Podría decirse que la máxima de David Rodríguez Caballero (Palencia, 1970) es investigar el lado inesperado de los materiales. Sus geometrías orgánicas y depuradas son el resultado de curvar, cortar, plegar y lijar hasta hacer aflorar una belleza secreta. Su obra, descrita como “pintar sin pintura”, subvierte las cualidades primarias de los materiales para originar algo insólito; así, por ejemplo, las planchas de aluminio se retuercen para simular delicados origamis de papel seda o dan forma a etéreas esculturas monumentales. Representado por la Marlborough y afincado en Nueva York desde hace una década, nos recibe en su taller, situado en un polígono industrial en las afueras de Madrid, inmerso en los últimos preparativos de El pliegue según el pliegue, una exposición que considera le ha hecho crecer como artista. Esta retrospectiva se presenta en dos sedes: el Museo Esteban Vicente y la Catedral de Segovia. [Foto: David García Torrado]
