La Royal Academy de Londres acoge la primera gran exposición académica dedicada al más famoso artista contemporáneo chino, Ai Weiwei, miembro honorario de la institución británica. Entre las obras reunidas figuran piezas emblemáticas creadas a partir de 1993, el año en que volvió a su país natal tras haber vivido más de una década Nueva York. A su regreso a China, Ai Weiwei comenzó a dotar a su trabajo de una perspectiva arraigada en la cultura china pero que al mismo tiempo era un reflejo del contacto que mantuvo con el arte occidental durante su etapa estadounidense. El versátil creador recurre a materiales tradicionales e intervenciones con objetos históricos que comprenden desde vasijas neolíticas, con más de cinco mil años de antigüedad, hasta piezas arquitectónicas y mobiliario de la dinastía Qing (1644-1911). Al utilizar objetos antiguos para crear objetos nuevos, se enfrenta a las convenciones sobre valor y autenticidad en la China actual. Cuando transforma los materiales para plasmar sus ideas, ya sea en madera, porcelana, mármol o jade, pone a prueba la destreza de los artesanos que son los encargados de llevar a cabo sus peticiones como parte del proceso. Algunas piezas tardan meses en crearse y pasan por largos periodos de experimentación en los que se exploran los límites de las características formales de los materiales. Esculturas como Cámara de vigilancia (2010) y Videocámara (2010) monumentalizan la tecnología que se emplea para vigilar, convirtiéndola en algo inútil y absurdo al mismo tiempo. En la exposición londinense se incluye una de sus nuevas propuestas, Restos (2015), una pieza de porcelana que reproduce con todo detalle un grupo de huesos descubiertos recientemente al excavar el lugar donde estuvo un campo de trabajos forzados en los años 50 durante el gobierno de Mao. Otras de las instalaciones principales será Derecho (2008-2012), que forma parte del conjunto de obras en torno al terremoto de Sichuan ocurrido en 2008. Esta pieza, que constituye un sobrio monumento a las víctimas del terremoto, está elaborada con 90 toneladas de barras de refuerzo [las barras de acero que se emplean para construir edificios de hormigón armado] dobladas y retorcidas, recogidas por el artista y enderezadas a mano. La destrucción, ya sea por la mano del hombre o a consecuencia de catástrofes naturales, es uno de los temas recurrentes que se repiten en la obra del controvertido creador chino.