“Pasarán los años, se extinguirá tu vida, te alejarás para siempre del mundo dejando una estela de luz radiante que refulgirá en tus lienzos maravillosos y entonces como ahora en el paraje solitario de tierras grises y cielo azul, sonará balbuciente la voz de un corazón conmovido que dirá estas palabras: “Salve, Goya, divino rebelde indomable, gigante de la idea, mágico prodigio de la expresión”. Ignacio de Zuloaga declaraba así su admiración por el genio de Fuendetodos, la misma estima que sentiría, un siglo después, otro artista español, Eduardo Arroyo, quien confesó: “Para mí es imposible pintar sin pensar en Goya”. Y es que Francisco de Goya (1746-1828) no solo fue un maestro de su tiempo sino que su impacto llega hasta nuestros días. Ésta es la tesis de Goya y su legado que se presenta en el Museo de Bellas Artes de Badajoz (MUBA), uno de los proyectos expositivos más ambiciosos llevados a cabo por la Diputación de Badajoz. “La influencia de Goya es tan arrolladora, que la abordamos a través de cuatro temáticas diferenciadas pero a la vez conexas, en las que le presentamos como un testigo de la historia que, a la vez, supo ser crítico con su tiempo, incluso como un animalista y un artista protofeminista”, explica la comisaria de la muestra María Toral.

El relato se articula a través de 60 obras: “es difícil escoger entre ellas porque todas son de vital importancia”, dice Toral, “por ejemplo, los retratos que hizo de Carlos IV y María Luisa de Parma, pertenecientes al Archivo General de Indias, son un testimonio muy interesante de su labor como pintor de cámara y nos permiten admirar esa dualidad tan característica en su obra: por un lado, seguía los parámetros de su tiempo, pero por otro -fundamentalmente mediante su producción gráfica-, fue un artista completamente libre que ni siquiera temía a la Inquisición. Esa libertad y esa valentía lo distinguen y lo convierten en un creador con un lenguaje universal y atemporal. Fue un pintor cuyo legado está cargado de lecciones y de belleza, un artista comprometido que supo compaginar ética y estética como nadie lo ha logrado.”

Para evidenciar las afinidades de Goya con los artistas que le siguieron, la presentación se organiza como diálogos; a veces las obras están relacionadas de manera directa y otras de forma más sugestiva. “Goya es una figura clave en la historia del arte. Su capacidad artística unida a su compromiso como humanista hace que encontremos huellas de su legado en una infinidad de creaciones posteriores”, recalca la comisaria, “en ese sentido, no nos sorprende su relación con Romero de Torres, Zuloaga, Solana, Picasso, Dalí, Equipo Crónica o Eduardo Arroyo ya que beben de nuestra tradición pictórica. Es más llamativo cuando vemos que trasciende fronteras. Podemos apreciarlo cuando lo analizamos desde distintas perspectivas junto a Robert Capa, Nancy Spero, Fernando Botero, Cindy Sherman, Paula Rego o Jake Chapman”. A pesar de los más de doscientos años que nos separan del genio aragonés, pocos artistas conectan de una manera tan directa con la sensibilidad contemporánea. “Tal vez lo más interesante es que abordó tantos temas de su tiempo que siguen de actualidad, que es imposible que los artistas no se fijen en él a la hora de tratar los problemas de hoy. Por eso, encontramos en Goya una modernidad sorprendente y trascendental. Las guerras, las diferencias sociales, las injusticias, la desigualdad entre clases, la religión, las supersticiones, la crítica moral, la crueldad animal, la educación, la deshumanización, la tiranía, los abusos, el miedo, el bullying, la avaricia, las diferencias entre géneros… todo lo que nos preocupa ya lo había condenado Goya siglos atrás”, señala María Toral. En palabras de la directora del museo pacense, María Teresa Rodríguez Prieto, “esta muestra nos pone frente al espejo de nuestras miserias, nos obliga a enfrentar los fantasmas que no queremos reconocer, los defectos de la sociedad que queremos ocultar o dejar en los márgenes; un mensaje que nos llega del pasado pero que nos enfrenta a nuestro presente y nuestro futuro porque la historia se repite de manera cíclica.” [Hasta el 29 de junio. Museo de Bellas Artes de Badajoz. MUBA. Muba.badajoz.es]
