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    Francesc Torres: «Nunca imaginé que presenciaría un cambio de época»

    Su vida artística ha transcurrido entre Barcelona, París y Nueva York. Francesc Torres (Barcelona, 1948) es uno de los pioneros de la instalación como disciplina artística. Se define profesionalmente como un producto del tiempo que ha pasado en Estados Unidos y su obra se caracteriza por su capacidad reflexiva y crítica de situaciones y fenómenos sociales. [Foto: © Francesc Torres]

    ¿Cómo está viviendo esta crisis? Me ha pillado en Barcelona. De hecho, tenía que estar en Estados Unidos a mediados de abril y he tenido que cambiar de planes en función de los acontecimientos. El confinamiento en sí no me molesta demasiado, estoy acostumbrado a pasar días encerrado en mi casa/estudio trabajando, pero hay momentos en que ramalazos del milenarismo medieval, que conlleva una plaga bíblica como la que estamos pasando, permean los días y, sobre todo, las noches. Tengo a mi mujer, Terry Berkowitz, en Estados Unidos sin que sepamos cuando podremos estar juntos de nuevo y esto pesa, no hay Skype que valga. Procuro no pensar demasiado –ya llegará el momento– en algo que ya es una certeza aunque no sepamos como se va a manifestar y, es que el mundo, cuando todo esto haya pasado, será otra cosa que no podemos ni empezar a imaginar. Todo habrá cambiado, aunque al principio sea titubeante, la economía, el trabajo, la política, la cultura serán otra cosa, muy diferente. El mazazo es descomunal. ¿Qué arte será necesario? ¿qué literatura y poesía? ¿qué tendrá sentido? Pienso que son el tipo de preguntas no demasiado distintas de las que la gente pensante se hacía al final de la II Guerra Mundial. El concepto de democracia tal como lo hemos entendido hasta ahora, ¿será viable? Nunca imaginé que estaría presenciando un cambio de época a mis 71 años.

    ¿En qué ocupa su tiempo durante estos días de confinamiento? En escribir, leer, pensar, dibujar un poco (es una buena práctica artística de emergencia), cocinar con esmero aunque no soy nada del otro mundo en este terreno, cuidar mis plantas para no perder de vista que la vida está para disfrutarla, y mantenerme en contacto con la gente que quiero. ¡Ah! Y beber bien, que es un buen complemento a todo lo anterior. Y eso es todo, que es mucho, aunque no lo parezca.

    ¿Qué lecturas, películas o música le ayudan a sobrellevar la situación? En lecturas predomina la historia de los siglos XIV, XIX y XX y algo del XXI. Algo de ficción entre medio para oxigenarme. Para desconectar, alguna buena serie como la islandesa The Walhalla Crimes y esperando la tercera entrega de La Casa de Papel. En música, de todo, mucha música sinfónica rusa de la primera mitad del siglo XX, aunque lo que me pone en trance es el jazz frío de los 50, Miles Davis, Coltrane, Charlie Parker, The Modern Jazz Quartet, Thelonious Monk, Chet Baker… Y como algo de otra galaxia que nunca deja de asombrarme por más que lo escuche, Jimmy Hendrix.

    ¿Está trabajando en estos momentos? Siempre estoy trabajando de una forma u otra. Estoy en un libro. Sigo preparando cosas que están programadas lo suficientemente en el futuro para que la situación no las afecte pero que, aunque lo haga, tienen que estar listas en cualquier caso para cuando la situación lo permita, y si la post-pandemia no lo permite pues habrá que pensar en otras cosas.

    ¿Cree que esta experiencia tendrá reflejo en su obra de alguna forma?
    No lo sé. Habrá que ver. Es una posibilidad, pero sólo si veo que puedo decir algo que valga la pena más allá de la anécdota coyuntural. Tengo la sospecha que cualquier enfermera que está pasando la pandemia en el hospital tendrá más cosas relevantes que explicar que yo, de eso no tengo ninguna duda.

    ¿Cuál sería el primer museo que le gustaría volver a visitar en cuanto sea posible? El Imperial War Museum de Londres.

    Francesc Torres

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