Decía Jean Dubuffet que “el objeto de la pintura contempla solamente dos dimensiones y excluye la “engañifa” del claroscuro y la profundidad”. Azucena Vieites (Hernani, 1967) crea formas directas y esquemáticas prescindiendo de las herramientas típicas del arte, haciendo de la simplicidad su código lingüístico y del plano el espacio imprescindible para lograr en sus imágenes el impacto deseado. Recurrir a unas tijeras, un rotulador y unas hojas, un aparato analógico de fotocopiar o una cámara de vídeo casera, resulta ser la manera más natural y accesible de traducir mensajes a partir de otros ya existentes para darle la vuelta con ironía al significado de las cosas. De los iconos publicitarios al dibujo infantil, de la impresión serigráfica a las huellas insinuadas de una silueta o un rostro, de la cultura popular a los sonidos de la naturaleza, el arte múltiple de Vieites contiene poesía visual y apropiación mass media a partes iguales.
El discurso rico en registros y lecturas de la artista vasca le ha hecho merecedora del último Premio Nacional de Grabado 2025. Apenas unos días después de su exposición inaugural en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, nos brinda la oportunidad de conocer de su propia voz los aspectos más interesantes de una trayectoria que no deja de crecer. Aquí, in situ, rodeadas de sus papeles y fanzines, apenas dos sillas y una grabadora son suficientes para adentrarnos en el mundo de esta feminista implacable de espíritu pacífico y temperamento vitalista.
Acaba de recibir el Premio Nacional de Arte Gráfico que otorga la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. ¿Cómo ha recibido este importante reconocimiento? Cuando me llamaron de la Academia, no me lo creía, era algo que no esperaba ni tenía en mi cabeza. Fue un impacto y una emoción muy fuerte. El hecho de dar valor a un trabajo que he venido desarrollando desde que terminé de estudiar Bellas Artes supone reconocer las obras vinculadas a lenguajes, técnicas y procesos gráficos de impresión distintos de los tradicionales como eje fundamental y razón de ser de toda mi trayectoria.
Creo que la Calcografía Nacional le ha entregado la estampa Subir y bajar, de Los Caprichos de Goya. Ha sido un generoso regalo. Aunque después de dudar entre dos aguafuertes, el que menciona y otro de la serie, me he decantado por la estampa titulada Mala Noche. Me gusta porque representa el efecto del viento a través de las ropas sobre dos personajes femeninos que se sitúan en mitad de la oscuridad. Tiene misterio y a la vez es muy revelador.
Emplea la línea continua para encerrar formas o figuras simples en muchos de sus papeles ¿Qué función tiene el dibujo en su trabajo? Para mí el dibujo como tal no tiene una trascendencia especial, lo empleo únicamente con el fin de producir imágenes. Me interesa sobre todo el resultado, aunque también el procedimiento. Que la imagen, el icono final tenga un impacto visual muy gráfico. Y que además esas imágenes puedan ser desarrolladas o manipuladas a través de las técnicas serigráficas.
El leit motiv de gran parte de su obra gira en torno al término low-fi ¿A qué alude exactamente este anglicismo y qué lecturas admite? Literalmente es una palabra abreviada que significa baja fidelidad. Surgió entre los años setenta y ochenta, en la época punk y postpunk. En el contexto musical, low fi se refería a tocar de manera intuitiva, por ejemplo, las bandas de los ochenta que no habían tenido una formación previa y los sonidos eran defectuosos o de “poca calidad”. Esta idea llevada a la representación sería algo así como no tener en cuenta la perfección académica, no importar que las formas estén bien terminadas, sino todo lo contrario. Aquí entraría en juego la acción de apropiarse de imágenes dadas, como las fotos de revistas, postales, fotocopias….
¿Cómo se traduce a lo visual ese concepto de low-fi? Si pensamos en una fotocopiadora, el proceso de transformación de la imagen también sería low fi. A veces fotocopio recortes de una revista y luego los amplío a través de la serigrafía para darles una apariencia menos nítida, más degradada, como rodeada de “ruido”. El resultado de esta traducción es muy distinto a la foto original elegida por mí. El paralelismo en el sonido musical sería una cinta de casete que reproduce música con una especie de maraña auditiva de fondo. Se trata, en definitiva, de aplicar una técnica al margen de la técnica.
¿Un ejemplo sería la práctica del fanzine en su carrera? Sí. En la exposición del MUSAC de 2012 que titulé Fundido Encadenado-Break You Nice y que hemos traído de manera testimonial a la Academia, aparece precisamente esta idea de recurrir a imágenes encontradas y dibujos hechos con anterioridad por mí, para manipularlas a través de la serigrafía. Son trabajos que parten de la cultura del Do It Yourself implícita en el fanzine y que está a su vez enraizada en movimientos como el punk y originariamente en el dadaísmo.
El compromiso con el feminismo es otro de los temas recurrentes en los dibujos y grabados desde Juguemos a prisioneras, en los 90. ¿Cómo enfoca este movimiento y qué papel juega en su obra? Siempre me he definido como una persona que lleva a cabo una actividad artística donde el feminismo se introduce de manera directa o transversal, por medio de procesos de apropiación y resignificación que a lo largo del tiempo han ido configurando un universo propio donde la imagen de la mujer adopta contenidos semánticos diferentes. Al principio recurría a las revistas de tendencias de los años 90 que eran muy fashion, donde se mezclaba arte, contracultura, música, moda, feminismo… Casi todas eran publicaciones anglosajonas poco conocidas en España, con información y contenidos que no se encontraban fácilmente en aquella época. Hay que tener en cuenta que entonces no existía Internet… [Amalia García Rubí. Foto: Alfredo Arias]





