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    Relatos de lo inesperado

    “Me crucé por primera vez con Peter Petrou hace varios años en su maravilloso stand de la feria Masterpiece y me cautivó su despliegue de piezas que abarcaban casi todas las facetas de la creación humana. Es, por tanto, un honor ofrecer ahora su colección personal que brinda una mirada divertida y excéntrica sobre decenas de miles de años de historia” manifiesta Benedict Winter, director de la venta que Christie’s celebra el 30 de enero en Londres. Entre los lotes ofrecidos despuntan tres increíbles modelos en vidrio de medusas (tasados cada uno entre 17.000 y 23.000 euros) realizados por Leopold y Rudolf Blaschka, padre e hijo respectivamente, que suministraron piezas como éstas a museos de historia natural de todo el mundo. Reconocidos por su ingenio e inigualable destreza técnica, su obra, creada entre 1863 y 1880, representa un momento mágico en el que el arte se encuentra con la ciencia. En su taller de Dresde, los Blaschka, que antes eran joyeros, crearon más de 10.000 modelos de 700 especies de invertebrados. Producidos mediante la técnica del vidrio soplado, a día de hoy los estudiosos siguen sin saber cómo lograron fabricar a mano piezas tan sumamente delicadas. La fascinación que se sentía en el siglo XIX por el mundo natural propició que estas obras despertaran un interés inmediato en el público. En poco tiempo instituciones de todo el mundo se disputaban los “modelos Blaschka” entre ellas el Museo de Historia Natural, el de Zoología Comparada de Harvard y el propio Museo de Ciencias de Londres, adonde fueron a parar estos modelos en 1877. Curiosamente, muchas de estas criaturas marinas se hallan hoy en paradero desconocido porque, a consecuencia del cambio de gustos en el siglo XX, los museos se deshicieron de ellas sacándolas al mercado. Aunque Leopold llevó a cabo inventarios meticulosos, muchas de sus creaciones, como la célebre colección del profesor Reichenbach de Dresde, fueron destruidas durante la Segunda Guerra Mundial. Uno de nuestros modelos representa a la más temible de las medusas, la Carabela portuguesa, cuyos largos tentáculos pueden producir las picaduras más dolorosas, suficientes para matar a la mayoría de los peces y, en raras ocasiones, a los humanos. Sus vívidos apéndices azules se han reproducido a la perfección en un modelo en cristal que ha sobrevivido intacto durante casi 150 años a la agitada historia de Europa.

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