Atea es un término cosmológico polinesio que alude al momento mítico en el que surge la luz tras eones de oscuridad espesa y envolvente naciendo con ella la primera generación de dioses. A lo largo y ancho de la Polinesia, se fabricaron artefactos rituales para los jefes más poderosos que descendían de estas deidades y que, como líderes políticos y religiosos, estaban imbuidos de la esencia espiritual (mana) de sus antepasados. Las capas de plumas y los tocados no sólo reforzaban su estatus y reputación, sino también la conexión genealógica con sus antepasados divinos. Esta intrigante exposición desvela, a través de 30 piezas, el ingenio creativo de los artistas polinesios que se inspiraban en la naturaleza para dar expresión a su comprensión de lo divino.