Francisco de Goya tenía 37 años cuando recibió su primer encargo importante, el retrato del Primer Ministro del Reino de España, el conde de Floridablanca, y a partir de ahí su reputación creció como la espuma consiguiendo mecenas de todos los estratos de la sociedad española: desde la familia real y la aristocracia, a los intelectuales, políticos y militares, incluyendo sus amigos y familiares. Profundamente afectado por su sordera, resultado de una grave enfermedad que padeció cuando estaba en la cuarentena, vio en el retrato el medio ideal para comunicarse. Su mirada, sin embargo, se enfrentó a un obstáculo: temía revelar lo que realmente veía. A través de 70 obras, esta exposición ahonda en los aspectos públicos y privados de su vida, trazando el desarrollo del artista desde sus primeros encargos hasta las íntimas obras crepusculares pintadas durante su ‘exilio autoimpuesto’ en Francia en la década de 1820 -una carrera que fue testigo de la revolución y la restauración, la guerra con Francia, y la agitación cultural de la Ilustración española. [Francisco de Goya, La Duquesa de Alba, 1797 © Cortesía The Hispanic Society of America, Nueva York]
