Desde su primera exposición -en un gimnasio en 2006-, hasta Art Basel Miami, pasando por Es viernes y Mc está en jardín, ¡Por fin es viernes!, Los peludillos… Son los “munditos” -como el mismo dice- que ahorman un cosmos, que ahora se desborda en una sorprendente explosión de pintura, exergónica, elegante, majestuosa, impactante, misteriosa, natural y hermosa como un relámpago en la tormenta: me estoy refiriendo a la exposición El bañista/The Bather, en la Fundación La Nave Salinas de Ibiza, abierta hasta octubre. Donde maduró la sal del cobre al blanco, germina ahora la pintura de Rafa Macarrón (Madrid, 1981) en su sazón espléndida. En este curso, anómalo y pandémico, Macarrón ha dado un salto cualitativo: ha realizado su primera individual en un espacio público, el CAC Málaga, rubro Quince; ha colocado una escultura en el espacio público de Estepona, uno de sus perros macarronianos, y ahora inaugura esta muestra personal en La Nave Salinas (Ibiza), donde evidencia un significante giro de su obra. En Le Secret Professionnel, 1922, afirma Jean Cocteau: “Un bañista, que no sabe nadar, y que siente que se ahoga, inventa la natación”. Así, El bañista de Macarrón insufla vitaminas energéticas a la pintura y lanza un grito de esperanza. [Tomás Paredes. Foto: cortesía del artista]
