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    La colección de Catalina D’Anglade

    “Que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias” auguró el poeta Kavafis a quien emprendiera el viaje a Ítaca, y ese anhelo parece guiar los pasos como mecenas de Catalina d’Anglade. La diseñadora de joyas madrileña cuenta que fueron sus padres quienes le inculcaron el interés por las artes desde niña ya fuera visitando museos durante sus viajes por el mundo o dándole la oportunidad de estar cerca de personalidades creativas gracias a las tertulias que se organizaban en su casa. Dejó una prometedora carrera como abogada para implicarse en el arte y este compromiso es mucho más que un disfrute pasivo. Ha reunido una colección en la que están representados algunos de los nombres más brillantes del siglo XX, como Picasso, Richard Serra o Louise Bourgeois; ha creado joyas inspiradas en las colecciones de museos como el Guggenheim y el Reina Sofía; y ha impulsado un premio que lleva su nombre que se entrega en la feria ARCOmadrid con el que quiere que el arte más innovador entre en nuestra vida cotidiana a través del diseño. “El arte transmite valores y nos hace más humanos, sensibles y solidarios. Enriquece el alma de las personas y trasciende. Es un legado que responde a muchos interrogantes en un mundo complejo. El apoyo al arte contribuye a una sociedad más sabia, nos ayuda a crecer y entendernos mejor”, asegura D’Anglade.

    ¿Recuerda sus primeras experiencias con el arte? He crecido en una familia inclinada al coleccionismo en la que nos inculcaban el amor por el arte. Mi padre es médico, gran lector, y mi madre es una esteta, una mujer independiente, creativa, viajera, que estuvo muy metida en el ambiente de la Movida madrileña. En casa solían hacer tertulias con gente del mundo de la cultura como el cineasta Jaime de Armiñán, la presentadora de televisión Elena Santonja o el pintor Carlos Franco, por ejemplo. Mi madre tenía una tienda muy original en Madrid, que se llamaba Mi querida señorita, y en la que podría decirse que me he criado. Era una boutique singular, con ropa vintage, vestidos de novias con encajes antiguos… de hecho, yo me casé con uno de ellos. Siendo pequeña, un día llegó a la tienda un vestido de época espectacular quedé tan enamorada que le dije: “¡Resérvamelo. Lo llevaré en mi boda!”. Y así fue [risas].

    Usted ejerció como abogada, ¿qué le llevó al arte? Decidí estudiar Derecho y llegué a trabajar en el despacho Garrigues, en su departamento procesal. Mi meta entonces era opositar a juez o fiscal. Era una profesión que me apasionaba pero el azar quiso que mi vida diera un giro cuando me propusieron dirigir una bienal, la de Escultura de Riofisa. Aquel fue el primer proyecto artístico en el que me involucré y a partir de ahí, ya empecé a considerar el arte desde una perspectiva más profesional. Siempre me había sentido atraída por este mundo pero este interés se acrecentó cuando comencé a relacionarme con los artistas.

    ¿Cómo se implica en el mecenazgo? Bueno, más que mecenas, me gusta pensar que soy una persona que acompaña al artista en su recorrido porque siento que, en realidad, los artistas me aportan más a mí que al revés… Nuestra colección tiene un enfoque amplio, que va del arte norteamericano al español, con el que yo estoy más comprometida. Lo que quiero es involucrarme en la carrera del artista, ir en paralelo con él, apoyarle durante el camino.

    ¿Quién fue el primer artista con el que colaboró? Rafa Macarrón, lo descubrí en una feria. Aparte de comprar la obra, lo que me interesa es conocer al artista para saber cuáles son sus intereses, si tiene inquietudes por experimentar, por salir fuera… En el caso de Macarrón, conectamos tan bien que nos hicimos amigos y en un momento dado le pregunté: “oye Rafa, ¿no te apetecería hacer una colaboración con mi firma que se salga un poco de lo que haces normalmente?”. Entonces se nos ocurrió hacer la alfombra Family, una serie limitada de 25 unidades, y unas joyas (un colgante, un pendiente y un broche) inspirados en su universo creativo.

    Esa fue la primera colaboración, ¿y la última? Con Ester Partegàs, que ganó el premio que entregamos en ARCOmadrid en 2023. Nuestro premio consiste en adquirir una obra pero también en sacar un poco al artista de su zona de confort, de lo que hace habitualmente, para invitarle a explorar un terreno desconocido y así hacerle entrar en los hogares con una propuesta distinta que combine el arte y diseño. Con Ester hemos hecho el espejo Bread Moon que evoca la Luna. Sobre su superficie hay una impresión de fotografías de migas de pan a diferentes escalas que generan un efecto lunar mágico.

    Como miembro del Consejo Internacional de Mecenazgo de la Fundación Museo Reina Sofía, ¿cuál es su labor? Apoyar al museo en todo lo que se pueda: en adquisiciones, en proyectos, en ideas. Particularmente, a mí lo que más me interesa es fomentar que el artista español salga fuera para darse a conocer porque creo que es fundamental que tengan presencia en el extranjero.

    ¿Cómo ve entonces la proyección internacional del arte español? Pues complicada, porque pienso que no se rema a favor de nuestros artistas. Habría que apoyarlos más y hasta que eso no se consiga veo difícil su visibilidad internacional. Las galerías y los coleccionistas, además de comprar, tendríamos que intentar que los coleccionistas extranjeros invirtieran en arte español, porque si solo compramos los de aquí costará que sean reconocidos fuera…. [Vanessa García-Osuna. Foto: Uxío da Vila]

     

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