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    La dama de oro de Klimt

    La Neue Galerie de Nueva York presenta Gustav Klimt y Adele Bloch-Bauer: La dama de oro, una exposición íntima dedicada a la estrecha relación que existió entre el artista y una de sus principales musas y mecenas. La muestra coincide con el estreno de la película La dama de oro, protagonizada por Helen Mirren, en el papel de la sobrina de Adele Bloch-Bauer, Maria Altmann, y Ryan Reynolds como el abogado Randol Schoenberg que ayuda a Altmann a recuperar la pintura incautada por los nazis de la casa familiar Bloch-Bauer en Viena durante la Segunda Guerra Mundial.

    Gustav Klimt (1862-1918) fue uno de los artistas más importantes del fin-de-siècle vienés. Formado en la academia Kunstgewerbeschule, comenzó su carrera cultivando un estilo tradicional e historicista, evolucionando hasta convertirse en uno de los artistas modernos más prominentes de Viena gracias a sus exuberantes paisajes, perturbadores retratos y dibujos eróticos de mujeres. Sus logros artísticos y magisterio allanaron el camino de pintores como Oskar Kokoschka y Egon Schiele.

    La muestra que acoge la Neue Gallery, situada en el corazón de la Quinta Avenida, se argumenta con unas 50 obras, entre ellas el refulgente Retrato de Adele Bloch-Bauer I, así como pinturas, dibujos, fotografías de la época, artes decorativas y material documental.

    Adele Bloch-Bauer ostenta la rara distinción de ser la única persona a la que Klimt pintó en dos ocasiones. A raíz de la controversia que suscitó su encargo público más polémico (tres pinturas alegóricas que se iban a instalar en el Gran Salón de la Universidad de Viena (Filosofía, Medicina y Jurisprudencia, 1900-1907), el artista optó por retirarse de proyectos gubernamentales y concentrar sus energías en el retrato privado recibiendo encargos de mujeres de la alta sociedad vienesa.

    Ferdinand y Adele Bloch-Bauer formaron una de las más exquisitas colecciones de arte de la capital austriaca, que incluían pinturas de maestros del periodo Biedermeier, escultura moderna, una impresionante variedad de porcelana de la Real Fábrica de Viena, y un espléndido conjunto de obras de Klimt, entre ellos los dos retratos de Adele y también algunos paisajes.

    Durante los años que Klimt trabajó en este lienzo, pasó un tiempo en Rávena, Italia, donde visitó la Iglesia de San Vitale del siglo VI. La visión de los mosaicos bizantinos ricamente decorados de la emperatriz Teodora (que calificó «de un esplendor sin precedentes») le influyó notablemente en el retrato de Adele, pintado en 1907, y en el que la utilización de fulgurantes capas de oro, plata y óleo concede al cuadro una cualidad casi de joya.

    Tras una épica batalla en los tribunales, en el litigio interpuesto por Maria Altmann contra el Gobierno de Austria para recuperar el cuadro de su antepasada, el áureo retrato de Adele fue adquirido en venta privada por la Neue Galerie de Nueva York en 2006 por 135 millones de dólares. En el momento de la adquisición, el presidente y co-fundador del museo, Ronald S. Lauder, declaró: «Con esta pintura deslumbrante, Klimt creó una de sus grandes obras de arte».

    Gustav Klimt y Adele Bloch-Bauer: La dama de oro
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