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    Chica provenzal

    En febrero de 1888, Vincent van Gogh (Zundert, 1853-Auvers-sur-Oise, 1890) abandonó París para instalarse en Arlés huyendo del malestar espiritual que le atenazaba en la capital francesa y decidido a vivir más en comunión con la naturaleza. En aquella época le obsesionaba la cultura japonesa y veía la Provenza como una utopía «semejante a Japón», país que consideraba una tierra pura y antigua, no corrompida por los valores burgueses. Aunque Van Gogh nunca visitó el Lejano Oriente, sucumbió a la fiebre japonista que sacudió Europa en la segunda mitad del siglo XIX. En París, se pasaba horas estudiando -y a menudo comprando- grabados ukiyo-e en la tienda de Siegfried Bing, el principal vendedor de arte nipón de Francia. También disfrutó leyendo la novela Madame Chrysanthème, de Pierre Loti. Publicada a finales de 1887, con gran éxito de público y crítica, cuenta la historia del matrimonio entre una mujer japonesa y un oficial naval francés destinado en Nagasaki. Este libro inspiró a Puccini la ópera Madame Butterfly y a Van Gogh cuatro obras maravillosas. A finales de julio de 1888, cuando las lluvias torrenciales interrumpieron sus salidas al campo, confinado entre las cuatro paredes de su estudio, alumbró tres retratos, entre ellos, el cuadro La Mousmé, que hoy se conserva en la National Gallery of Art de Washington, D.C., que plasma a una joven de porte majestuoso ataviada con un corpiño de rayas rojas y violetas y una falda azul con lunares naranjas sobre un fondo en verde veronés. Su vibrante colorido fue la clave de su éxito y por eso sorprende que pocos días después de pintarlo hiciera un dibujo del mismo tema. El propio artista le dijo a su hermano Theo en una carta que el lienzo carecía de la «claridad de tacto» del dibujo. Realizado con plumilla, tinta marrón y lápiz sobre papel, no es una mera copia del óleo que le precede: aquí, optó por representar a su modelo como un busto, explorando la enigmática expresión de su rostro juvenil y haciendo alarde de un asombroso nivel de detallismo. Van Gogh escribió que La Mousmé formaba parte de un grupo de estudios para retratos que eran «la única cosa en la pintura que me emociona hasta lo más profundo de mi alma, y que me hace sentir el infinito más que cualquier otra cosa».

    Recuadro

    El término japonés «mousmé» se suele utilizar para referirse a una mujer soltera o muy joven (entre 12 y 14 años). En una misiva a su hermano Theo fechada el 29 de julio, Van Gogh le decía «Por si no sabes lo que es una ‘mousmé‘ (lo descubrirás cuando hayas leído Madame Chrysanthème de Loti), acabo de pintar una. Me ha llevado toda una semana, no he podido hacer otra cosa porque no me encuentro demasiado bien. Eso es lo que me fastidia, si hubiera estado en plena forma podría haber pintado otros paisajes mientras tanto. Pero para terminar mi mousmé, tuve que ahorrar energía mental». ¿Quién era la joven retratada? Se ha especulado con que fuera Thérèse Mistral, sobrina de la asistenta del artista, pero su identidad nunca ha llegado a esclarecerse. Con una estimación entre 6 y 9 millones de euros, este dibujo a plumilla del genio pelirrojo – que sale a pujas el 1 de marzo en Christie’s Nueva York- podría establecer un nuevo récord mundial batiendo sus anteriores marcas: Jardín de flores, vendido por 8,3 millones de dólares en 1990, y Olivares con los Alpilles al fondo, subastado por 8,5 millones de dólares en 1999.

    Van Gogh

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