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    Lichtenstein y el crítico de arte

    Cuando el arte pop irrumpió en escena a principios de los años 60, muchos desdeñaron la obra de Roy Lichtenstein y sus contemporáneos tildándola de porquería. «Las galerías de arte están siendo invadidas por el estilo despreciable de los masticadores de chicle», llegó a escribir el crítico Max Kozloff tras visitar la primera individual de Lichtenstein en la Galería Leo Castelli en 1962. Siete años más tarde, ese mismo crítico todavía recordaba el «shock» que le había causado la obra del artista neoyorkino. Lichtenstein se tomaba las críticas con flema: «Las cosas nuevas siempre parecen más sorprendentes de lo que parecen 20 años después o cuando se han asentado en la historia del arte», dijo. En esta serigrafía, titulada Art Critic, el artista hace una irónica interpretación de la figura del crítico de arte, mediante su personal técnica de puntos benday. Esta obra sale a pujas el 16 de mayo en Swann Galleries con una estimación de 27.000 a 44.000 euros; por otro lado, el 23 de mayo, esta casa de subastas celebra una venta de carteles de época. El catálogo está encabezado por un trabajo de Charles Loupot que, en 1923, abrió su estudio en Montmartre, donde muy pronto empezó a ser reclamado por firmas como Peugeot o la marca de té Twining. En 1925 ganó un premio en la famosa Exposition Internationale des Arts Decoratifs. Con un precio de salida de 27.000 a 36.000 euros, este cartel, que publicita una crema abrillantadora, refleja su estilo a base de formas y colores minimalistas con los que impactar en el espectador: “No basta con que un cartel se vea, hace falta que también sea recordado y memorizado. Su efecto óptico debe resultar de una íntima fusión entre la visión y la memoria.”

    Lichtenstein

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