Hay hombres que cuando dejan la tierra se llevan consigo un mundo, una civilización. Uno de ellos fue Luigi Magnani (Reggio Emilia, 1906 – Mamiano, 1984) quien merece el apelativo de signore, en el sentido en que se aplicaba a los grandes mecenas del Renacimiento, que eran caballeros que servían al poder y a la riqueza sin someterse a ellas, con el desapego de quienes estaban acostumbrados a gozar de la fortuna heredada y también a trabajar para engrandecerla, no como fin en sí misma, sino como medio para conservar y aumentar la belleza del mundo a través del arte. Su casa en Mamiano di Traversetolo (Parma), un pequeño Versalles bautizado como ‘La villa de las obras maestras’ es un museo del alma y de las almas, en el que los cuadros de los grandes maestros del pasado y el valioso mobiliario antiguo, hablan de sí mismos y de la vida de quienes los atesoraron, dialogando con algunas obras emblemáticas de la época contemporánea. [Francisco de Goya, La familia del infante Don Luis. Fondazione Magnani-Rocca].