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    Carlos Montero de Alba. Pasión Militar

    Escasas son las piezas antiguas militares que se pueden encontrar en las subastas y colecciones españolas; por suerte, siempre hay afortunadas excepciones y una de ellas es la magnífica colección de piezas militares de Carlos Montero de Alba. Gran experto en historia militar, su colección de militaria, una de las más importantes de nuestro país, atesora joyas militares únicas en el mundo. El coleccionista nos mostró las joyas de su colección madrileña que permiten acercarse a la historia de Europa desde la óptica de sus grandes protagonistas, zares, reyes, generales y grandes militares que contribuyeron a la formación de grandes naciones como Rusia, Francia, España o Italia.

    ¿Cuándo nació su pasión por el coleccionismo de piezas militares?
    Llevo coleccionando más de 30 años. Yo soy salmantino, mi bisabuelo heredó de mi tatarabuelo unas fincas en Béjar, éramos una de las familias en España que teníamos la lana de merino. Cuando existían todavía los imperios, el austrohúngaro, el alemán, el ruso, mi abuelo hacía toda la tela para los uniformes de gala de las cortes, de los reyes y de los emperadores. La lana de merino era famosa porque en verano transpira y en el invierno da calor. Es cara, un uniforme de un oficial requiere la lana de cuatro ovejas. A mi abuelo le mandaban un prototipo para que hiciera el color y tinte exacto de cada nación, porque en aquel tiempo cada nación estaba asociada a un color: los franceses el azul marino, el alemán era el azul prusiano, los ingleses el rojo sangre y los austriacos el blanco. Mi bisabuelo hablaba cinco idiomas e hizo buenos amigos dentro de la aristocracia europea, entre ellos el Zar de Rusia, y empezó a coleccionar lo que acompañaba a los uniformes: las espadas, los cascos, las pistolas, etc. Decían que mi abuelo, Felipe Montero de Alba, poseía la mayor colección de uniformes militares de Europa. Pero en la Guerra Civil española, gran parte de la colección, que se encontraba en Málaga, fue expoliada y se llevaron todo lo que parecía oro y plata. Mi abuelo se pasó 20 años después de la guerra recuperándola.

    También tiene una importante biblioteca sobre historia militar…
    Sí, pero la mayoría está en Nueva York, en Madrid tengo una pequeña parte. También he impartido algunos seminarios sobre la Guerra Civil española en West Point, la Academia Militar de Estados Unidos. Además pertenezco a la Asociación Histórica Napoleónica Militar, cuyos miembros son en su mayoría ingleses y se visten con el uniforme de la época imperial, a ella también pertenece el actual duque de Wellington.

    De su preciosa colección de uniformes antiguos, ¿cuáles destacaría?
    Sólo colecciono uniformes que son de nuestra lana y que he ido recopilando a lo largo de los años. Por ejemplo, tengo el único uniforme que queda del Regimiento Escocés de la Guardia Real inglesa de 1870, perteneció al bisabuelo del príncipe Carlos de Inglaterra. Está hecho con lana de nuestra fábrica, tiene 120 años y está intacto, es como seda. Otro uniforme muy famoso es el que perteneció al gobernador de Gibraltar y que utilizaba como batín de casa para recibir a las visitas. Es de la India y confeccionarlo llevaba un año.

    ¿Qué diferencias existían entre países en cuanto a la calidad de los uniformes?
    Los más ricos eran los ingleses, también los alemanes cuando estuvieron en auge. En la época de los zares los oficiales se vestían con todo lujo, pero las tropas iban ínfimas. También el ejército de Alfonso XIII, en Cuba, no tenía ni botas e iban en zapatillas. En cambio, aquí tengo el uniforme de Lord Beresford, general inglés en África en la guerra contra los zulúes, realizado con tela de merino de nuestra fábrica. También es fantástico el uniforme completo de Lord Louis Mountbatten, como coronel del primer Regimiento Montado de la Reina de Inglaterra. Era el hombre más alto de Inglaterra, cerca de dos metros. Otro ejemplo es el uniforme que perteneció al príncipe Rodolfo, hijo del emperador Francisco José, lo utilizó sólo una vez. Lo hizo nuestra fábrica en 1907 en un color especial, de gala. Posteriormente, las medallas originales del uniforme las he ido adquiriendo en diferentes subastas a lo largo de los años.

    ¿Dónde suele adquirir estas piezas?
    La mayoría las compro en subastas internacionales aunque también intercambio con otros coleccionistas.

    ¿Cuál es la pieza más antigua?
    Son dos: una espada escocesa del siglo XVI, y un casco de lancero de 1790. Aunque mi periodo favorito es el siglo XIX.

    Colección de medallas y condecoraciones
    Apasionado por todo lo que tiene que ver con la historia militar, Carlos Montero de Alba tiene varias habitaciones y vestíbulos dedicados a la militaria. Las paredes están repletas de objetos: un banderín de México, bordado y fechado en 1810, cuando se declaró su independencia, soldaditos Britains de plomo, hechos por las viudas de los soldados para ganar algo de dinero, cuadros y grabados relacionados con la militaria, etc. Asimismo, posee importantes manuscritos como la carta autógrafa que Churchill escribió para declarar que la II Guerra Mundial había terminado o una carta que Napoleón escribió a sus generales. En su estudio, donde se encuentra su escritorio, se presentan como si de un museo se tratase, una gran colección de medallas, uniformes, cartucheras, espadas, cascos y sombreros correspondientes a los antiguos imperios europeos. Piezas, muchas únicas en el mundo, que a varios museos les gustaría poder exhibir, como la gola que perteneció a Alfonso XII o sus espuelas y hombreras, en oro de 24 quilates, realizadas por Cerralbo. Allí está también la espada de Maximiliano, emperador de México, y una colección exquisita de cartucheras, realizadas en metales preciosos, en donde los altos oficiales llevaban las balas.

    Hábleme de su colección de medallas y condecoraciones.
    Tengo una colección de medallas muy especiales porque son todas las que se dieron durante el Imperio británico con la reina Victoria. También poseo la laureada de San Fernando del general Prim, medallas de la Casa Real de Saboya, etc. Un caso aparte son las medallas rusas de Fabergé.

    Su colección de sombreros y cascos militares es también excepcional…
    Poseo varias piezas muy importantes, como el casco que perteneció al Papa Pío XII, cuando todavía era general de su ejército. También tengo los cascos de los cinco regimientos más famosos de la Guardia de la Caballería inglesa. Actualmente, sólo quedan en existencia dos regimientos. Tenías que ser rico para poder llevar esto, porque los oficiales se lo pagaban todo de su bolsillo y era muy caro costear las numerosas aplicaciones de oro y plata que llevaban en sus uniformes. Muy famoso, ya quedan muy pocos, es uno austrohúngaro de un oficial de dragones que estuvo en la batalla de Novara cuando Italia declaró la independencia y los austriacos perdieron la batalla.

    ¿Qué otras piezas le gustaría tener en su colección?
    Si tuviera dinero me metería a comprar militar chino.

    ¿Cuál es su pieza más preciada?
    La gola del zar Nicolás II, porque es única, todos los museos la quieren.

    ¿Es difícil distinguir las reproducciones?
    Se notan sobre todo por la calidad y por los materiales que no son de época. Existen bastantes reproducciones para películas de época. Hay reproducciones buenísimas.

    La Colección Fabergé
    ¿Cómo ha conseguido atesorar tantas piezas de Fabergé?
    Heredé de mi abuela una colección de medallas rusas de Fabergé y luego he ido coleccionando por mi cuenta. Tengo libros antiguos, que ya no se consiguen, donde salen las fotos con los uniformes rusos y sobre como se vestía la corte de los zares. Hay muy poco sobre el tema y casi todo está en colecciones privadas. El año pasado compré una coraza y el casco personal de la zarina Alexandra de Rusia del Regimiento de la zarina de Rusia, la última emperatriz, obra de Fabergé. Ella era la coronela de este regimiento, se lo compré a una señora mayor polaca que lo tenía escondido en un baúl. Me contó que su abuela había trabajado en Rusia y que durante la Revolución lo sacó. El casco está realizado en oro, plata sólida y dorado, todo realizado por los joyeros. Lleva el San Jorge, patrón de Rusia, y el águila imperial rusa bicéfala. Al parecer sólo se conservan tres cascos como éste en el mundo, porque cuando los comunistas tomaron el control de Rusia, estaban totalmente arruinados y fundieron todo. Hay marcas secretas que ponían los joyeros de Fabergé para que no falsificaran, hoy día es imposible falsificarlo porque no compensaría. El casco es de 1890 y la coraza de 1910.

    También tiene dos magníficas pureras de Fabergé
    Así es, ambas están realizadas en esmalte champlevé y metales preciosos con aplicaciones de brillantes. Una es la purera personal de Nicolás II, el último zar. La otra purera perteneció a su padre Alejandro III. Llevan todas las marcas que Fabergé ponía en cada una de sus piezas: el de la plata, el que hacía el águila, el que ponía las piedras, el esmalte, etc…

    De su colección de medallas Fabergé. ¿Cuál es la más preciada?
    Para mí es la de la Orden de San Andrés de Primer Grado que perteneció al zar Nicolás II, era la que llevaba al cuello y la conservo con su propio estuche. Hay muy pocas medallas del Imperio ruso en manos privadas, yo poseo seis. Este tipo de medallas son muy escasas ya que, actualmente, los potentados rusos pagan precios muy elevados, fuera del alcance del coleccionista.

    Lorena Mingorance

    Montero

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