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    Manos que hablan. La colección de Henry M. Buhl

    Buhl

    «La injusticia en cualquier parte es una amenaza a la justicia en todas partes» decía Martin Luther King, y ese es el lema del filántropo Henry M. Buhl, uno de los más grandes coleccionistas de fotografía del mundo, con quien Tendencias del Mercado del Arte ha tenido el privilegio de conversar.

    Su ilustre colección nació con Manos con dedal de Alfred Stieglitz, un retrato simbólico de Georgia O’Keeffe –la futura esposa del fotógrafo- fechado en 1920, en el que se muestran sólo sus esbeltas manos pertrechadas de aguja y dedal, y que contrastan sobre una tela oscura. Copias de esta célebre fotografía forman parte de las colecciones permanentes del MoMA de Nueva York y el Museo de Arte de Filadelfia.
    Las manos, ya sean como representación exacta -en el contexto de un retrato- o metafórica, son las protagonistas de todas las fotografías y el leit motiv de la Colección Buhl que fue objeto de una elogiada exposición en el Museo Guggenheim de Nueva York y que ha itinerado desde Moscú a Macao por los mejores museos del mundo. La gran noticia es que el próximo invierno (12 y 13 de diciembre) Sotheby’s va a dispersarla en Nueva York. La subasta comprenderá unos 400 lotes, valorados globalmente entre 6 y 10 millones de euros, y una parte significativa de lo que se recaude se destinará a la fundación humanitaria de Buhl.
    Denise Bethel, directora del departamento de fotografía de Sotheby’s declaró: «La venta de la Colección Buhl es equiparable a las subastas que organizamos en el pasado de Fotografías del Museo Metropolitano -con obras de la Gilman Paper Company Collection-, Fotografías del MoMA, Fotografías de la Colección Privada de Margaret W. Weston y la Colección Polaroid.
    El enfoque, original y apasionado de Henry Buhl por el tema de las manos ha estado a la altura de las imágenes que escogió. Esta venta brindará a los amantes del arte la posibilidad de adquirir desde intrigantes fotografías anónimas a soberbias obras maestras. La colección de Henry es una auténtica inspiración para cualquier coleccionista, ya sea connoisseur o principiante.»

    ¿Cuál ha sido su experiencia más memorable con el arte?
    Imagino que el día que adquirí el retrato de las manos de Georgia O’Keefe que le hizo Alfred Stieglitz en 1920. Lo compré el 6 de octubre de 1993 y fue la piedra angular de mi colección de fotografías sobre manos. Fue un hito porque tan solo dos semanas después su precio aumentó significativamente; pasó los casi cien mil dólares que yo había pagado, a superar los doscientos mil. La causa: una copia semejante se acababa de subastar en Christie’s.

    ¿Cómo empezó a coleccionar fotografía?
    Antes de esto yo ya coleccionaba “cositas”, pero no fotografías tan importantes. Era fotógrafo de bodas y también coleccionista.
    Por aquel entonces, sin embargo, aún no me había especializado en imágenes de manos.

    ¿Cree que hay gente que nace coleccionista? ¿Cuáles son sus intereses?
    En mi caso fue la preciosa imagen de las manos de Georgia O’Keefe la que me inspiró a seguir coleccionando. No nací coleccionista. Prueba de ello es que no empecé a hacerlo en serio hasta que cumplí más de sesenta años ¡y ya han pasado veinte años!. Como coleccionista ha sido increíblemente emocionante exponer mi colección en el Guggenheim de Nueva York, y llevarla luego por Europa, Rusia, Estados Unidos y Asia. No todos los coleccionistas tienen la suerte de que les dediquen una exposición en prestigiosos museos internacionales… ¡solo nueve años después de haber empezado a coleccionar!. [dice sonriendo]

    ¿Qué obras son las piezas maestras de su colección?
    Sin duda alguna, la fotografía de O’Keefe y también una de Herbert Bayer. Muestra un edificio y se titula The Lonely Metropolitan [El Metropolitano Solitario]. En mi colección están presentes casi todos los fotógrafos más famosos del mundo.

    ¿Cuántas piezas hay en la colección?
    No estoy muy seguro; la colección de fotografías sobre manos está compuesta por unas 1.100 obras. Pero también poseo otra de esculturas (110 piezas) y un jardín interior con esculturas basadas también en las manos.

    Su colección tiene obras de los siglos XIX y XX. ¿Qué artistas y estilos le interesan más?
    La fotografía más antigua, de 1840, es la de un escrito -una plancha de impresión de la poesía de Lord Byron “Oda a Napoleón” que el poeta escribió en 1811. Fue tomada por el británico Henry Fox Talbot, uno de los inventores de la fotografía.

    ¿Dónde la encontró? ¿En Nueva York?
    Sí, la conseguimos en Nueva York, pero encontramos obras por todo el mundo.

    Además de la fotografía, ¿le interesan otras disciplinas artísticas?
    Como le decía he iniciado una colección de escultura. Y en mi casa de campo colecciono girasoles. Todo gira en torno a los girasoles: tapices, jarrones, cubertería, ropa de casa y lencería (sábanas y mantas); sin contar los óleos, esculturas y fotografías de girasoles que tenemos colgados por toda la casa. ¡Incluso hemos plantado 40.000 girasoles en un terreno para estar totalmente rodeados de estas flores!.

    ¿Recuerda alguna gran oportunidad perdida?
    Sí, una en especial. En mi colección de esculturas están representados casi todos los grandes escultores a excepción de Giacometti. La pieza más barata, de calidad, que pudimos encontrar, costaba 12 millones de dólares. ¡Y esto excede mi presupuesto!. Lamento no haber podido conseguir una obra suya.

    ¿Cómo ha cambiado el mercado de la fotografía desde que usted empezó a coleccionar?
    Pienso que los artistas contemporáneos “se han subido a la parra”. Los precios están por las nubes y cada vez hay más gente interesada en el arte contemporáneo.
    Como le decía, mi colección de fotografías arranca en 1840 y detecto que ahora las obras del siglo XIX ya no despiertan el mismo interés que cuando yo empecé a coleccionar. Los fotógrafos contemporáneos son los que lideran el mercado -tal como sucede en el resto de disciplinas artísticas.
    Las obras contemporáneas vuelan, te las quitan de las manos.

    ¿Cómo afecta esto a los precios de las fotografías del siglo XIX y principios del XX?
    No veo que hayan ‘mejorado’ demasiado. ¡Pero sí hay una gran diferencia en el precio de la obra contemporánea reciente!.

    Cuando habla de “mejoría”, ¿quiere decir que su precio ha subido?
    ¡Exacto!.

    ¿Por qué ha decidido desprenderse de la colección?
    Una de la razones es que, más o menos, ya he dejado de coleccionar. Ninguno de mis hijos tiene interés ni dinero para seguir haciéndolo. El coleccionismo absorbe buena parte de tu tiempo si quieres hacerlo como es debido y las fotografías pertenecen a mi fundación, que es una fundación sin ánimo de lucro. Así que he llegado a la conclusión de que mientras siga aquí, es decir, vivo, lo mejor es venderla para recaudar dinero para la fundación y así poder prestar ayuda a los necesitados. Pero también me ha influido el hecho de que si la donáramos a un museo seguramente acabaría metida en un almacén y las obras no se expondrían demasiado. Quienes adquieran una obra en la subasta al menos la colgarán en las paredes de sus hogares o despachos y podrán disfrutar de ella.

    ¿Se quedará alguna obra?
    He decidido vender toda la colección de fotografías sobre manos. Pero, como le decía, sigo coleccionando esculturas sobre manos, además de objetos relacionados con girasoles.

    ¿Hay artistas españoles en su colección?
    Sí, tenemos una fotografía de Cristina García Rodero que se titula Duelo, Canosa di Puglia, Italia. En ella ha captado a un grupo de mujeres enlutadas, con el rostro cubierto por un velo negro, que caminan del brazo. ¡Es una obra fantástica!. Se incluyó en la exposición del Guggenheim de Bilbao que fue, por cierto, la primera que celebramos fuera de los Estados Unidos y, sin duda, la mejor de todas. Y eso que ya la habíamos expuesto en otros catorce museos. ¡Bilbao fue el mejor!. Tanto el museo como la experiencia en si misma fue encantadora.

    Enciclopedia visual
    El coleccionista norteamericano ha reunido más de mil imágenes que representan cada período de la historia de la fotografía, así como distintos géneros: fotoperiodismo, fotografía artística y científica.
    Su loft en el centro de Manhattan, sirve como oficina, vivienda y galería para sus fotografías, que rotan periódicamente, así como para eclécticos muebles, esculturas, libros y una miríada de objetos y curiosidades.

    Silencio en Bilbao
    «¿Anécdotas? Ha habido bastantes. Y en realidad algunas no son demasiado divertidas –recalca Henry Buhl-                 Le relataré un incidente ocurrido en España. Cuando presentamos la exposición en el Guggenheim de Bilbao, la comisaria y yo ofrecimos una charla a unas doscientas personas –algunas incluso habían viajado expresamente desde Madrid para asistir al evento-. Esta era la primera exposición que se celebraba fuera de los Estados Unidos. Ya habíamos celebrado charlas así en las demás presentaciones. Al final solíamos preguntarle al público si tenían preguntas y surgía un animado debate. Pero en Bilbao ¡ni una sola persona levantó la mano!. ¡Nadie preguntó nada!.
    La siguiente presentación fue en Alemania y allí también se congregaron unas doscientas personas.
    El formato de la conferencia era el mismo, la comisaria me lanzaba preguntas y yo las respondía. No llevábamos hablando más de dos minutos cuando se alzó una avalancha de manos con preguntas.
    ¡Estuvimos dos horas hablando con el público!. Aún no me explico qué sucedió en Bilbao. ¿Sería que el público alemán dominaba mejor el inglés? ¿Qué pudo pasar?» se pregunta el coleccionista.

    La primera mano
    En 1993 un amigo llevó al señor Buhl a ver Doris Bry, antigua asistente de Georgia O’Keeffe. La señora Bry tenía una pieza para vender: una fotografía de 1920 realizada por Alfred Stieglitz de las manos de su futura esposa, O’Keeffe. «También poseía otra obra, una impresión en oro paladio que iba a llevar a subastar a Christie’s. La que yo adquirí era una impresión en gelatina de plata», nos explica. Buhl pagó unos 75.000 dólares mientras que la copia de Christie’s alcanzó los 398.000 dólares, doblando su estimación previa.
    Y así es como empezó su ilustre colección de manos. «Hay manos que hacen gestos, manos plasmadas como objetos y manos que simbolizan emociones. Todas hacen que tu mente haga ‘clic’ de diferentes maneras» dice la experta Denise Bethel. A lo largo de dos décadas, el señor Buhl compró con avidez centenares de imágenes. Algunas de las más preciadas son manos famosas fotografiadas por fotógrafos célebres como las de Jean Cocteau por Berenice Abbott, las de Marcel Duchamp por Alexander Liberman, las de la Madre Teresa de Calcuta por Mary Ellen Mark. También habla con orgullo de los trabajos de Walker Evans, László Moholy-Nagy y Robert Rauschenberg.

    Un día especial
    En 1992, Henry Buhl no se consideraba a sí mismo un filántropo. Había trabajado 30 años como inversor, y al mismo tiempo había desarrollado una carrera como fotógrafo profesional. Sin embargo, a los 62 años, su vida dio un vuelco.
    Una tarde, cuando regresaba de su almuerzo un individuo al que conocía como ex barrendero le pidió 20 dólares. Buhl descubrió que este hombre había sido despedido por dormirse en horas de trabajo y decidió investigar el asunto.
    Averiguó que varias tiendas de la calle habían estado pagando a este hombre por indicación del magnate inmobiliario Tony Goldman. Goldman no había conseguido a nadie para el trabajo, así que Buhl se ofreció voluntario para encontrar a alguien. Acudió a un refugio para indigentes y solicitó al director si podía proporcionarle una persona para barrer las calles. «Si hace bien su trabajo, no se emborracha ni se va de juerga, entonces trataremos de lograrle un trabajo». Esa fue la semilla de la Fundación Buhl creada ese mismo año con el fin de «mejorar la calidad de vida de personas sin recursos financiando programas enfocados a la educación, las personas sin hogar y las artes».
    La Fundación Buhl apoya a varias organizaciones sin ánimo de lucro, entre ellas la Asociación de Programas Comunitarios de Empleo para personas sin Hogar (A.C.E en sus siglas en inglés) que trata de que hombres y mujeres sin hogar de Nueva York se reintegren en el mercado laboral y consigan, a largo plazo, ser autosuficientes económicamente.

    Espectrales y sugerentes
    Junto a los delicados dedos de la pintora Georgia O’Keeffe inmortalizados por Stieglitz (775.000 a 1,1 millones de euros), hay desconcertantes imágenes como Rayografía con mano y huevo de Man Ray (230.000 a 385.000 euros). No pueden olvidarse las expresivas manos del mimo francés Paul Legrand como Pierrot inmortalizadas por Félix Nadar (77.000 a 120.000 euros) o un espectral Estudio de Mano de Charles Negre, realizado en la década de 1850 (38.000 a 54.000 euros). Entre las firmas contemporáneas destaca una fotografía de 1998 del alemán Andreas Gursky que plasma un mar de manos en éxtasis durante una fiesta rave en May Day II (385.000 a 540.000 euros).

    Rosalind Williams

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