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    Manuel Gracia presenta su serie Logos

    Azar y control son las fuerzas que animan Logos, el último proyecto pictórico del artista Manuel Gracia presentado en recientes exposiciones celebradas en Matadero Madrid, el Centro Conde Duque y la galería Movart-. Los trabajos que argumentan esta serie revelan la voluntad humana de establecer un orden comprensible sobre una realidad aparentemente desordenada. A través de oleadas de pintura, recortadas por una línea limpia de exactitud geométrica, el pintor busca poner armonía y certidumbre sobre lo indeterminado. La imaginería de Gracia no da un respiro a la mirada; es fuente de una sorprendente riqueza de formas que contiene desde los polos del dramatismo explosivo a los movimientos fluidos y serenos. El caudal cromático, aplicado sin pinceles, proporciona a estas composiciones un temblor, un vitalismo cargado de emoción que trasluce la sensibilidad del artista y su sofisticado sentido del color.

    Su imaginario reivindica que “caos genera cosmos”. ¿Cómo describiría su universo, cuáles son sus referentes?
    Pasamos la vida colocando y recolocando nuestros asuntos y pensamientos, en un deseo frustrado de controlar lo incontrolable. En estos últimos trabajos sobre el Logos, he evidenciado esa actitud vital constructiva y luchadora que busca poner orden y certidumbre sobre lo indeterminado. Sin embargo, el orden humano tiende a desvanecerse y retorna a ese estado natural que llamamos caos y que se rige por leyes que van más allá de nuestra comprensión.

    ¿Cómo consigue que sus cuadros trasladen al espectador una experiencia intimista y afectiva?
    Hablamos de una obra que rehúsa de la representación, la denuncia, la reivindicación o la protesta. Mi búsqueda es plástica y estética y se mueve por territorios más interiores como lo son la emoción y el pensamiento. La idea es que cada vez que miremos estas pinturas nos trasladen y se establezca un diálogo interno.

    ¿Qué importancia tiene la línea y el color en su obra?
    La geometría es algo recurrente en mi obra, como orden humano y como recurso para la incorporación de extrañeza en la composición. En cuanto al color, creo que he desarrollado un sentir propio que me permite trabajar con comodidad entre la sutileza y el atrevimiento.

    Háblenos de su proceso de trabajo y de la pulsión entre azar y control y su voluntad de establecer un diálogo entre lo caótico y lo estructurado
    He de confesar que tengo debilidad por lo estructurado, me temo que desde niño soy muy racional. A pesar de ello, en ese adentramiento en lo traslúcido, fluido e informe, busco una apariencia de blandura caprichosa que se entreteje con la línea, controlada y rígida. En toda decisión tengo presentes azar y control, error y aceptación, contrariedad y sorpresa.

    La utilización de esmaltes y lacas proporciona un sugerente juego de transparencias y texturas. ¿Qué le atrajo del esmalte y la laca como material?
    Mi experiencia con estos materiales viene de largo, sin embargo su incorporación al sentido de la obra no funcionaba como a mí me interesaba. La búsqueda de una estética más contemporánea, me llevó a repensar la técnica, lo que me indujo, a su vez, a otros replanteamientos. Aunque permanece el óleo, veladuras y texturas se ven relegadas por campos de transparencias que, en su lisura, dejan ver esa infrapintura de piel rugosa.

    ¿Qué sensaciones visuales genera el acto de depositar la pintura sin el empleo de los pinceles?
    El abandono del caballete y los pinceles no es nuevo y supone controlar el derrame, la gravedad, la temperatura y las diferentes densidades y velocidades de secado. He buscado una sensación visual de tersura que invita a acariciar la superficie con la mirada mientras es interrumpida por un orden severo impuesto por el tiralíneas y el óleo.

     

    Manuel Gracia

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