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    Magüi Mira, de Altamira al Hermitage

    “¿Qué es el arte? ¿una armonía que sobrevuela lo cotidiano y produce un impacto emocional severo?” se pregunta Magüi Mira (Valencia, 1944), y ella conoce bien esa cualidad intangible que hace trascender una creación humana pues la actriz y directora de teatro, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2018, tiene a sus espaldas más de setenta producciones teatrales (además de intervenciones en el cine y la televisión). A esta lista se acaban de sumar los montajes de Adictos, con Lola Herrera, Lola Baldrich y Ana Labordeta; Salomé, de la que es dramaturga y directora, con Belén Rueda a la cabeza del elenco y que se representa actualmente en el Teatro Bellas Artes de Madrid; y Malditos tacones, que estrenará próximamente también como directora, protagonizada por Luisa Martín y Olivia Molina. Mira responde nuestro cuestionario más personal para rememorar su visita de niña al museo valenciano San Pío V, evoca la energía que irradiaba cada sala del Hermitage de San Petersburgo y la emoción que sentía dentro de la Cueva de Altamira, la “Capilla Sixtina de la pintura rupestre”, además de contar qué le conecta con El pensador de Rodin, la más contundente alegoría sobre un hombre libre que piensa.

    ¿Recuerda su primera experiencia memorable con el arte? ¿Qué es el arte…? Pregunta que no tiene respuesta, esa es su magia. Recuerdo, siendo muy pequeña, cuando mi abuela Isabel me bañaba en Terela, la masía en la que yo pasaba temporadas con ella. Escucho el ruido del balde cuando lo colocaba sobre la tierra pisada, al sol, y el ruido del agua al caer desde el cántaro hasta que se medio llenaba el balde, y yo, agachada muy cerca, esperaba a que se fuera templando aquel agua tan fría y tan rica. Lo comprobaba metiendo despacio mi mano derecha, y la movía suave, apenas oía un ruido leve que me parecía el sonido de un cristal, y observaba emocionada los movimientos que producían mis dedos en aquel caldo primordial, reflejando la luz, movimientos temblorosos que yo creaba y observaba emocionada… ¿Arte? Yo creo que sí… 

    ¿Cuál fue el primer museo que visitó?  El San Pío V de Valencia, con mi padre de la mano. Me impresionó el frío de las salas, el eco de mis pasos, esos espacios vacíos de personas… Me fascinó la pintura Cupido frenando al instinto de Giovanni Baglione.

    Un museo que le inspire El Hermitage de San Petersburgo. He trabajado allí en dos montajes para el teatro Fontanka, para su compañía estable, en ruso:  Un cuento de invierno de Shakespeare y Ay Carmela de José Sanchís Sinisterra. Es una maravilla de museo lleno de vida, de gente, sonidos, palabras, risas, bodas, novias que se casaban y allí iban a hacerse sus fotos de boda, entre pinturas de los grandes impresionistas, o posaban jugando con la escultura de El beso de Cupido y Psique de Antonio Canova. Una fiesta….

    [Raquel García-Osuna. Foto: Ximena y Sergio]

     

     

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