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    Delfina Entrecanales, la ‘reina madre’ del arte joven

    Delfina Entrecanales de Azcárate (Madrid, 1927) es la primogénita del ingeniero bilbaíno José Entrecanales Ibarra, fundador del emporio energético Acciona (del que ella posee un 3%) mientras que, por la rama materna, desciende de una ilustre familia republicana que cuenta entre sus miembros con los fundadores de la Institución Libre de Enseñanza. Su familia la envió a Oxford cuando tenía solo 19 años y, aunque entonces no lo sabía, nunca volvería a vivir a España. Afincada en el Reino Unido desde hace más de sesenta años, su generosidad ha sido distinguida por la reina Isabel que, en 2012, coincidiendo con su Jubileo de Diamantes, la nombró Comandante de la Orden del Imperio Británico, y también por el príncipe Carlos que le concedió una Medalla a la Filantropía en las Artes. Sencilla y muy discreta, Entrecanales ha desarrollado una admirable labor de mecenazgo –casi siempre en la sombra- centrada en el apoyo al arte emergente a través del Delfina Studio Trust y la Delfina Foundation. ‘No soy coleccionista. Yo colecciono artistas ¡no obras!’ ha dicho en algún momento para explicar su filosofía personal. El fruto de sus desvelos ha sido la puesta en marcha de un programa de residencias que ha beneficiado a 500 artistas de todo el mundo, incluidos prestigiosos creadores como Mark Wallinger, Tacita Dean, Maurizio Cattelan, Martin Creed o los españoles Txomin Badiola o Darío Urzay. Tímida, carismática y alérgica a las entrevistas, a sus 88 años, la ‘abuela del arte contemporáneo’, proyecta una luminosa vitalidad que contagia la conversación con Tendencias del Mercado del Arte en la que evoca sus primeras experiencias con el arte moderno, desvela sus sueños pendientes –por ejemplo, conocer Irán- y habla de su último proyecto, la exposición Entonces, por ahora que refleja su personal aventura en el arte. [Foto: Tim Bowditch. Cortesía Delfina Foundation]. Vanessa García-Osuna

    Entonces, por ahora es el título de su último proyecto, y gracias a esta iniciativa artistas hoy célebres que en sus inicios pasaron por su Fundación vuelven a sus raíces para apoyar a una nueva generación de creadores. Esta muestra es la ocasión perfecta para hacer un balance de su ‘aventura’ como mecenas del arte emergente. ¿Podría compartir con nosotros algunos de sus recuerdos más gratificantes? Hay tres especialmente dichosos. El primero fue cuando visité una fábrica de chocolate en Bermondsey y, nada más verla, me la imaginé como un espacio donde albergar estudios para artistas. ¡Las máquinas para hacer chocolate todavía estaban en funcionamiento! Sin embargo, por aquel entonces se trataba de una zona degradada, hablo de finales de 1990. Lo que yo vislumbré fue su potencial. Y fíjese ahora, entre los vecinos del barrio está el Museo de la Moda de Londres y la nueva galería White Cube. El segundo recuerdo es cuando Mark Wallinger ganó el Premio Turner -¡fue fantástico!. Más de una docena de artistas a los que he apoyado durante años han sido nominados al premio y Mark, de hecho, no fue el primero en ganarlo; sin embargo él y yo tuvimos conversaciones muy interesantes en su estudio y conecté con su obra de forma poderosa. Y por último nunca olvidaré la emoción de ser distinguida con la Orden del Imperio Británico en 2012, coincidiendo con el Jubileo de la reina Isabel. Me encantó conocer al príncipe Carlos. ¡Fue encantador!.

    Empecemos por el principio, ¿qué le motivó, hace más de 40 años, a convertirse en mecenas de artistas? En la década de los 70 yo tenía una granja en un pueblecito llamado Little Bedwin, en Wiltshire. La finca tenía varias casitas y le ofrecí a mi buen amigo Robert Wyatt, del grupo Soft Machine, un lugar donde pudiera montar su estudio de música mientras se recuperaba de un accidente. ¡Fue muy divertido!. Al poco tiempo, un muchacho llamado Richard Branson vino a visitarnos, después vendrían Pink Floyd y muchos otros. Como el goteo de músicos que se dejaban caer por allí era constante, los artistas empezaron a llegar también. Al cabo de un tiempo, mi esposo en aquel momento y yo decidimos abrir un espacio con estudios para artistas en una antigua fábrica de pantalones vaqueros al este de Londres. Lo llamamos el Delfina Studio Trust. Existía tal demanda de estudios en los años 80, que pronto nuestro edificio se vio desbordado y tuvimos que buscar una nueva sede en Bermondsey -en la antigua fábrica de chocolate que mencioné antes. Ese inmueble contaba con 34 estudios, una gran galería, y permitía alojar hasta 10 artistas internacionales. Siempre había una increíble demanda de espacios en aquella época…

    Me temo que las cosas no han cambiado Es cierto, parece que sigue existiendo el mismo problema y a los artistas les cuesta encontrar sitios asequibles para vivir y trabajar en Londres. Para mi es muy triste que se vean forzados a marcharse de la capital. Londres corre el riesgo de perder su dinamismo cultural y creativo. Ésa es la razón por la que mi fundación está en el corazón mismo de la ciudad y justo al lado de la sede del gobierno. También parece haber menos dinero público para el arte y la gente espera más del patrocinio privado. Me paso el día intentando convencer a otras personas para que establezcan organizaciones de arte con fondos privados o apoyen el trabajo que yo hago.

    ¿Qué cambios ha visto en el arte? Supongo que la práctica de los artistas ha cambiado un poco. Aún quedan pintores y escultores de estudio, pero ahora hay creadores que aprovechan la tecnología de maneras novedosas.

    Se define como una ‘coleccionista de artistas, no de obras’ y es innegable que posee un ‘ojo clínico para el talento’. ¿Qué debe tener un creador para “seducirle”, para “captar su atención”? Bueno, he sido muy afortunada de tener un equipo fantástico a mi alrededor. Supongo que, en ese sentido, soy buena escogiendo a las personas adecuadas. En realidad, es el equipo y varios comités de selección quienes eligen a los artistas; principalmente mediante convocatorias abiertas, pero a veces también a través de una invitación directa. Relacionarme con los artistas es mi manera de disfrutar y vivir el arte. Para mí, es una cuestión de conectar con la persona y sus necesidades. Tiendo a inclinarme hacia los artistas cuyo trabajo refleja algún tipo de viaje personal.

    Valorando tanto la relación personal con los artistas ¿hasta dónde se implica con los residentes? Ellos me consideran su abuela y, cuando lo necesitan, yo les ofrezco amor incondicional. Hablo con ellos para conocer sus historias personales y profesionales y lo que les impulsa; tal vez, en contrapartida, ellos me inspiran a hacer lo que hago. Aprendo mucho, y me gusta ser capaz de brindarles la oportunidad de compartir sus ideas con el mundo.

    En 2005 viajó a Siria con Mark Muller. ¿Qué significó ese viaje para usted? Aquella fue mi primera experiencia en Oriente Medio, y la recuerdo como algo increíble. Mark Muller, buen amigo mío, es abogado de derechos humanos y, en realidad, le acompañé por razones personales. El British Council organizó una fiesta en mi honor invitando a todos los artistas locales. Fue fascinante escucharles hablar acerca de sus experiencias vitales, sus frustraciones por la carencia de infraestructuras creativas, y la falta de movilidad a la que todos ellos se enfrentan. Fue durante ese viaje cuando empecé a madurar la idea de crear la Delfina Foundation. En 2007, inauguramos el edificio y nuestro foco de interés inicial fue el intercambio artístico entre creadores de Reino Unido y Oriente Medio.

    Usted es española, pero ha vivido casi toda su vida en Reino Unido. ¿Qué queda de sus raíces? ¿Está al tanto de nuestra escena artística? Soy la cabeza de una familia de 105 personas, y la mayoría viven en España. Ellos vienen a verme y viceversa. Debo decir que no sé lo suficiente sobre la escena artística española. Sin embargo, el Delfina Studio Trust ha invitado a muchos artistas españoles a Londres, y la Delfina Foundation se ha asociado con varias organizaciones del país como la Casa Árabe (Madrid), el MUSAC (León), la Alhambra y el Hay Festival cuando organizaron eventos de literatura en Segovia y Granada. También hemos trabajado con varios artistas españoles de esta generación como Eugenio Ampudia, Ixone Sadaba e Ismael Iglesias.

    ¿Ha hecho algún proyecto específico en nuestro país? Creé un espacio de residencias en Manilva (Málaga) en la década de los 90, que estaba conectado con el Delfina Studio Trust. Durante varios años alojamos a artistas visuales y pusimos en escena óperas, contando con talentos locales, niños y artesanos.

    ¿Fue su padre, José Entrecanales, quien le inculcó el amor por el arte? Las paredes de nuestra casa estaban llenas de cuadros de impresionistas españoles, así que mi amor por el arte contemporáneo floreció más tarde.

    Admirada y reconocida en todo el mundo ¿le queda algún sueño por cumplir? Ser bisabuela, llegar a los 100 años y viajar a Irán, algo que llevo deseando largo tiempo. Cuando vaya, tendré a un montón de antiguos residentes que cuidarán de mi, será muy bonito, ¡como estar en familia!.

    Delfina Entrecanales

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