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    Entrevista con Ingvild Goetz

    Ingvild Goetz nació en 1941 en Kulma, al oeste de Prusia durante la Segunda Guerra Mundial, de donde tuvo que huir con sus padres y su hermano ante el avance de los rusos. Estudió Ciencias Políticas aunque su verdadera vocación era la de artista. En 1969 abrió su primera galería en Zúrich, Art in Progress, con la idea de realizar happenings de contenido político. A esta sala le siguieron dos más en Múnich y Düsseldorf pero, como confiesa, “era una pésima vendedora porque lo que quería realmente era quedarme con todo”. Su trabajo como galerista le permitió estar cerca de artistas, pero en 1984 decidió cerrar su espacio y concentrar todos sus esfuerzos en el coleccionismo.
    Ingvild Goetz fue una de las escasas coleccionistas privadas que apoyaron de manera comprometida y sostenida el nuevo medio del videoarte. A lo largo de los años, ha ido formando una colección de media art que, en la actualidad, es una de las más importantes del mundo y puede parangonarse con la célebre Colección Kramlich de San Francisco. En 1993 encargó a los arquitectos suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron (autores de las nuevas sedes de la Tate Modern y CaixaForum Madrid), por entonces casi dos desconocidos, la construcción de un museo privado para albergar su colección en Múnich. Cuando este abrió las puertas en 1993, la colección contaba apenas con trescientas obras. En enero de 2014, Ingvild Goetz donó al Estado de Baviera 375 obras de videoarte junto con el edificio para exposiciones que construyeron Herzog & De Meuron. En paralelo a su labor coleccionista, ha desarrollado una gran tarea filantrópica basada en el apoyo a los refugiados que vienen a Europa, la investigación sobre desórdenes alimenticios y también la ayuda a mejorar la vida de los monjes en los monasterios nepalíes.
    Todo el mundo es un teatro y todos los hombres y mujeres meramente actores; tienen sus salidas y sus entradas…” dejó escrito Shakespeare en su comedia Como gustéis (1599). Esos versos han inspirado la exposición All the Word´s a Stage. Works from the Goetz Collection (Todo el mundo es un teatro. Obras de la Colección Goetz) que reúne una selección de los fondos de la colección de la mecenas alemana. Organizada por la Fundación Banco Santander y comisariada por Karsten Löckemann, las 90 obras exhibidas han sido cuidadosamente seleccionadas para ilustrar la influencia de lo teatral, lo escénico, en las artes plásticas. La mayor parte de los artistas presentes han trabajado para el teatro o han colaborado en producciones escénicas concretas, entre otros, Matthew Barney, Cardiff & Miller, Stan Douglas, Elmgreen & Dragset, Jonathan Meese, Ulrike Ottinger, Laurie Simmons y Matthias Weischer. [Foto: Thomas Dashüber. Cortesía Sammlung Goetz, Munich]. Vanessa García-Osuna

    Si ‘la infancia es la patria del hombre’ como decía Rilke, ¿cómo afectó su experiencia de niña refugiada en su filosofía personal? Recuerdo muy bien cómo mi familia llegó de Prusia Occidental como refugiados. Nadie nos quería. En Hamburgo nos alojaron en una vivienda de acogida, y los propietarios de la casa, evidentemente, nos odiaban. Mi interés por los temas políticos y sociológicos surge como consecuencia de este pasado.

    ¿Por qué la caridad es importante para usted? Eso es sencillo. Cuando uno tiene dinero, tiene la responsabilidad de ayudar a quienes no tienen nada, o muy poco, a quienes no tienen portavoces o son reprimidos políticamente. Creo que el propósito de la riqueza no es gastarla, sino tratarla de manera responsable.

    Usted comenzó a coleccionar en su infancia postales de pinturas clásicas de maestros antiguos. Sin embargo, de adulta solo ha coleccionado arte contemporáneo. ¿Por qué? De niña solo era capaz de ver la belleza y la perfección de las obras; no pensaba en su contenido. El tema de las pinturas antiguas es mucho más difícil de entender que las del arte contemporáneo. La comprensión colectiva de los símbolos, en aquel entonces, era muy diferente de la actual. No podemos descifrar el arte de los maestros antiguos sin la ayuda de los historiadores del arte. Disfruto descubriendo el significado de las obras contemporáneas, y esto es posible porque sus autores abordan asuntos y formas de expresión actuales.

    En Munich usted dirigió la galería Art in Progress donde exponía artistas que había conocido en América y a quienes frecuentó gracias a Harald Szeemann. ¿Cuáles son sus mejores recuerdos de aquella época? ¿Cómo influyó Szeemann en su propia visión? Recuerdo que, en 1969, visité los estudios de los artistas que Harald me había recomendado. Me di cuenta de que no conseguía entender a algunos de estos artistas o bien no sentía afinidad por su trabajo. Le hablo, por ejemplo, de las pinturas blancas de Robert Rymann o las delicadas piezas de alambre de Richard Tuttle que proyectan siluetas en la pared. Harald me explicó que uno debe explorar precisamente aquello que rechaza o lo que no entiende hasta que la obra se revela plenamente. Sólo entonces se puede decidir si es buena o no.

    Su colección es reconocida por reunir obras de artistas jóvenes que no eran ‘nadie’ cuando las compró. ¿Cómo distingue el arte bueno del malo?
    Creo que podría decir lo que es buen arte, pero es difícil decir qué es el arte malo. Los artistas cuyo trabajo adquirí no eran nombres conocidos entonces, pero más tarde se hicieron muy famosos, le estoy hablando de gente como Jannis Kounellis, Cy Twombly, Mario Merz, Richard Prince, Mike Kelley, Cindy Sherman, Félix González-Torres, Jeff Wall, Christopher Wool, Thomas Schütte, Rosemarie Trockel, Matthew Barney, Wade Guyton, Sterling Ruby, Kelley Walker, entre otros.

    El eje principal de su colección son las perspectivas más desconocidas y complejas del arte contemporáneo. ¿Qué le atrae de los artistas considerados ‘outsiders’? No son ‘outsiders’. Simplemente no han sido reconocidos en su tiempo. Una vez que se han hecho famosos, dejan de ser ‘outsiders’. Mucha gente no reconoce su calidad porque se niega a explorar las cosas con las que no está familiarizada.

    ¿Hablar con los artistas es tan importante como las obras en sí mismas? ¿De qué manera sus conversaciones condicionan sus decisiones de comprar? En muchos casos las visitas a los estudios de los artistas son decisivas. Cuando no estoy muy segura acerca de un artista joven, sobre si realmente se está creando algo nuevo e interesante, necesito conocerlo en persona para juzgar su compromiso e intenciones.

    ¿Qué importancia tiene el desarrollo a largo plazo de un artista para usted? ¿Le gusta ser amiga de los artistas? El desarrollo a largo plazo de un artista es fundamental para mí, porque yo les acompaño a través de sus diversas etapas creativas. Me gusta coleccionar el trabajo de un artista concreto a fin de poder presentarlo en toda su amplitud. Soy gran amiga de algunos artistas, y tengo buena relación con casi todos.

    Como seguidora de la filosofía budista que preconiza que la vida es mejor cuando no se posee nada. ¿no es una contradicción para un coleccionista? ¿Por qué siente que el arte sigue siendo necesario? Efectivamente, es una contradicción para un coleccionista, y soy muy consciente de ello. El arte reta a la gente a lidiar con él, lo que requiere una actitud tolerante y franca. Es el mejor maestro para aprender cómo trasladar este comportamiento a la vida real.

    En 2013 usted donó su museo de Munich así como 375 obras al Estado de Baviera. ¿Ha coleccionado para la posteridad? No, no he coleccionado para la posteridad. Mis hijos tienen sus propias profesiones. A pesar de que también son compradores de arte, no quieren cargar con la responsabilidad del museo y la colección más adelante. Por esto decidí regalar al Estado de Baviera la colección de videos con las instalaciones, múltiples proyecciones y películas y dejar el resto de la colección al Estado como un préstamo permanente. Los museos públicos de Múnich descuidan el coleccionismo de cine y video, a diferencia del Pompidou o la Tate Modern. Por eso me pareció importante legar esta colección independiente a la ciudad.

    La Fundación Banco Santander presenta una selección de los fondos de su colección. ¿Hay nombres españoles? Chillida y Tàpies se incluyeron en el programa de mi galería en los años 70 y 80, sin embargo sólo tengo obras de algunos artistas españoles de la colección de vídeo. Me he dedicado a coleccionar principalmente a los Young British Artists, Arte Povera y arte americano de los años 60 y 80. No encontré este tipo de arte en España, como tampoco en Francia, Bélgica, etc., y tuve que esperar mucho para encontrarlo en Alemania. Aprecio el arte español, por ejemplo, el de Juan Muñoz y Cristina Iglesias. Pero no sabría cómo integrar su trabajo en mi colección.

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