El pasado invierno, el Museo Guggenheim de Bilbao celebraba la que sin duda será una de las exposiciones más importantes de José Manuel Ballester (Madrid, 1960), bajo el rótulo 2020/03/15. Con este título de aire conceptual a lo On Kawara, el artista madrileño presentó un interesante proyecto que tuvo su punto de arranque ese día, mes y año concreto, cuando se propuso fotografiar las calles desiertas de la capital vizcaína durante los meses más duros del confinamiento. El resultado, un amplio conjunto de fotografías en grandes formatos cuyos vastos límites nos introducían de lleno en un paisaje urbano donde a duras penas se escuchaba el sonido de la vida. Pintor y fotógrafo, de él dijo Calvo Serraller que “pinta con la cámara y fotografía con el pincel”. Premio Nacional de Fotografía 2010, Ballester es uno de los nombres del panorama artístico español más reconocidos y reconocibles. En su estudio madrileño, tallas rituales, piezas textiles y de orfebrería, vestuario de teatro, utensilios domésticos, marionetas y recortables de sombras, conviven, en una curiosa armonía de contrapuntos, con sus enormes fotos de apremiante contemporaneidad. [Amalia García Rubí. Foto: Erea Azurmendi]
