Los retratos que Anton van Dyck pintó de los hijos mayores del rey Carlos I de Inglaterra serán el plato fuerte de la próxima venta que celebra Sotheby’s el 5 de diciembre en Londres. Concebidos y ejecutados en el verano de 1641, meses antes de la muerte del artista en diciembre de ese mismo año, es posible que se trate de los retratos de los príncipes que quedaron, a la muerte del pintor, en el taller que éste tenía en Blackfriars. El del príncipe de Gales, inmortalizado con 11 años (2,2 a 3,3 millones de euros) es uno de los mejores retratos regios de la carrera de Van Dyck. Aunque todavía era muy niño, el heredero acompañó a su padre en la batalla de Edgehill en 1642 pero cuando quedó claro que su progenitor estaba perdiendo la guerra, tuvo que huir de Inglaterra y refugiarse en el continente. Después de la ejecución del rey, Carlos dirigió una serie de campañas infructuosas para recuperar su trono. Tras la muerte de Oliver Cromwell y la decisión del parlamento reformado de restaurar la monarquía, regresó a Inglaterra en 1660 como Carlos II. Pintado poco después de su matrimonio con el príncipe Guillermo de Orange, el retrato de María (675.000 a 900.000 euros), es el último de los que se le hicieron a la joven princesa. Aquí está representada con un fino vestido de seda naranja y encaje y luce tanto su anillo de bodas como el gran broche de diamantes que le regaló su marido el día después del enlace, el 2 de abril de 1641. Para esta fecha Van Dyck estaba probablemente demasiado enfermo para terminar el cuadro por sí mismo, y es plausible que la ejecución del traje fuera confiada a su estudio. Tras de pasar por el altar con apenas 9 años, la princesa permaneció en Londres hasta febrero de 1642, cuando viajó con su madre a Holanda para reunirse con su marido. Regresó a Inglaterra tras la Restauración, pero murió poco después.