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    La otra vida de Bryan Adams

    Más de 65 millones de discos vendidos, bandas sonoras para 42 películas y un sólido catálogo musical que incluye himnos como Summer of ‘69,  Heaven o baladas épicas como (Everything I Do) I Do It for You (que en 1991 se mantuvo 16 semanas seguidas como número 1 en las listas británicas, un récord imbatido), es la carta de presentación de Bryan Adams (Kingston, Canadá, 1959). Pero esta leyenda del rock tiene otra musa, igual de exigente que la música pero menos conocida: la fotografía. Su trabajo detrás de la cámara, que compagina con sus giras y discos, le ha granjeado elogios en el mundo del arte. Adams no es otro famoso más que se apunta a la moda de hacer fotografías sino que acredita una trayectoria seria: ha publicado con la prestigiosa editorial Steidl, participado en París Photo y expuesto en la National Portrait Gallery de Londres. Ante su objetivo han posado cantantes, modelos, actores, políticos y hasta la Reina Isabel II, lo que revela no solo una envidiable agenda de contactos sino también su fama de buen tipo en la industria musical.  Además de publicar su propia revista, Zoo magazine, sus imágenes se han difundido en cabeceras como Vogue y Vanity Fair; ha editado además tres libros de retratos: Made in Canada (1999), Heaven (2000) y American Women (2005), cuyos beneficios se destinan a la investigación del cáncer de mama.  Debido al trabajo de su progenitor como diplomático, el cantante tuvo una infancia ajetreada definida por sus constantes mudanzas en pos de cada destino paterno. El adolescente Adams se crió entre Japón, Corea, Israel, Canadá, Reino Unido y Portugal y precisamente ahora regresa al país vecino para presentar, en la coqueta ciudad de Cascais, una selección de su producción retratística en una muestra organizada por diCHroma photography que lleva por título Exposed. En esta entrevista con Tendencias del Mercado del Arte Bryan Adams evoca su especial conexión con España, país que conoce desde niño, recuerda su primera guitarra flamenca, su emocionante colaboración con Paco de Lucía y nos desvela cómo la fotografía ha tenido una presencia constante en su vida. Vanessa García-Osuna

    ¿Cómo llegó la fotografía a su vida? La fotografía siempre estuvo presente en mi casa. Mi familia poseía varias camaritas, tuvimos una super 8 Bell & Howell y también una Kodak Instamatic. Cuando me convertí en músico, nunca me separaba de mi cámara para poder documentar todo lo que sucedía durante las giras y para hacerme autorretratos extravagantes en extrañas habitaciones de hotel [dice con una sonrisa].

    ¿Aprendió fotografía de forma autodidacta? Sí, y también soy un músico autodidacta.

    ¿Cómo logra combinar giras largas y extenuantes con la fotografía? Lo cierto es que me involucro en proyectos de todo tipo al mismo tiempo, ¡es como hacer juegos malabares!. Las giras me llevan a visitar lugares en los que puedo hacer las dos cosas si me apetece. Poder crear al mismo tiempo música e imágenes te permite vivir instantes emocionantes.

    Entonces ¿simultanea sus facetas de músico y fotógrafo? En estos momentos sí, y siempre que salgo de gira, también. Colaboro intensamente con distintas revistas y también creo proyectos para la cabecera que co-fundé hace 10 años, Zoo Magazine.

    Háblenos de su proceso de trabajo. ¿Utiliza fotografía digital o analógica? Prefiero la digital por su inmediatez y funcionalidad, pero echo de menos el grano de la película real. También extraño algunas de mis viejas cámaras con película. ¡Añoro mucho mi Rolleiflex!.

    Sus fotos suelen ser en blanco y negro, ¿por qué? ¿es importante la técnica para usted? Originalmente fue porque solía comprar muchísimos carretes de película en blanco y negro, pero ahora trabajo solo en digital y así tengo la opción de hacerlas en blanco y negro, a color o ambos. La estética de Zoo magazine tiende a ser bastante oscura, así que la mayor parte de las imágenes suelen ser en blanco y negro. Pero mi libro Exposed, por ejemplo, es una mezcla de  imágenes a color con otras en blanco y negro. En muchos casos la decisión de adoptar una u otra forma está en función del tema y la propia imagen. Por cierto, a veces me paro a reflexionar sobre los archivos digitales en formato raw y me pregunto qué pasará con ellos en el futuro.

    ¿Cómo definiría, en esencia, su filosofía como fotógrafo? Soy un fotógrafo de retratos y pienso que lo mejor es mantener la sencillez, la frescura. Antes de cada sesión preparo todo minuciosamente y aunque me gustaría dedicar el día entero a hacer fotos, a veces tan importante como la sesión misma son los preparativos. Por ejemplo, investigar el concepto del proyecto, reunir el equipo adecuado y la ubicación idónea. Incluso el más simple de los disparos lleva detrás mucha reflexión. Ocasionalmente puedes tener suerte y hacerlo rápidamente, pero rara vez ocurre así.

    ¿Qué fotógrafos son sus referentes? Hay tantos a los que admiro… Jean Paul Goude, Helmut Newton, Richard Avedon, Irving Penn… todos hacen obras hermosas.

    Usted ha retratado a la Reina de Inglaterra. ¿Cómo recuerda la sesión de fotos con Isabel II? Fue una gran experiencia. Mi asistente y yo tuvimos que atravesar un laberinto de pasillos y oficinas situadas en la parte posterior del Palacio de Buckingham y lo hicimos cargando con mi equipo –que de por sí era un elemento interesante. Me había traído una gran cámara de 10×8 y la Reina observó que hacía tiempo que no veía nada igual. Incluso su esposo, el duque de Edimburgo se mostró interesado por verla de cerca. El retrato se hizo con ocasión del jubileo de la Reina. Se concedían 5 minutos a cada fotógrafo para retratarla. Pero creo que a mi la Reina me dio 7 minutos [dice con un guiño].

    Usted ha publicado un libro muy duro: Wounded: The Legacy of War. ¿Cómo surgió la idea? Sucedió tras un encuentro con una periodista británica, Caroline Froggatt, que trabaja para el canal ITN. El propósito era hacer algo por todos los soldados que regresaban de los conflictos bélicos desfigurados por las heridas. Pensé que sería bueno fotografiar al máximo de personas posibles y ya veríamos qué pasaba más adelante, tal vez, pudiera organizarse una exposición. Sin embargo, cuatro años más tarde ya tenía material suficiente para un libro y la editorial Steidl accedió a publicarlo. Wounded: The Legacy of War se editó en 2013 y es una selección de retratos de hombres y mujeres que combatieron en las guerras de Irak y Afganistán.

    ¿Qué le motivó a abordar este tema? Además de ser un proyecto fotográfico sentí que era también una forma de documentar el sufrimiento que las guerras provocan en las personas. No es ningún secreto que la mayor parte de la opinión pública era reacia a implicarse en las contiendas de Irak y Afganistán y, como pudimos ver, mes tras mes, hombres y mujeres regresaban del frente para reponerse de las heridas más terribles. Y no queremos que sean olvidados.

    Las imágenes que expone en Cascais fueron recopiladas en el libro Exposed que es una antológica de sus retratos de amigos y colegas como Michael Jackson, Mick Jagger, Amy Winehouse, Lindsay Lohan o la escultora Louise Bourgeois, entre otros. ¿Qué sesiones fueron las más especiales? Aquel libro era una colección de mis fotos preferidas, datadas desde mis comienzos hasta 2012. ¡Aún no me creo que fuera capaz de llevarlo a cabo!. Exigió un esfuerzo enorme reunir todas las imágenes que estaban desperdigadas por mi estudio. La mayoría fueron hechas originalmente para unas revistas, y entre los retratados hay un puñado de grandes amigos míos.

    Como estrella del rock usted ha sido retratado en innumerables ocasiones. ¿Cuáles son sus retratos favoritos? Ciertamente la imagen de la portada del disco Reckless que me tomó Hiro es, con diferencia, mi favorita; después diría que la silueta que aparece en la portada que hizo Andrew Catlin para Waking Up The Neighbours, es la segunda que más me gusta.

    ¿Cuál es el secreto de un buen retrato? Debe tener algo intangible, algo inolvidable. ¿Te hace detenerte durante un segundo? Si te hablo de él al día siguiente, ¿lo recordarías? Ese tipo de cosas…

    Y por último ¿es coleccionista? Me gustan las fotografías porque te permiten capturar un recuerdo. Todo cuanto colecciono son recuerdos.

    Bryan-Adams

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