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    Entrevista a Howard Wei

    Apasionados sinólogos y coleccionistas Howard Wei y su esposa Paola d’Alatri han recorrido los confines de Asia a la busca de objetos singulares para su galería, Wei Asian Art. Especializados en antigüedades de China, Vietnam y la región del Himalaya, y más específicamente en escultura budista y objetos eruditos chinos, los anticuarios participan este mes en la feria AAB (Asian Art in Brussels) que tiene lugar del 10 al 14 de junio en el céntrico barrio del Sablon bruselense. Howard Wei fue un niño de asombrosa precocidad, animado por su madre acudía a las subastas y antes de cumplir 10 años restauró su primer objeto… ¡un cuenco Ming!. Sin embargo esperó cuarenta años para abrir su propia galería, un proyecto en el que ha desplegado sus vastos conocimientos sobre arte oriental.

     ¿Cuál fue su primera experiencia memorable con el arte asiático?
    Se remonta a cuando yo tenía unos siete años: mi madre me hacía acompañarla a todas las subastas que se celebraban en Bruselas y en las que se ofrecían antigüedades chinas. Al principio me aburría mucho porque a veces había que esperar varias horas hasta que saliera el lote que le interesaba. Pero en aquellas sesiones me contagié el ‘virus’ por coleccionar arte chino. Esperé cuarenta años antes de abrir mi galería, en 2001, junto con mi esposa Paola, en el Sablon, el barrio de los anticuarios de Bruselas. Durante todo este tiempo nunca dejé de coleccionar de acuerdo a mi gusto, mis medios financieros y las circunstancias.

     ¿Cuáles han sido sus mejores viajes por el Lejano Oriente?
    Antes de viajar y establecerme en Asia, donde viví durante 20 años, cada vez que tenía la oportunidad visitaba todos los museos europeos con obras de arte asiático. En París fui al Musée Guimet, antes de visitar la Torre Eiffel, en Londres corrí a conocer la Colección Percival de cerámica antes que el Puente de Londres, y en Atenas recorrí el Museo Benaki antes que el Partenón, y así sucesivamente. Uno de mis recuerdos más preciados fue pasar una noche, acompañado de mi futura mujer, en el templo de Confucio. En aquella época, a comienzos de los años 80, la localidad de Qufu, lugar de nacimiento del filósofo, era todavía un pueblo remoto y tranquilo. Visité su templo y la que había sido su vivienda, donde aún se podían apreciar los estragos de la Revolución Cultural (vandalismo y consignas políticas escritas en las paredes).

    Howard Wei
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