longhi escribió el artículo sobre Orazio y Artemisia, Artemisia, padre e hija, entonces ella investigó el personaje de Artemisia y su historia, conoció la violación, el proceso, las actas y las cartas a los mecenas… una pequeña documentación que se ha ido ampliando y fue entonces cuando pensó que su obra era también un reflejo de su vida; su visión aporta también la vida que vivió ella, pero esto no lo convirtió en una confrontación teórica porque ella no defendió una nueva tendencia en la crítica de arte sino que lo confrontó en el terreno de la novela.

    M. Perera

    Holofernes

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