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    La colección de Haro y Bilge Cumbusyan

    Nací en Estambul en 1969 cuando éste era un lugar muy distinto del que es hoy en día. En los años 70, Turquía apenas tenía nada, era una economía cerrada dependiente del petróleo extranjero, pero sí tenía intelectuales. Mi padre es poeta –muy conocido en la comunidad armenia–, y yo pasé mi infancia rodeado de escritores, profesores y periodistas. La libertad de expresión, sin embargo, se esfumó tras el golpe de Estado de 1980. En aquella época yo era un adolescente centrado únicamente en estudiar (¡había muy pocas distracciones fuera de la escuela!). Me marché a Estados Unidos a estudiar ingeniería y economía en la universidad, y allí me quedé casi veinte años. Antes de mudarme a Londres, hace ahora cinco años, viví en Nueva York donde fui socio de una consultora estratégica de moda hasta decidir dar un giro total a mi vida y dedicarme, a jornada completa, al arte. Junto con mi esposa Bilge he creado un proyecto sin ánimo de lucro (llamado collectorspace) que tiene su primera sede en Estambul. Bilge solía decir que yo era un “visitante profesional de ferias de arte” y ahora nuestro hijo Ari de cinco años describe mi profesión como la de “buscador de obras de arte”, así se presenta a Tendencias del Mercado del Arte el influyente coleccionista turco Haro Cumbusyan que, junto con su esposa Bilge, ha reunido una de las colecciones de arte contemporáneo más estimulantes del panorama internacional que fue premiada en la pasada edición de ARCO. [Joachim Koester, Tarantism (2007). Cortesía del artista y Juan Mot, Bruselas/ México DF]. Vanessa García-Osuna

    ¿Cómo se inició en el coleccionismo?¿Recuerda su primera experiencia memorable con el arte? Cuando tenía 14 años viví nueve meses en París. Mi padre me llevaba a visitar las grandes exposiciones de los museos y me volví un experto en Impresionismo y Cubismo. También tuve la sensación de que para entrar en los museos era obligado hacer colas de 45 minutos – ya lloviera o luciera el sol–. Cuando llegué a Estados Unidos, sin embargo, comprobé que no era necesario…
    Mi esposa Bilge y yo éramos miembros de varias asociaciones de museos de Nueva York, y disfrutábamos mucho con las visitas que organizaban a galerías, estudios de artistas y colecciones privadas. Como los dos teníamos una apretada agenda laboral, pensamos que el compromiso de coleccionar nos daría la disciplina adecuada para estudiar arte más seriamente. Coleccionar arte contemporáneo se diferencia de cualquier otra forma de coleccionismo. Se trata de explorar el futuro, no de obsesionarse con el pasado. Coleccionar nos permite formar parte de la discusión (aunque de forma silenciosa) que tiene el potencial de influir en el futuro. Nos consideramos unos privilegiados.

    ¿Cuál sería la filosofía de la Colección Cumbusyan? Una ‘buena’ colección debería ofrecer al espectador algo más de lo que aparece en un catálogo de subastas, incluso aunque éste contenga más obras maestras. Espero que nuestra colección, algún día, cuente una historia interesante, relevante y versátil. Nuestra próxima adquisición siempre está influida por lo que ya tenemos en la colección: prestamos atención a nuestras referencias internas y nos gustan aquellas piezas que tienen el potencial de complicar la lectura de las obras que ya poseemos. “El tiempo” tiene una presencia preeminente, pero es un concepto tan amplio que no lo consideraría el hilo común. Bilge y yo comenzamos a coleccionar más en serio a principios del 2000 y decidimos centrarnos en artistas vivos que producían obras que eran ignoradas mayoritariamente por los coleccionistas particulares, no por su contenido sino por su medio. Creímos entonces (y todavía pensamos) que el vídeo y el software son herramientas muy potentes para que los artistas exploren y expresen nuevas ideas. Siempre nos había interesado el cine de vanguardia, los videos musicales y la tecnología informática. De ahí que nuestra colección gravitara rápidamente hacia la imagen móvil y los nuevos medios. Actualmente la mayor parte de nuestra colección consiste en vídeo, cine, animación, arte digital y polípticos. Con contadas excepciones, son creaciones que vieron la luz durante el cambio de siglo. Nuestro objetivo es reflejar las innovaciones del arte de nuestro tiempo.

    ¿Qué obras considera las más emblemáticas? ¿Cuáles fueron las más difíciles de conseguir? Una videoinstalación bicanal titulada Not Blacking Out, Just Turning The Lights Off de James Richards y dos vídeos de Ed Atkins de su serie Dead Masks. Una de nuestras últimas adquisiciones ha sido Animation, Masks, de Jordan Wolfson. Son unos videos que encuentro desafiantes e innovadores. ¡Me encantan!. Son piedras angulares de nuestra colección. Tenemos algunos trabajos de artistas consagrados que nos sirven de punto de referencia. La película Regen (Lluvia) de Thomas Demand que formó parte de la performance Il Tempo del Postino en Basilea en 2009 es una de ellas. La más difícil de conseguir fue Tarantism de Joachim Koester. Para cuando me puse en marcha ya era muy tarde y su galerista, Jan Mot, quería entregar la última copia del video a una institución pública. Les estoy muy agradecido a él y al artista porque, al final, nos la confiaron a nosotros. Años antes no tuve la misma suerte con una proyección de la serie The 7 Lights de Paul Chan, y siento que nuestra colección tiene ahí un vacío…

    ¿Hacen encargos a los artistas? No hacemos encargos pero apoyamos la producción y la exhibición de las obras. Un vídeo titulado Ashura de Köken Ergun en cuya producción estuvimos implicados fue seleccionado para la última edición del Festival de Cine de Berlín, y ganó el Premio al Mejor Cortometraje. Este tipo de satisfacción es difícil de obtener simplemente coleccionando. De alguna forma es como si también coleccionáramos “exposiciones”. Y me gustaría que algún día, cuando echemos la vista atrás para ver qué muestras apoyamos a lo largo de los años, esta otra colección también cuente una historia coherente y significativa.

    ¿En qué consiste «collectorspace»? Mi esposa y yo aprendimos mucho de nuestras visitas a colecciones particulares de Nueva York. Conocimos a algunos mecenas asombrosos que nos inspiraron con su pasión por el arte, con el mimo con el que exponían su colección, y con la humildad y la elegancia con la que habían incorporado el arte a sus vidas. Cada una de las colecciones que conocimos se convirtió en una valiosa referencia a la hora de trazar el rumbo de nuestra propia colección.
    Collectorspace nace del deseo de estimular las visitas a colecciones privadas de un modo sistemático. Pensamos en ‘deconstruir’ la experiencia en varios elementos (por ejemplo: las obras, la forma de presentar la colección en el entorno doméstico, la visión y la filosofía de los coleccionistas, etc.) Lo que hacemos es mostrar en nuestra sala de exposiciones de Estambul una obra de arte, procedente de una prestigiosa colección privada; proyectamos un video (en una de nuestras habitaciones privadas) que refleja cómo conviven los coleccionistas con el arte en sus viviendas; también editamos una publicación con textos encargados a escritores independientes que aborda la colección desde una perspectiva crítica. Confiamos en que esta iniciativa pueda promover un coleccionismo mejor informado y más responsable. Nos sentimos tremendamente honrados por el premio que nos concedió ARCO, que seguramente ayudará a collectorspace a ganar visibilidad tanto en Turquía como en el resto del mundo.

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