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    La doble vida de Martin Parr

    Parr

    Martin Parr (Epsom, 1952), uno de los fotógrafos más prolíficos de nuestro tiempo, visitó recientemente Madrid para participar como profesor invitado en el nuevo Máster Europeo de Fotografía de Autor en el Istituto Europeo di Design (IED) y para presentar en el espacio Ivorypress Art+Books El fotolibro latinoamericano, una selección de 155 volúmenes publicados desde 1920 hasta la actualidad dedicados a los grandes nombres de la fotografía en América Latina.
    Miembro de la Agencia Magnum desde 1989, con una carrera de 40 años a sus espaldas, Parr ha investigado durante décadas los conceptos de ocio, consumo y comunicación. En palabras del respetado comisario Thomas Weski “sus fotografías reflejan de manera penetrante cómo vivimos, cómo nos presentamos y qué valoramos”.
    “En mis fotos me gusta crear ficciones de la realidad. Trato de hacerlo tomando los prejuicios naturales de la sociedad y dándoles la vuelta” ha dicho el propio Parr.

    ¿Cómo llega a la fotografía?
    Cuando era adolescente iba a visitar a mi abuelo, George, que era fotógrafo aficionado, y salíamos juntos por ahí a hacer fotos. Desde aquel momento siempre quise ser fotógrafo.

    ¿Qué edad tenía?
    13 o 14 años, esto ocurría entre 1965 y 1966.

    ¿Estudió más tarde fotografía?
    Sí, lo hice. En el Manchester Polytechnique entre 1970 y 1972. De hecho, en los años 70 se pensaba que para convertirse en fotógrafo había que empezar como ayudante de alguno.
    En la universidad aprendí todas las técnicas de estudio básicas, pero me cansé de todo esto y empecé a trabajar por mi cuenta en proyectos propios. Esto significaba que tenía que justificar mis trabajos, lo que supongo que fue una buena práctica para luchar por lo que yo creía.

    Usted es un conocido coleccionista. ¿En qué consiste su colección exactamente?
    Mi colección se centra en diversas áreas. Colecciono libros de fotografía, porque los considero la historia no escrita de la fotografía. También parafernalia política como objetos relacionados con el terrorismo, Saddam Hussein [de quien posee 85 relojes], Gadafi… Y fotografías… sobre todo de fotógrafos británicos. Además colecciono tarjetas postales. De hecho, las tarjetas postales fue de lo primero que empecé a coleccionar. Este campo está directamente relacionado con mi propia obra fotográfica y mi evolución del blanco y negro al color. Hice algunos trabajos en color en el proyecto Hogar, dulce hogar que inicié a principios de 1970, pero no fue hasta 1982, cuando me mudé de Irlanda, que empecé a ver el color de una manera seria. El catalizador de este interés fue conocer la fotografía en color que hacían fotógrafos estadounidenses como William Eggleston, Joel Meyerwitz y Stephen Shore. Al mismo tiempo, descubrí las tarjetas postales de John Hinde. Su brillante color saturado me impactó mucho.

    Hábleme de su colección de libros…
    Colecciono libros y maquetas de libros. En mi trabajo fotográfico, el libro es un elemento muy importante. Disfruto de todo el proceso de investigación hasta que el libro llega a mi estudio.
    La fotografía es una forma de coleccionar a través de tus propios viajes. Me gusta el trabajo de campo de buscar libros. Es el caso de El fotolibro latinoamericano.

    ¿Cómo consiguió este material?
    De los propios fotógrafos, y cuando éstos ya habían fallecido, de sus familias.

    ¿Quiénes son sus referentes? ¿A qué fotógrafos admira?
    Soy un gran admirador de la obra que surgió de la Escuela de los Becher, de hecho estos fotógrafos cambiaron la forma en que el mundo del arte percibía la fotografía que pasó de ser una actividad marginal a poseer una importancia capital, y supongo que todos nos hemos beneficiado de eso. También me gustan contemporáneos como Lorca di Corcia, Paul Shabroom, Joan Fontcuberta y muchos fotógrafos de Japón. Admiro a colegas de la Magnum como Bruce Gilden, Alec Soth, Gilles Perres y Jim Goldberg.
    Empecé a ir a Japón en 1990 y desde entonces he regresado prácticamente cada año. Araki, por ejemplo, ha explorado más ideas en sus libros y exposiciones que ningún otro fotógrafo que conozca.
    Los japoneses también han producido algunos de los libros de fotografía mejor diseñados e impresos desde la guerra.

    ¿De dónde saca tiempo para hacer todo? Mágnum, investigación, coleccionar…
    Todas las actividades están relacionadas entre sí…

    ¿Recuerda alguna anécdota especial?
    La verdad es que no. ¡Llevo una vida de lo más normal y bajo control!.

    ¿Qué podría contarnos acerca del marketing de su propia obra?
    Soy fotógrafo documental y mi visión de la fotografía es muy democrática y populista.
    Para mí es igual de importante que mi trabajo aparezca en los periódicos como publicar un reportaje en una revista de moda. Mi trabajo ahora es en color. En un primer momento, en la década de 1980 mis fotos eran en blanco y negro. La fotografía en color comenzó en América en algún momento antes de que se hiciera popular en Europa. Como le explicaba antes llegué al color a partir de mi colección de postales. Una vez que comencé a fotografiar en color nunca volví al blanco y negro.

    ¿De qué manera se mantiene en contacto con sus seguidores?
    Bueno, tengo tres formas de dar cauce a mi trabajo: a través de la Agencia Mágnum, de la que soy miembro desde 1989, mi estudio en Londres, en el que está mi equipo y también mi página Web [www.martinparr.com].
    La Web es probablemente el instrumento más completo de los tres para obtener información actualizada sobre mis actividades…
    El sitio es operado por un webmaster aunque yo, por supuesto, superviso el diseño general y la información para mantenerla fresca y al día. Lleva unos nueve años en funcionamiento y tiene varias secciones (una dedicada a mis publicaciones, a las películas que he producido, mi plan de estudios, un blog al que añado regularmente entradas, otra donde se cuelgan fotografías recientes, otra con las preguntas más frecuentes que suelen plantearme, y otra en la que figura una lista de las galerías que comercializan mi trabajo).

    Sentido del negocio
    El fotógrafo británico expone y vende en catorce galerías de arte de todo el mundo, así como a través de las oficinas de Magnum en París, Nueva York y Tokio. El que sus fotografías puedan adquirirse en una red tan bien articulada no ha sucedido por accidente. La mayoría de los fotógrafos parece volcar su energía por completo en la creación y pocos entienden que tan importante como eso es la supervisión de sus otras actividades relacionadas, como sus colecciones y la comercialización de sus fotografías. Martin Parr, no solo es un excelente fotógrafo sino que también sabe sacar partido de sus talentos a ambos lados de la lente: tanto coleccionando como fotografiando la vida contemporánea tal como la percibe.

    El mundo de Martin
    Un plato con la cara de Margaret Thatcher fue la causa de que Parr empezara a coleccionar parafernalia política. A sus recopilaciones infantiles de sellos, monedas, puzzles, fósiles y nidos de pájaro le sucedieron postales, libros de fotografía (se precia de tener una de las compilaciones más nutridas del mundo, con unos 12.000 ejemplares) o souvenirs políticos. Muchos de estos pasaron a formar parte de la exposición itinerante Parrworld. Para conseguir estos extravagantes objetos el fotógrafo admite que tiene alertas puestas en eBay sobre los temas que más le interesan.

    Rosalind Williams

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