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    El Futurismo cumple 100 años

    Una pléyade de exposiciones confirman que la cultura italiana tiene aún muy presente al movimiento surgido el 20 de febrero de 1909 tras la publicación del «Manifiesto del Futurismo» por Filippo Tommaso Marinetti en el diario francés Le Figaro. «Afirmamos que la magnificencia del mundo se ha enriquecido de una nueva belleza: la belleza de la velocidad», dice el punto cuarto de ese manifiesto que apuesta por el «coraje, la audacia y la rebeldía» en la poesía que surge de la inspiración artística.
    Con todos esos y otros principios en mente -once en total-, los italianos reivindican que, a pesar de que la fundación de esta vanguardia se fraguara en París, éste es un movimiento artístico que lleva el sello propio de Italia.
    «Queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias de todo tipo y combatir el moralismo, el feminismo y toda vileza oportunista o utilitaria», reza el último punto del Manifiesto, y en lo que parece una gozosa paradoja significativos espacios expositivos italianos se suman a la efeméride con sugerentes propuestas. Sobresale la auspiciada por el centro Scuderie del Quirinale, en Roma, cuyas salas albergan la muestra Futurismo. Vanguardia-Vanguardias hasta el próximo 24 de mayo, organizada en colaboración con el Centre Georges Pompidou y la Tate Gallery, que reafirma el papel primordial que pretende reconstruir la celebérrima exposición futurista de 1912 en la galería Bernheim-Jeune de París. Esta muestra pone el acento en la extraordinaria trama de concomitancias y oposiciones, analogías y contrastes, afinidades y discordancias que, a principio del siglo pasado, generaron lo que aún hoy se considera uno de los debates más interesantes y estimulantes de la modernidad. La idea consiste en confrontar obras futuristas emblemáticas con obras clave de los grandes maestros como Boccioni, Carrà, Severini, Balla, Picasso, Duchamp, Braque, Leger, los Delaunay, Larionov, Gontcharova, Kupka, Gleizes, Popova, Soffici, Malevitch, Exter, Picabia, Metzinger, entre otros. Así los visitantes podrán contemplar obras icónicas como La carcajada de Umberto Boccioni, Los funerales del anarquista Galli [MOMA], Mujer sentada en un sillón de Picasso [Georges Pompidou], La estación de Milán de Carlo Carrá o Las voces de mi habitación de Gino Severini [Staatsgalerie de Stuttgart].

    Así empezó todo…
    Su historia comienza el 20 de Febrero de 1909 en París con la publicación del primer manifiesto futurista en el periódico Le Figaro. Su autor, el poeta italiano Filippo Tomaso Marinetti, que dio a conocer los principios del ‘verso libre’ que había adoptado en sus escritos. El 11 de diciembre de 1896, Alfred Jarry había presentado una inventiva y notable performance cuando inició su absurda representación de payasadas Ubu Roi (Ubú rey) en el Théâtre de l’Oeuvre de Lugné-Poë. La obra estaba modelada sobre farsas de colegial de los primeros tiempos de Jarry en Rennes y en los teatros de títeres que había dirigido en 1888 en el ático de su casa de la infancia bajo el título de Théâtre des Phynances. Durante la Obra el periforme Ubú pronunció el comienzo del texto, una sola palabra: ‘Merdre’. Estalló un griterío infernal. Cada vez que Ubú usaba la palabra, la respuesta era violenta. A medida que el Padre Ubú hacía una carnicería en su camino al trono de Polonia, en el patio de butacas comenzaban luchas a puñetazos, y los manifestantes aplaudían y silbaban divididos entre apoyo y antagonismo. Con sólo dos representaciones de Ubú Roi, el Théâtre de l’Oeuvre se había hecho famoso.

    Lanzamiento de ideas
    Los pintores futuristas eligieron la performance como método más directo de obligar al público a tomar nota de sus ideas. Boccioni escribió que “la pintura ya no es el escenario de un espectáculo teatral”. De manera similar, Soffici apelaba a que “el espectador viviera en el centro de la acción pintada”. La performance fue la manera más segura de trastornar a un público complaciente. Los manifiestos subsiguientes aclararon muy bien estas intenciones: mandaban a los artistas “salir a la calle, lanzar ataques desde los teatros e introducir los puñetazos en la batalla artística”. Y fieles a la fórmula, eso es lo que hicieron. La respuesta del público no fue menos frenética: misiles de patatas, naranjas y cualquier otra cosa que el público entusiasta pudiera coger de los mercados cercanos volaban a raudales hacia los intérpretes. En una de estas ocasiones, Carrà se desquitó con esta frase: “¡Arrojen una idea en lugar de una patata, idiotas!”. A muchas veladas siguieron arrestos, condenas, un día o dos en la cárcel y publicidad gratis en los días inmediatos. Pero éste era precisamente el efecto que ellos pretendían: Marinetti incluso escribió un manifiesto sobre el “placer de ser abucheado” como parte de su Guerra, la única higiene del mundo (1991-15). Los futuristas deben enseñar a todos los autores e intérpretes a despreciar al público, insistía. Los aplausos meramente indicaban “algo mediocre, soso, regurgitado o demasiado bien digerido”. El abucheo aseguraba al actor que el público estaba vivo, no simplemente cegado por la “intoxicación intelectual”. Sugería varios trucos destinados a enfurecer al público: venta del doble de las localidades de la sala, revestir las butacas con pegamento, etc. Y alentaba a sus amigos a hacer todo lo que se les ocurriera en el escenario. De manera que en el Teatro dal Verme de Milán en 1914, los futuristas hicieron trizas y luego incendiaron una bandera austríaca, antes de llevar la refriega a las calles, donde se quemaron más banderas austríacas para “las familias de peces gordos que lamen su helado”.

    Reino Unido se suma a la fiesta
    La Colección Estorick de Arte Moderno Italiano, ubicada en Londres, se suma al aniversario organizando la primera exposición en muchos años que tiene lugar en Reino Unido consagrada a Umberto Boccioni en la que se muestran cerca de veinte trabajos de uno de los líderes del movimiento. Aunque Boccioni estaba influenciado por el cubismo, se abstuvo de utilizar líneas rectas y recurrió a los colores complementarios para crear un efecto de vibración. En sus obras escultóricas, que combinan madera, hierro y cristal, pretendió ilustrar la interacción que se establecía entre un objeto en movimiento y el espacio que lo rodea. Formas Únicas: Dibujo y Escultura de Umberto Boccioni representa una mirada exhaustiva a la obra de uno de los grandes artistas del siglo XX, de quien Lucio Fontana decía “Cada día estoy más convencido de la genialidad de Boccioni. Es el gran iniciador del arte moderno”.

    Jorge Kunitz

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