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    Adalina Coromines y sus paisajes del alma

    “La naturaleza es la fuente de inspiración en mi vida y en mi obra, ella es madre y maestra a la vez. Su belleza me conmueve, libera y amplifica mi creatividad. Cualquier cosa me inspira desde una pequeña piedra a un tronco desgastado, todo lo que hay en ella me parece extraordinario, me conecta conmigo misma y con cuanto me rodea. Es vivir el ciclo de la vida una y otra vez y apreciar su belleza también en la decadencia” explica Adalina Coromines (Barcelona, 1963), una artista que se define como “autodidacta por convencimiento pues pienso que el conocimiento puede fluir tanto del exterior como de nuestro interior.”

    El Museo Can Mario, sede de la Fundació Vila Casas en Palafrugell, acoge hasta el 9 de mayo una selección de su obra reciente en la muestra Cicatrices. Se presentan 18 obras en las que, a partir de relieves, texturas, luces y sombras, se compone una galería de paisajes con «cicatrices» fruto de la acción de los elementos: el viento, el agua, los rayos y hasta el hombre. Realizadas con tierra, agua y pigmentos naturales, son composiciones orgánicas íntimamente ligadas al entorno ampurdanés en que vive la artista, como subraya Francesc Mestre, comisario de la muestra: “Su universo es el Empordà, un paisaje que te atrapa profundamente. Además, recordemos el proverbio “Descríbeme tu rincón y me habrás descrito el universo”.

    El compromiso medioambiental de Coromines la lleva a escoger pigmentos naturales, no contaminantes: “Utilizo principalmente tierra, agua y pigmentos naturales que son respetuosos con el medioambiente, no uso materiales tóxicos” detalla la artista. “Tiene una verdadera obsesión por crear sus materiales y hacerlo con un riguroso respeto por la ecología” corrobora Mestre. Las marcas que surcan la superficie de estas obras hablan “del paso del tiempo, del ciclo de la vida, de nuestra propia vulnerabilidad y no-permanencia. La vida es imperfecta y efímera pero a la vez es la experiencia, el conocimiento y la transformación algo que es muy esperanzador.” Para el comisario estas cicatrices “nos conectan con las cicatrices del alma que nos acompañan silenciosamente, y que Adalina nos presenta envueltas en ternura.”

    La artista considera su obra fundamentalmente intuitiva porque “creo que el corazón sabe más que la razón, tiene un conocimiento más profundo aunque no significa que después no pueda hacer cambios o rectificaciones con la razón. Siento la necesidad de mirar el mundo con sentimiento. La pintura genera pensamiento y sentimiento y esta segunda parte es la que más me interesa. Aspiro a que mi obra conmueva, a que el observador pueda habitar por unos instantes el presente y se reconecte con él y con todo lo que está a su alrededor.”

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